Un trabajador de Fundación SAMU junto a una usuaria del Centro de día Ciudad de Alfaro.

Recuerdos y vino: un taller inolvidable para mayores en el Centro de Día Ciudad de Alfaro

En el corazón de La Rioja, donde el vino es mucho más que una bebida, el Centro de Día para Personas Mayores Dependientes Ciudad de Alfaro de Fundación SAMU ha llevado a cabo una experiencia inolvidable para sus usuarios: un taller de vendimia que no solo recupera una tradición local, sino que también ofrece a los mayores una conexión profunda con su pasado. Este evento no solo celebra la importancia de la vendimia en la región, sino que también subraya los beneficios significativos que tales actividades tienen para la población mayor.

La vendimia en La Rioja es una tradición que ha acompañado a la comunidad desde tiempos inmemoriales. Esta labor, esencial para la producción del vino, tiene un impacto cultural y económico considerable en la región. El proceso de cosecha de la uva, que antes se realizaba manualmente, ha evolucionado con los avances tecnológicos, como las modernas cosechadoras mecánicas que ahora facilitan esta ardua tarea. Sin embargo, para muchos residentes de Alfaro, la vendimia sigue siendo un símbolo de identidad y un momento de conexión comunitaria.

Durante el mes de septiembre, época en la que se realiza la recogida de la uva, el Centro de Día para Mayores Ciudad de Alfaro se sumergió en el mundo de la vendimia a través de un taller de reminiscencia. Esta actividad es una ventana al pasado, donde los mayores pueden revivir y compartir sus experiencias personales relacionadas con la vendimia.

Profesionales del Centro de Día destacan que, a pesar de la modernización del proceso, los mayores mantienen un profundo cariño por las épocas en que la recolección se realizaba manualmente. Para ellos, la vendimia era una oportunidad para socializar con vecinos, familiares y amigos, un aspecto que sigue siendo vital para la cohesión comunitaria.

Este taller en el Centro de Día se convierte en un espacio de encuentro y aprendizaje, donde los participantes rememoran cómo se realizaba la recolección con herramientas tradicionales como el «gabinete» o el «corquete», y cómo se almacenaban las uvas en cestos llamados «cunachos».
Los relatos sobre el cuidado meticuloso con el que se trataba la uva para evitar que se estrujase demasiado y la preparación del vino en las bodegas locales son narrados con gran detalle por los mayores del centro. Estos cuentan cómo se transportaba el vino a las bodegas, donde se pisaba con «garbo» y cómo se realizaba el proceso de fermentación y conservación en cubas de madera.

«Los racimos de uva eran cortados con un gabinete o corquete, herramientas que ayudaban en la recolección del preciado fruto. Se cortaban y depositaban en cestos o cunachos, pero eso sí sin estrujarlos mucho, ya que sino caía el caldo a la tierra y no valía. Era y es un producto muy valioso y delicado que se trataba con mucho mimo y esmero. Cuando se llenaba el cunacho, se cargaba al hombro y se vaciaba en un comportillo, una especie de cubo grande de madera, siempre cerca del carro o galera», explica los mayores del centro.

«Posteriormente, el vino se transporta a las bodegas, en las cuales era pisada con garbo, como decimos aquí. Cuando iban pasando los días, el caldo adquiría color e iba fermentando. Entonces se sacaba la raspa a la prensa y se juntaba todo en el tino. Tras un tiempo, se comprobaba con una vela que no había tufo. Finalmente, se trasegaba a las cubas para seguir su proceso. Luego, las bodegas del municipio entregaban unos vales a cada familia para luego coger el vino cuando estuviese preparado. La mayoría de las casas alfareñas disponían de bodega particular, para almacenar los garrafones en un lugar fresquito, ayudando así a su conservación. Y cuando necesitaban beber para comer, se bajaba a rellenar el porrón”.

Este tipo de actividad no solo revive la memoria colectiva, sino que también proporciona beneficios significativos para los mayores. La participación en talleres que evocan experiencias pasadas puede mejorar la salud mental y emocional de estas personas, ayudándoles a mantener una actitud positiva y un sentido de propósito. Además, las actividades grupales como éstas fomentan la interacción social y fortalecen los lazos entre los participantes, contribuyendo a su bienestar general.

La vendimia también tiene un papel importante en la economía de La Rioja. El vino es uno de los productos más emblemáticos de la región, y su producción genera empleo y fomenta el turismo. El Centro de Día para Mayores Ciudad de Alfaro reconoce esta conexión al involucrar a los usuarios en una actividad tan representativa de la identidad local, al tiempo que apoya la cultura vitivinícola de la región.

La experiencia de este año fue especialmente significativa. A pesar de las inclemencias meteorológicas que preocuparon a los mayores, el taller pudo llevarse a cabo con éxito. Gracias a la generosa colaboración de una familia alfareña (Charo, Bayo y Alfonso), los usuarios del centro tuvieron la oportunidad de participar en la recolección de la uva de la variedad tempranillo, realizando la actividad tal como se hacía hace décadas. La uva recogida fue llevada al centro para extraer el mosto, que luego fue degustado en un taller de cocina, proporcionando una experiencia sensorial completa.

La emoción y el entusiasmo de los mayores durante el taller fueron palpables. Sus relatos y recuerdos sobre la vendimia y la producción de vino reflejan un profundo apego a sus tradiciones y una celebración de su legado cultural.

«El éxito del taller no hubiera sido posible sin la colaboración desinteresada de Charo, Bayo y Alfonso», apuntan los profesionales del centro, que expresan su gratitud especial a esta familia, cuyo amor y dedicación hicieron posible que el taller se convirtiera en una experiencia memorable para todos los involucrados.

El taller de vendimia del Centro de Día para Personas Mayores Dependientes Ciudad de Alfaro fue mucho más que una simple actividad recreativa. Fue una celebración de la cultura vitivinícola de La Rioja, un medio para preservar y transmitir tradiciones y, sobre todo, una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas mayores a través de la nostalgia y la socialización. Este tipo de iniciativas no solo honran el pasado, sino que también fortalecen el presente, ofreciendo a los mayores una manera de reconectar con sus raíces y disfrutar de la riqueza cultural de su tierra.