SAMU y el Colegio de Fisioterapeutas de Andalucía firman un convenio de colaboración

SAMU ha firmado un convenio de colaboración con el Ilustre Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Andalucía (ICPFA) para el desarrollo de actuaciones de interés común orientadas al avance del sistema sanitario así como al desarrollo profesional de los fisioterapeutas, y dirigidas hacia la mejora de la salud de los ciudadanos.

Este acuerdo, firmado el 15 de junio, fue ratificado por Carlos González de Escalada, director general de SAMU, y Juan Manuel Niebla Silva, presidente del Ilustre Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Andalucía. En él se manifiesta el deseo por parte de ambas organizaciones de profundizar en sus relaciones y cooperar mutuamente para favorecer, mediante fórmulas de cooperación adecuada, el fortalecimiento y defensa de la profesión de fisioterapia en todos los ámbitos en que sea útil o necesario, con el fin último de mejorar la atención de la salud en todos los aspectos que la conforman.

Entre sus objetivos principales está el fomento de la calidad del personal de apoyo de las clínicas de fisioterapia a través de cursos de formación impartidos por SAMU, según detalla Juan González de Escalda, director del área de Emergencias de SAMU, presente en la firma del acuerdo junto a Carlos González de Escalada.

Este acuerdo marco incluye que la atención sanitaria prestada se perfeccione con programas de formación continuada para el profesional, con campañas de divulgación pública de las ventajas y beneficios de la fisioterapia que precisa el enfermo, en lo asistencial o a la persona sana, y en lo preventivo.

Así, ambas entidades colaborarán para difundir entre la sociedad todo tipo de información sobre la fisioterapia, y sus tratamientos a través de la creación de material gráfico específico. Además, se comprometen a fomentar la organización de jornadas formativas para sus miembros (colegiados y socios) y público en general (afectado o no) interesado.

En especial, el ICPFA llevará a cabo charlas y talleres con la intención de promover la participación de los fisioterapeutas en la promoción de la salud y así asegurar que los contenidos impartidos en estas actividades están actualizados y se basan en la evidencia científica disponible.

ISL SAMU Dúrcal: Deporte, cohesión social y participación

La adolescencia se caracteriza por ser un periodo crítico, pues se acentúa el desarrollo de diferentes aspectos de la persona, tanto psíquicos como físicos. Se trata de una etapa repleta de oportunidades en la que las capacidades cognitivas, emocionales y físicas de quienes se encuentran inmersos en ella están a pleno rendimiento. No obstante, para sacar lo mejor de las mismas, es conveniente articular buenas estrategias que lo permitan.

Diversas investigaciones ponen de manifiesto el fomento de la participación de los menores en diversas actividades como una buena estrategia, ya que contribuye a la salud en todas sus vertientes. En este sentido, es esencial que formen parte activa en el diseño, planificación y ejecución de las actividades. Será así como se promueva un buen autoconcepto, un adecuado sentido de autoeficacia y el desarrollo de habilidades que permitan realizar una gestión óptima de las emociones.

Por otro lado, no debemos olvidar la importancia que cobra el plano social en esta etapa del desarrollo. El grupo de iguales se muestra como principal fuente de referencia y, además, tiene un fuerte impacto en los aspectos anteriormente citados. De tal manera, existe una interdependencia entre el desarrollo acontecido en el plano individual y el social, ya que las mejoras en uno se verán recompensadas en el otro y viceversa.

Por todo ello, en el centro ISL SAMU Dúrcal, la mayoría de las acciones con carácter interventivo, articuladas por y para los menores, cuentan con su implicación tanto en su planificación como ejecución. Es vital su papel activo, ya que contribuye al fomento del sentido de su responsabilidad en su propio progreso.

Ejemplo de ello son dos actividades iniciadas en junio. En la primera de ellas, llamada El menor de la semana, han sido los propios menores los que han determinado las características (responsabilidad, autonomía, limpieza, aseo personal) que debería cumplir el chico seleccionado. A éste se le asigna una recompensa, fruto del azar depositado en una ruleta que contiene distintas opciones de gratificación propuestas por ellos mismos.

La segunda actividad es un torneo multideportivo. A los menores del ISL SAMU Dúrcal les encanta el deporte, y han sido ellos mismos quienes han diseñado y planificado el primer campeonato deportivo de fútbol. Han fijado los días, asignado el tiempo de los partidos, formado los equipos y establecido las normas, así como las consecuencias derivadas de su incumplimiento. Además, esta actividad se presenta como una oportunidad de trabajar distintas habilidades, tanto físicas como psicológicas (gestión del estrés, motivación, habilidades sociales, cohesión grupal) que, posteriormente, podrán ser trasladadas al plano de las relaciones sociales.

Culminar este artículo volviendo a enfatizar la importancia de la participación de los menores en sus procesos de desarrollo se hace inevitable. Su papel activo es fundamental en el alcance del objetivo vertebrador y que da sentido al Centro ISL SAMU Dúrcal, su inserción social y laboral en la sociedad que los acoge y de la que ya forman parte.

SAMU pone en marcha un proyecto de teleformación para personas con discapacidad auditiva

Tras la declaración del estado de alarma en España como consecuencia de la crisis sanitaria mundial provocada por la Covid-19, el 16 de marzo cerraron sus puertas todos los centros educativos del país, a todos los niveles. Esto obligó a centros y profesores a cambiar su metodología y pasar de una docencia presencial a otra 100% virtual en un tiempo récord, lo que supuso un gran reto para toda la comunidad educativa.

La teleformación ha permitido a gran parte del alumnado seguir con su formación, sin embargo, los estudiantes con discapacidad auditiva no han podido progresar con sus estudios porque la administración pública no ha continuado ofreciendo los servicios de la figura del intérprete en lengua de signos.

“Esto está provocando un enorme perjuicio a los alumnos con discapacidad auditiva, además de incrementar la desigualdad a nivel educativo entre éstos y aquellos que no la tienen”, explica Conchi Pérez, jefa del área de Servicios Educativos de SAMU.

Ante esta situación, SAMU ha desarrollado un proyecto de teleformación para jóvenes con discapacidad auditiva que ha presentado, en un primer momento, a la Agencia Pública Andaluza de Educación de la Consejería de Educación, y, posteriormente, a todos los gobiernos autonómicos del país.

Los objetivos principales de este proyecto son atender las necesidades educativas de las personas sordas, que éstas puedan alcanzar el mismo nivel educativo que el resto de compañeros de curso y favorecer la integración social y laboral de los jóvenes con discapacidad auditiva.

“Este proyecto nace de la necesidad de adaptar el sistema educativo a la situación actual derivada de la crisis sanitaria por la Covid-19”, continúa Conchi Pérez. “El objetivo principal no es otro que conseguir que la información que los docentes transmiten en el aula o desde sus domicilios llegue sin pérdida alguna al alumnado con discapacidad auditiva de Ciclo de Secundaria o Formación Profesional”.

Para que la teleformación llegue de igual manera a todos en sus domicilios lo ideal es la utilización de una plataforma virtual (Zoom, Hangout, Skype, Microsoft Teams…) en la que los alumnos puedan conectarse al mismo tiempo con el profesorado y el intérprete de lengua de signos del centro. Así, el alumno puede tener acceso al mismo tiempo al intérprete y al profesor, consiguiendo una situación que se asemeja a la que puede tener en el aula, ya que se encuentra con dos profesionales, profesor e intérprete, preparados para transmitir la información que debe aprender.

Únicamente es necesario que tanto el profesor como el alumno e intérprete tengan acceso a la plataforma a través de un dispositivo con conexión a internet, cámara de vídeo y audio”, explica Conchi Pérez. “El alumno tendrá la oportunidad de participar durante la sesión, exponer sus dudas o responder a las cuestiones que el profesor les vaya realizando a todos sus alumnos en tiempo real”.

Desde SAMU quieren que este proyecto no se limite solo al actual curso académico, sino que pueda desarrollarse también durante el verano a modo de refuerzo educativo, al igual que el resto de compañeros van a poder tener clases en julio para recuperar los conocimientos que no han podido adquirir como consecuencia del parón provocado por la pandemia. “Si es necesario, este proyecto también puede prolongarse y continuar en septiembre, ya que aún no sabemos a ciencia cierta si la vuelta a las aulas podrá ser completamente presencial”.

El área de Servicios Educativos de SAMU cuenta con una plantilla de más de 70 intérpretes de lengua de signos que prestan servicio de manera presencial durante el curso escolar en centros educativos de la provincia de Almería, Huelva, Jaén, Cádiz y Córdoba.

A partir del 16 de julio, Fundación SAMU gestionará también el servicio de acompañamiento para personas con discapacidad auditiva que ofrece la Comunidad de Madrid, para lo que cuenta con una plantilla de 24 intépretes de lengua de signos.

Ellas sobrevivieron al Covid-19

LOLA Begines cuenta que el día que volvió a ver a su madre, ella traía una muñeca apretada contra el pecho. Sus familiares se la habían hecho llegar semanas antes, angustiados porque estaba dejando de comer. “Yo no paraba de darle vueltas para que no perdiera la conexión con la realidad”, recuerda. Por pura casualidad, tenía en casa ese regalo para una de sus biznietas, y Anabel, su contacto de SAMU en el Hotel Alcora de San Juan de Aznalfarache (Sevilla), consiguió que el juguete llegara a manos de María. A partir de entonces todo cambió.

“La ha acompañado durante todo este tiempo, y creo que esto la ayudó mucho porque empezó a retomar el apetito”, relata Lola, que se reencontró con su madre el 28 de abril. María sobrevivió al coronavirus agarrada a su muñeca, y el día que se reencontró con sus hijos se presentó hecha un pincel. “Peinada de peluquería, porque querían que salieran al reencuentro con sus familiares sin perder su dignidad”.

María tiene 93 años, es fuerte, generosa, crió nueve hijos y ha sobrevivido al Covid- 19. Su historia tiene un final feliz, como las de Dori, María, Angelita, Francisca y Ana María. Todas supervivientes del virus más letal del último siglo, el nuevo coronavirus Sars Cov 2, causante de la enfermedad Covid-19 y responsable, al menos, 27.888 muertes contabilizadas en España a 21 de mayo.

Esta pandemia global se ha cebado con los mayores en nuestro país. El 86,4% de los fallecidos en hospitales con Covid-19 tenían más de 70 años, según la última cifra oficial ofrecida por el Ministerio de Sanidad. Son 16.586 personas, a las que habría que añadir los fallecidos con Covid-19 o síntomas compatibles en las casi 5.500 residencias de ancianos del país, y que las comunidades autónomas cifran en casi 19.000.

La situación en las respectivas residencias provocó que las protagonistas de este reportaje fuesen trasladadas al Hotel Alcora (Sevilla) o la antigua residencia de Tiempo Libre de La Línea (Cádiz). Ambos espacios han sido gestionados por Fundación SAMU, cuyos profesionales levantaron en tiempo récord los dos centros asistenciales, han lidiado con una enfermedad desconocida y muy contagiosa, y, lo más importante, han cuidado de las personas. Los familiares también destacan el apoyo psicológico que recibieron. Hubo momentos caóticos, pero también una gran recompensa: 64 altas médicas en Alcora, y 28 en La Línea.

El drama de las residencias: “Me hicieron el favor de mi vida”

SAMU ha atendido en estos centros a casi 130 ancianos con diagnóstico positivo en Covid-19. La mayoría en el Hotel Alcora procedía de la Residencia Joaquín Rosillo de San Juan de Aznalfarache (Sevilla), donde se han producido al menos 30 fallecimientos vinculados al virus. A La Línea llegaron desde la residencia Dolores Ibárruri de Alcalá del Valle, donde murieron al menos doce personas. Llegaron bajo la lluvia de piedras lanzada por un grupo de vecinos exaltados y se marcharon el 11 de mayo entre aplausos del pueblo entero.

Una de las primeras en llegar al Alcora fue Dori Campos. Yolanda, su única hija, relata que dio positivo el 27 de marzo y el 2 de abril la trasladaron. Para entonces, aún no se vislumbraba el drama de la Residencia Joaquín Rosillo. “Estaba bastante bien, casi asintomática, pero en la residencia no tenían posibilidades de tratarla. Me hicieron el favor de mi vida”, cuenta hoy su hija.

Dori, que tiene 88 años, es fuerte como un roble, pero casi no ve y casi no oye. “Se desorienta fácilmente y se asusta, y yo tenía miedo de que entrara en pánico”, explica su hija. No ocurrió: “Estas personas viven en un vacío, pero si las tratas con cariño y eres suave, agradecen mucho el contacto porque sí tienen sentido del tacto”. Estar pendiente de ella, tocarla, mimarla, ha sido vital en su recuperación. Todos los días se llamaban, y cada pocos se videollamaban. “Le ponían el altavoz de la tablet y se quedaba mucho más tranquila”, recuerda su hija: “Ha ayudado mucho sentirse acompañada y que la traten con mucho cariño. No siente que lo haya pasado mal, y eso es lo que más agradezco”.

La incertidumbre: “No podía dormir”

Yolanda, Lola y todos los familiares de los residentes vivieron días de angustia. Atenazados por las noticias que mostraban el descontrol en muchas residencias de ancianos de España, y muchas veces ciegos a la realidad, porque en los peores momentos ni siquiera podían comunicarse para saber si sus padres seguían vivos.

Es el caso de María Romero. Hasta el 13 de marzo, visitaba a su madre, Josefa, una de cada dos tardes. Pero a partir de ese día, la residencia Joaquín Rosillo cerró las puertas y dejó de descolgar el teléfono. Sólo pudo mantener una breve comunicación con el centro: le dijeron que Josefa estaba “mejor, pero con oxígeno”. “No podía dormir. Hasta que cogí el coche, mascarilla y guantes, y fui a la puerta de la residencia”, relata. El director y un enfermero salieron a su encuentro. “Me dijeron que se había ido la cosa de las manos, pero que no me preocupara que ella estaba bien”.
Cuatro días después, a las dos de la madrugada, Josefa llegó al Alcora. “Fue lo mejor que pudo pasar”, admite su hija, que recibió la primera llamada desde el hotel a las nueve de la mañana. Tras superar la enfermedad, Josefa ya está de vuelta en la residencia, bajo unas estrictas medidas de seguridad: “He hablado con ella hace un ratito y dice que está cansada de estar metida en la habitación, que quiere que acabe todo esto”.

En el Alcora: sol y la noche del pescaíto

Para Carmen Bono, su tía Francisca es como una segunda madre. Moderna, trabajadora de una óptica y muy unida a su hermana, Francisca no tuvo hijos pero tiene sobrinas. Cuando se la llevaron al Alcora, a Carmen se le pasó por la cabeza que quizá no volviera a verla, pero también tuvo una certeza: “Tiene muy buen corazón, pero también mucho carácter, así que cuando no le parece bien algo lo dice: sabíamos que si necesitaba algo lo iba a conseguir”.

Cada día, Francisca les contaba por teléfono cómo estaba de ánimo. Y les contó que a veces salía a tomar el sol al patio del hotel, que había habido un concierto, que habían celebrado la noche del pescaíto, y que estaba bien. “Ella estaba muy contenta, por el servicio, por los niños y niñas, como ella dice, que estaban allí. Y me ha dicho que lo diga a quien pueda”, cuenta su sobrina, que admite un momento duro: un día Francisca creyó que ya estaba libre del virus y que podía marcharse. Cuando le dijeron que seguía siendo positivo, el disgusto fue tremendo. Pero a la cuarta,

Francisca dio negativo. Ya está libre de virus.

“Hasta me decían si estaba enfadada”

En su perfil de Whatsapp, César Muñiz tiene un dibujo y debajo hay unas palabras escritas: “Te quiero abuela. Muchas gracias a las personas que te están cuidando”. El dibujo lo ha hecho su hijo y representa una cobaya, porque a Ana María le tranquilizaba que en cada videoconferencia le enseñaran ese pequeño animal que tienen en casa. “Era una toma de tierra con el mundo normal”, recuerda hoy César.

Su madre ingresó en el Alcora el 29 de marzo, procedente de la Joaquín Rosillo. “Nos habían dicho que en la residencia había tres contagiados, y de repente nos dijeron que eran 85 contagiados y 24 fallecidos”, relata: “Pensaba que no lo contaba… que no la volvería a ver”. Como muchos familiares de residentes en la Joaquín Rosillo, César vivió aquellos días de finales de marzo con una incertidumbre angustiosa. “Pero eso cambió radicalmente al día siguiente de llegar al Alcora: empezaron a llamarnos todos los días para darnos la temperatura, la saturación de oxígeno en sangre, si era sintomática o no… Hasta me decían si estaba enfadada”. Dice Muñiz que solo entonces pudo dormir. Su madre salió del Alcora de las últimas, pero curada.

Cumplir años en un hotel medicalizado: “¿Por qué no venís a verme?”

El 22 de abril, Angelita Navajas cumplió 87 años y pensó que, vaya cosa rara, esta vez estaba celebrando su cumpleaños en un hotel de vacaciones. Aquel día recibió un perfume, una tarta y una foto de sus nietos. Luego sopló las velas y le cantaron el cumpleaños feliz, y en ese momento lloraron todos, también sus hijas, a una pantalla de distancia. Nada de esto hubiese ocurrido sin Anabel, la misma profesional de SAMU que entregó la muñeca a María Begines. “Fue ella, y me gustaría que lo dijeras, quien recogió la tarta en la puerta del hotel, y quien me llamó a la hora de cantarle el cumpleaños”, cuenta Silvia Navajas.

Angelita, que de natural es alegre y optimista, entró en el Alcora deprimida y “ha vuelto pletórica”, dice su hija. “Creo que no ha sido muy consciente de esto, piensa que ha estado de vacaciones en un hotel. Ella estaba encantada y no paraba de preguntar: ¿por qué no venís a verme?”.

Reflexiones sobre la gestión de crisis sanitaria de la Covid-19

Las catástrofes existen. Las globales, se dan cada seis o siete años, pero existen también. En diciembre de 2019, en la ciudad china de Wuhan se detectó en humanos un nuevo virus causante de un síndrome respiratorio letal, SARS Covid-19. En junio de 2020, las cifras arrojan más de 7,1 millones de personas contagiadas en más de 185 países del mundo, de las cuales 400.000 han perdido la vida. La pandemia ha reunido todas las características de una catástrofe humanitaria por lo insólito de su expansión, la agresividad de sus manifestaciones, el caos organizativo, el caos psicológico y, sobre todo, por la desproporción trágica entre necesidades y medios. Hay un único culpable: el coronavirus Covid-19.

España vivió su particular punto crítico en marzo y abril con un número de 240.000 afectados y 27.127 fallecidos distribuidos de forma irregular por todo el territorio. Al objeto de suplir carencias de camas de hospitalización, se generó la inmediata necesidad de improvisar unidades de absorción. Se usaron para ello recursos circunstanciales, especialmente hoteles y centros de congresos. Correcto: en la declaración del estado de alarma, a pesar de la profusión de indicaciones sobre confinamiento, transporte, higiene, seguridad, movilidad, etcétera, en ningún momento se determinaron criterios sobre las prioridades asistenciales (triaje), quedando esta decisión a la exclusiva discrecionalidad de profesionales y algunas agencias que se han atrevido a llevarla a cabo, y que, aunque ahora son denostadas, hicieron lo correcto.

El triaje es el primer escalón del proceso asistencial en medicina de catástrofes y tiene como función única y dolorosa adecuar los recursos asistenciales a la situación individual de cada paciente, en beneficio de la mayoría.

Estábamos inmersos en una situación de catástrofe real, documentada y declarada. Por ello, los procesos cambian con respecto a una situación de normalidad y es de rigor evitar la confusión (verdades todas entrecruzadas) creada por la mezcla de emociones de las familias y los profesionales, y las conveniencias políticas.

La jurisprudencia deberá orientarse con cuidado a la hora de marcar responsabilidades porque los criterios de triaje marcan inequívocamente que a la hora de empeñar recursos críticos, entre un paciente sin patología previa y calidad de vida sana y uno añoso pluripatológico (prescindamos de emociones), la medicina de catástrofes decidirá tratar al primero.

La vida misma es selectiva y el mensaje a trasladar debe ser sincero, riguroso y descontaminado. Lejos estamos de emitir juicios de valor sobre determinadas actuaciones. Nos corresponde solo poner de manifiesto que, en situaciones de emergencia colectiva compleja, el triaje se hace necesario para preservar al conjunto de la sociedad asegurando su supervivencia.

En nuestro criterio, las debilidades más significativas de la gestión de esta crisis han estado, fundamentalmente, ligadas a la formación de los gestores y la ausencia de previsiones estratégicas.

Con respecto a los primeros, el modelo de “coordinación” elegido, “mandar por acuerdos”, es solo adecuado en momentos de normalidad. En situaciones de crisis complejas, el proceso adecuado es el de mando y control, por muy políticamente inadecuado que parezca. Es preferible uno, aunque mande mal, que muchos que pretenden hacerlo bien.

La preparación en riesgos biológicos, químicos y nucleares se ha demostrado que es manifiestamente mejorable no solo entre los sanitarios, sino también en profesionales de todos los sectores.

La formación en gestión de crisis deberá formar parte del diseño curricular de cualquier gestor con responsabilidades comunitarias. Deben ser obligatorias la disponibilidad de reservas estratégicas de recursos críticos y el entrenamiento continuado en su manejo. Eso es tratar la curva impidiendo que suba. La reserva estratégica implica, además de disponer de determinados estocajes, la posibilidad de reconvertir por decreto procesos industriales en beneficio del déficit coyuntural manifiesto. La inversión en riesgo es una inversión rentable.

La medicina de campaña recupera protagonismo como elemento de reserva asistencial para situaciones de catástrofes, ya que es cierto que una enfermedad en cualquier parte del mundo “es una enfermedad en todas partes”.

La gestión de la angustia de familiares, pacientes y profesionales se ha revelado como un estándar de calidad asistencial al mismo nivel que la atención medica. Las nuevas tecnologías suponen un paradigma nuevo en el desarrollo de mando y control, así como en la gestión de la angustia familiar.

La teledirección, reforzada con el liderazgo rotatorio sobre el terreno, se ha mostrado logísticamente posible y organizativamente eficiente. Las crisis se gestionan con templanza y determinación con un horizonte único: disminuir el daño final, asumiendo que el buen gestor lo hace con lo que tiene, no con lo que debería haber tenido.

Carlos Álvarez Leiva.

Fundador de SAMU y presidente de Fundación SAMU.

Experto en gestión de crisis.

Dispositivo de SAMU en Hotel Alcora: “Lo más duro ha sido la soledad de la enfermedad”

Las enfermeras Clara Buzón (1991, Sevilla) y Andrea Luis (1995, Algeciras, Cádiz) han sido junto a Saray Toro las responsables máximas del dispositivo sanitario desplegado por SAMU en el Hotel Alcora para atender a personas mayores con Covid-19 durante la mayor crisis sanitaria vivida en España en el último siglo.

—Durante casi 40 días, ambas han estado al frente de uno de los mayores dispositivos sanitarios andaluces levantado fuera de un hospital para atender a personas con Covid-19. ¿Cómo afrontaron este reto?
— [Andrea Luis] Yo llevaba ya tiempo queriendo intervenir de algún modo en la situación de crisis mundial que estábamos viviendo con motivo del coronavirus, pero, al trabajar en la clínica de salud mental SAMU Wellness con colectivos vulnerables, no podía exponerme demasiado. Una noche, mi subdirectora, Clara Buzón, me comunicó que estaría al frente del hospital de campaña del Hotel Alcora. Al principio no me lo creía. Mentiría si dijera que no me lo pensé dos veces. Pero finalmente vi la gran oportunidad que tenía delante y que solo podía agradecer a SAMU la confianza que había depositado en mí. Estuve sola como mando único dos días. La carga de trabajo fue aumentando. Cada vez teníamos más pacientes ingresados y era fundamental crear un equipo de mando y control, al que se unieron Clara Buzón y Saray Toro para así poder descansar y dormir algo.

— [Clara Buzón] En un primer momento, yo iba a estar de apoyo, ya que debía continuar con mis funciones como subdirectora de la clínica de salud mental SAMU Wellness, donde trabajo desde octubre de 2017. Sin embargo, tras pasar allí los primeros dos días, Carlos Álvarez Leiva y Maribel Álvarez me comunicaron que me incorporaría al equipo de mando.

—¿Cómo fueron los primeros días?
—[A.L.] Como todo en la vida, los comienzos no son fáciles. Poco descanso y mucho trabajo. Te adaptas a esa nueva realidad y a una intensa y continua actividad mental. A medida que se iban gestionando los contratiempos y las necesidades, y que el personal se hacía a la dinámica de trabajo, todo fue mejorando. Nosotras estábamos sumergidas en el hotel Alcora, en una burbuja, y siempre tuvimos el apoyo del doctor Carlos Álvarez Leiva, que estaba las 24 horas de los siete días de la semana disponible para nosotras. Se preocupaba mucho por nuestros descansos tanto físicos como mentales. Ha sido un grandísimo apoyo.

—[C.B.] Se nos olvidada comer, dormir, ir al baño… Estábamos tan metidas en el trabajo y en que todo tenía que salir bien que dejábamos todo lo demás a un lado. Hacer que funcione un hospital de campaña de estas características, que se montó en una mañana y esa misma tarde ya recibió a los primeros pacientes, ha sido muy complicado. Pero nada que no se pudiera hacer con un buen equipo, con ganas e ilusión.

—Ambas han estudiado en Escuela SAMU, ¿qué lecciones les han ayudado a hacer frente a este trabajo?
—[A.L.] Todo lo que hemos vivido ya lo había previsto y mencionado el doctor Carlos Álvarez Leiva en alguna ocasión y de alguna forma. Destaco dos frases suyas: “gestión del caos”, y “gestión de la incertidumbre”. Gestión del caos porque inicialmente en toda crisis hay caos. Ser conscientes de eso hizo que lo aceptásemos en lugar de frustrarnos, y buscásemos soluciones en vez de agobiarnos. El desorden va implícito en la primera parte de estas crisis, y cuando cuentas con ello y te enfocas en absorberlo, es mucho más fácil seguir hacia adelante. Y gestión de la incertidumbre porque nunca sabías lo que podía pasar al día siguiente y tenías que ser consciente de que iba a pasar algo. Tenías que estar preparado para abordarlo de la mejor manera posible. Cuando sabes que eso va a suceder, se lleva de mejor forma.

—¿Cómo es trabajar tantas horas con un Equipo de Protección Individual (EPI)?
—[C.B.] Como uno puede imaginarse, esto no es nada cómodo ni sencillo, hace bastante calor con el mono completo, tienes sed, sudas, las gafas se te clavan en la cara cuando llevas ciertas horas, pero todo esto es fundamental para cuidar a los pacientes con el mínimo riesgo posible. A pesar de las dificultades y limitaciones que teníamos con el EPI, el personal asistencial ha estado al 100% y ha logrado hacer la estancia lo más confortable y adecuada a nuestros mayores.

—[A.L.] A mí me ayudaba mucho trabajar a nivel mental y centrarme en el trabajo. La sed, el agobio y el dolor de las gafas clavándose en la piel no desaparecían, pero sí pasaban a un segundo plano. Además, conforme te vestías y desvestías más veces, ibas mejorando los detalles y buscando tus propios trucos, como beber antes suficiente agua, limpiar mejor las gafas para que no se te empañasen o colocarlas en un punto justo para que no te apretasen.

—¿Cuáles han sido las principales dificultades a las que se han enfrentado en el Hotel Alcora?
—[C.B.] A nivel logístico, las principales dificultades que nos encontramos los primeros días fueron la disponibilidad de ropa de los pacientes, ya que venían con muy pocas pertenencias, y la gestión de residuos. Al ser todo material contaminado tenían que ir en contenedores de biorriesgos. Por otro lado, fue muy compleja la gestión del personal. Había mucho personal nuevo en muy pocos días y hacerlos trabajar en equipo fue complicado al principio. A esto se le sumaba el miedo que tenían algunos a contagiarse, pero día a día fueron conociéndose entre ellos y cuál era la dinámica del trabajo. Vieron que tenían la protección individual necesaria para minimizar los riesgos de contagiarse y todo esto hizo que el trabajo saliera bien y que ellos estuviesen cómodos y más tranquilos.

—¿Han tenido miedo de llevar el virus a casa?
—[C.B.] Sinceramente, los primeros días me daba más miedo que se contagiara el personal asistencial a que me contagiara yo. En mi caso, decidí quedarme a vivir en el hotel para evitar poner en riesgo a otras personas, al igual que lo hicieron otros profesionales. Siempre se le dio esta opción a cualquier trabajador del hotel, ya que el riesgo cero no existe y queríamos que pudieran dar seguridad a sus familias.

—[A.L] Creo que esta pandemia nos ha enseñado más del amor por los demás que por nosotros mismos, y el miedo a contagiar a tus seres queridos en muchas ocasiones era mayor que el del contagio propio. En mi caso, también estuve viviendo en el hotel. Todo esto tampoco habría sido posible sin el trabajo de gestión de la logística de Victoria Assaf, que, como gran enfermera que es, nos ha cuidado a todos y nos proporcionaba todo el material de protección necesario sin que nos faltara nunca lo indispensable.

—¿Qué lecciones han aprendido de esta experiencia?
—[A.L.] A nivel profesional puedo enumerar muchísimas cosas, pero para mí, lo peor de esta pandemia sin duda ha sido empatizar con la soledad de la enfermedad. Nosotros trabajábamos con familiares y pacientes y la gestión de la angustia a través de las videollamadas diarias, pero, aunque intentábamos que el triple guante que llevábamos le diera al paciente el calor de un abrazo de un hijo, no es lo mismo. Cuando observas de frente que la vida se te puede ir en un momento, y sin tus seres queridos, todo se ve de otra forma.

—¿Cómo ha sido trabajar con un mando con tres cabezas?
—[A.L.] Las tres nos hemos complementado de una manera mágica. Cada una de nosotras ha transmitido la energía necesaria en cada momento. Y aunque, como en todo, se podrían haber mejorado muchas cosas, y haber hecho otras tantas de otra manera, estoy enormemente orgullosa del equipo que formamos Clara, Saray y yo.

—Por el Hotel Alcora han pasado 89 pacientes procedentes de diferentes residencias de la provincia de Sevilla. ¿Cómo vivían las altas médicas?
—[C.B.] Cada alta era una victoria. Celebrábamos cada alta con música, aplausos… Lo más bonito era escuchar las palabras de agradecimiento de los pacientes que se marchaban. Esto te daba energías para continuar con la lucha. Es difícil explicar con palabras lo emocionante que eran esos momentos.

—¿Y cuando fallecía un paciente?
—[A.L] Por desgracia, por nuestra profesión, estamos más acostumbradas a tener la muerte cerca, pero no por eso ha sido menos complicado. Veías cómo hacíamos todo lo posible y la enfermedad se los llevaba sin más, sin opciones. También era muy duro por la soledad, una de las partes más duras para mí, como he comentado antes. Las despedidas no estaban permitidas. Empatizábamos. Y aunque intentábamos reponernos rápido, se removían muchos sentimientos.

—[C.B.] Sufríamos mucho cuando informábamos a los familiares, ya que los protocolos que había entonces impedían que estos pudieran ver a sus seres queridos y despedirse de ellos. Durante todo este tiempo, ha habido un excelente equipo de psicólogos que realizaban seguimientos a los familiares para apoyarles y ayudarles a pasar el duelo.

—¿Qué ha supuesto para ustedes esta experiencia?
—[A.L.] Profesionalmente lo he vivido como un gran cambio y crecimiento. Yo soy enfermera y me apasiona lo asistencial. Realizar labores de gestión ha sido un nuevo reto, pero indudablemente muy enriquecedor y gratificante. Y en lo personal, una vez más he explorado mis límites. Y que cuando crees que no puedes más, siempre puedes más. Me llevo momentos, sensaciones, emociones y personas que se quedarán conmigo para siempre.

—[C.B.] Ha sido una experiencia única. Quién me iba a decir que iba a estar 40 días viviendo en un hotel, lejos de la familia y amigos. Aunque tengo que decir que siempre estuvimos rodeadas de buenas personas que nos apoyaron y cuidaron, llegando a crear ‘nuestra familia Alcora’. Creo que hasta ahora éste ha sido el mayor reto tanto profesional como personal al que me he enfrentado. Me siento muy agradecida de que me hayan dado esta oportunidad y que hayan confiado en mí para este gran proyecto.

—¿Repetirían la experiencia de estar al frente de una misión de estas características?
—[C.B] Sin ninguna duda, ha sido una misión dura pero muy gratificante.

—[A.L] Por supuesto que sí. Por suerte, la memoria siempre olvida lo malo y se queda con lo bueno, y la satisfacción del trabajo bien hecho es mucho mayor que la dureza del principio. No cabe duda de que hoy somos un poquito mejores que ayer. Y eso le da sentido a todo. Estoy preparada para lo que venga.

—¿Qué mensaje enviarían a la ciudadanía tras lo vivido?
—[A.L] Que se tomen con calma la desescalada, por favor. El virus no ha desaparecido. No hay campañas en televisión que plasmen la realidad de lo que hemos vivido. La gente es menos responsable porque no lo ve y no lo tiene cerca. Muchas personas han muerto solas, y no sólo los más mayores. Pedimos que se respeten las medidas de seguridad y de higiene, y que seamos conscientes de la enfermedad. Esto solo podemos vencerlo todos juntos.

Residencia Santa Teresa: una parte del pueblo

SAMU sigue adelante en su estrategia de expansión en todos los territorios de España. Si en anteriores números de Revista SAMU hemos reseñado los proyectos en marcha en las Islas Canarias y en Asturias, hoy queremos detenernos en Castilla-La Mancha.

En el pequeño pueblo de Villafranca de los Caballeros (Toledo) está la residencia Santa Teresa, donde viven 34 personas con discapacidad intelectual entre leve y moderada, todas con una plaza subvencionada por la Consejería de Servicios Sociales. Es un lugar ideal para un centro como éste, según explica Sonia Oliver, su directora: “Es un pueblo pequeño [de unos 5.000 habitantes], con lo que la interacción es más fácil. No es un entorno complejo en el que tengan que acceder a transporte o centros comerciales. A veces, los residentes hasta toman café con las vecinas”.

La cercanía facilita la vida comunitaria, que es uno de los grandes objetivos del centro. “Todas las intervenciones tienen que basarse en la planificación centrada en la persona”, explica la directora, que resalta que la promoción de la autonomía personal está por encima de todo. Es un modelo de intervención basado en ocho ejes y que implica derechos, inclusión, dar voz a las personas y, en definitiva, dignificarlas y conferirles el poder de decidir sobre su vida. A partir de esas premisas se organizan los apoyos para que lo logren.

De esta forma, los usuarios de Santa Teresa van ganando en autonomía, aprendiendo a elegir. Y la autonomía, dice Oliver, es dignidad. “Cuanto más autónomos por más tiempo, más calidad de vida”.
Premio del Carnaval y un programa de radio.

Llevan en el pueblo desde 2015 y la integración es cada vez mejor. Por la mañana los residentes que pueden van a centros ocupacionales, mientras otros (en función de su edad o de sus características) la pasan en la residencia. Por la tarde llega el momento de las actividades en la comunidad, que son de lo más variado: desde clases de informática a cerámica, pasando por música, estimulación cognitiva o deporte inclusivo. Actividades que organiza el ayuntamiento y en las que participan los residentes de Santa Teresa. “Eso es la inclusión, no montar talleres aparte”.

Pero sin duda, lo que más disfrutan los usuarios son las actividades lúdicas. Los residentes de Santa Teresa han vendido sus propios llaveros, marcapáginas y pendientes en mercadillos medievales, han hecho representaciones teatrales en pasacalles y hasta han ganado un premio en el concurso de disfraces de carnaval. La mitad del premio, 100 euros, la donaron a la Protectora de Animales, donde algunos de ellos realizan voluntariado sacando a pasear los perros. Otro de sus grandes hitos es un programa de radio, que en los días de actividades restringidas en el exterior funcionó a pleno rendimiento.

La crisis sanitaria que vivimos también ha puesto en duda sus vacaciones de verano. El año pasado fueron a Asturias, y este año pensaban pasarlas en Fuengirola (Málaga).

La mayoría han comprendido la gravedad de la situación y se han volcado con el personal del centro, a quienes agradecieron su trabajo en un emocionante vídeo. “No hacemos más que nuestro trabajo, pero llevamos unos días de muchos nervios y tensión para intentar protegerlos”, explica la directora.
Esa sensación de protección es fundamental para ellos, y el cambio social y de hábitos provocado por el coronavirus ha sido drástico para sus vidas.

Ya desde un par de días antes de la declaración del estado de alarma decidieron que debían quedarse en el centro. Lo comentaron en una asamblea y, a partir de entonces, reorganizaron todas las actividades para realizarlas dentro de la residencia. Así que fueron días de mucho bingo, de cine, de yoga y pilates, de costura y hasta de preparar una procesión de Semana Santa para los días más señalados, Jueves y Viernes Santo. Siempre dentro del centro, claro.

“El alcalde de Villafranca de los Caballeros siempre dice la misma frase: el pueblo es mejor desde que estáis vosotros aquí”, cuenta Sonia Oliver a los usuarios de este centro, que ya vuelve a disfrutar de una vida más normalizada tras el fin del confinamiento y del estado de alarma.

Graduación en Escuela SAMU: otro formato, misma ilusión

Dos años y una pandemia mundial después, los alumnos de los tres ciclos de Formación Profesional (FP) que programa Escuela SAMU han logrado graduarse y celebrar su éxito en un acto tan atípico como lo ha sido este curso 2019-2020.

Tradicionalmente, el acto de graduación de Escuela SAMU se ha celebrado en la Universidad CEU San Pablo y en él se han congregado, con sus mejores galas, todos los alumnos de la escuela que terminan sus estudios tanto de máster como de FP, acompañados por sus familiares. Sin embargo, este año, la Covid-19 ha obligado a cambiar esta planificación y a celebrar el acto de graduación a puerta cerrada, en el salón de actos del Ayuntamiento de Gelves. Las corbatas y pajaritas de ellos y los vestidos largos de ellas han sido sustituidos por mascarillas y geles hidroalcohólicos; y los familiares de estos nuevos profesionales sanitarios se han tenido que conformar con ver el acto en streaming.

Además, en esta ocasión, sólo se han podido graduar los alumnos de los ciclos de FP en Técnico en Emergencias Sanitarias (TES), Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) y Técnico Superior en Integración Social (TSIS), ya que los alumnos del máster de Enfermería, debido al confinamiento, no han podido concluir sus estudios, que se reanudarán en septiembre.

En total, unos 80 alumnos han logrado graduarse este año, de los cuales solo 25 pudieron acudir a este acto, en el que se cuidaron todas las normas de seguridad, incluido el distanciamiento social dentro del salón de actos.

Entre los jóvenes se palpaba una euforia contenida; un querer abrazar al compañero que le ha apoyado y al profesor que le ha guiado durante estos dos años pero no poder hacerlo. Faltaban besos, abrazos y otras muestras de cariño tan presentes en actos de graduaciones anteriores, pero no la ilusión y el orgullo del trabajo bien hecho.

“Me parece mentira estar aquí hoy. Hace tan sólo una semana no sabíamos si íbamos a poder celebrar este acto de graduación y tampoco en qué condiciones”, señaló durante su intervención Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU, que presidió el acto junto a Alicia Oliveros, delegada de Cultura del Ayuntamiento de Gelves; y Andrés Rodríguez, instructor de Escuela SAMU.

Ha sido un año muy convulso, pero hemos logrado crecido con la adversidad. Impartir las clases de forma telemática ha sido todo un reto y ha roto todos los paradigmas de nuestra Escuela, pero la mayoría de ustedes han participado en los diferentes dispositivos que SAMU ha puesto en marcha para combatir la pandemia y han aprendido la profesión desde dentro. Esta es la mejor escuela que os podríamos haber dado. Hoy se convierten en personas más extraordinarias”, manifestó el profesor Andrés Rodríguez.

Los alumnos Rocío Bravo (Tcae) e Ignacio Pavón (TES) fueron los encargados de hablar en nombre de sus compañeros. Ambos elogiaron a sus profesores que, a pesar de la adversidad, no han dudado en continuar con sus clases on line “aunque eso supusiera no dormir tras una dura guardia en el Hotel Alcora o encontrarse en la distancia, en La Línea (Cádiz)”.

“Cuando entramos en el Hotel Alcora, no sabíamos dónde nos habíamos metido. Teníamos miedo de’ coger el bicho’ y los días eran durísimos, pero el aprendizaje ha sido tan grande que volvería a hacerlo sin lugar a dudas”, señaló Ignacio Pavón.

Tras la entrega de los diplomas acreditativos, los profesores quisieron destacar el esfuerzo de Carolina González (Tcae) y María Rocío Somet Lauriño (TSIS), las estudiantes con los mejores expedientes en cada uno de sus ciclos.

El doctor Carlos Álvarez Leiva, fundador de SAMU, también quiso dedicar unas palabras a los recién graduados, a los que recordó la importancia de la gestión de la incertidumbre y la organización para hacer frente a cualquier adversidad. “La crisis vivida nos ha colocado en el futuro nos guste o no” , señaló Álvarez Leiva, que esbozó cómo los avances tecnológicos van a transformar de forma radical la profesión sanitaria en los próximos años. “Esa revolución va a demandar nuevos perfiles profesionales, sois vosotros los destinados a desempeñar un papel protagonista en este futuro que solo estamos empezando a vivir”, apuntó.

Álvarez Leiva también felicitó a todo el equipo de la Escuela por el “tremendo esfuerzo” realizado durante estos últimos meses para adaptar de forma súbita sus rutinas formativas a la situación de confinamiento. Porque, a pesar del estado de alarma, el cierre de las aulas de Gelves, las clases online, los simulacros virtuales, las guardias con pacientes enfermos de Covid-19, la falta de sueño y las graduaciones con mascarillas, como repite sin descanso Juan González de Escalda: “Hoy es un gran día”.

40 años de ambulancias en SAMU: la evolución de una especie

La primera UVI-Móvil que realizó servicios de emergencias en España llevaba el sello de SAMU. Fue el doctor Carlos Álvarez Leiva, fundador de esta organización, quien introdujo este vehículo en el país en 1981, año en el que nació SAMU. A partir de esta fecha, la entidad fue la encargada de la cobertura sanitaria de grandes eventos como la Feria o el Rocío, además de realizar en Sevilla traslados de pacientes críticos y atender los servicios de emergencias que ocurrían en la calle, trabajo que diez años después comenzó a realizar la Empresa Pública de Emergencias Sanitarias (EPES-061).

SAMU es hoy una entidad especializada en los ámbitos de la salud y la acción social con casi cuarenta años de existencia y una plantilla de más de 1.700 profesionales cuyos principales ámbitos de actuación son la salud y las emergencias, la formación, la atención a la diversidad funcional y la gestión de menores, pero su origen siempre estará en las ambulancias y el traslado de pacientes.

Uno de los primeros acontecimientos en los que estuvo presente una ambulancia de SAMU fue durante los preparativos y la celebración de la Exposición Universal de Sevilla 92.

“Detrás de la primer grúa que entró en ese erial que era entonces la isla de la Cartuja, que acogió la Expo’92, iba una ambulancia de SAMU. Fuimos los primeros en entrar, y aquí seguimos casi 40 años”, recordaba Carlos Álvarez Leiva en una entrevista con motivo del 25 aniversario de la Expo’92. “Los operarios trabajaban en tres turnos y tenía que haber un dispositivo sanitario siempre con ellos. Durante dos meses estuvimos durmiendo en la ambulancia, pasando muchísimo frío por las noches, porque ahí no había nada construido”.

Más de 60 personas formaron el equipo sanitario de SAMU en turnos de 24 horas. Su labor principal era el traslado a los hospitales de pacientes críticos y la asistencia de las distintas personalidades internacionales que acudieron al evento, como jefes de estado y presidentes de Gobierno, y la de los más de 40 millones de visitantes que acudieron a la Expo.

“Principalmente, atendimos lipotimias, intolerancias digestivas, pequeñas erosiones en la piel, frecuentes en personas que llevan mucho tiempo andando, alergias severas, crisis diabéticas y crisis epilépticas”, explicaba el doctor Álvarez Leiva. “Fue todo un éxito. De las más de 30.000 asistencias, sólo hubo una queja. Todo el mundo conocía cuál era su función. Existía una jerarquía asistencial muy bien estructurada y contábamos con una red de apoyo de especialistas, además de intérpretes permanentes de inglés, francés y alemán”.

Siete años más tarde, en 1999, SAMU empezó a prestar el servicio de emergencias en Málaga. En 2011, se activó en Huelva; y en 2017, SAMU abrió una base de emergencias en Tánger (Marruecos).

Actualmente, la entidad cuenta con dos servicios de ambulancias. Por un lado está el traslado de pacientes críticos, servicio para el que se utilizan las llamadas “ambulancias blancas”, una UVI móvil completa en la que viajan un Técnico en Emergencias Sanitarias, un médico y un enfermero.

El segundo producto que ofrece SAMU son servicios privados y dispositivos de riesgo previsible (DRP). Aquí se utilizan las conocidas por la plantilla de SAMU como “ambulancias amarillas”, que son las que acuden a las coberturas sanitarias de eventos deportivos como la tradicional Carrera Nocturna del Guadalquivir, la Maratón de Sevilla, la Titán Desert en Arabia Saudí o los partidos de fútbol disputados en el Estadio Sánchez-Pizjuán, donde juega el Sevilla FC.

“SAMU cuenta con una plantilla de más de 90 personas en el servicio de ambulancias, todas ellas formadas en Escuela SAMU”, detalla Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU. “Aquí todos hacemos de todo e intentamos tocar todos los palos. Todos tenemos una ocupación principal pero también participamos en otros servicios. Sólo un pequeño grupo se dedica exclusivamente al traslado de críticos, pero por lo general, los instructores de la Escuela también participan en los DRP o en el traslado de pacientes críticos, por ejemplo”.

Hoy, SAMU cuenta con una flota de 18 ambulancias distribuidas en las bases de Sevilla (isla de la Cartuja), Málaga, Huelva, Madrid y Tánger (Marruecos).

Además, a finales de 2019, SAMU puso en marcha una nueva plataforma para la reserva de sus servicios de ambulancia de forma fácil, rápida y cómoda, a través de una página web, y con todas las garantías de una de las organizaciones líderes del sector. El objetivo de esta iniciativa es dar respuesta rápida a los usuarios de este tipo de servicios, cada vez más demandados.

A través de la página web ambulanciassamu.es, cualquier persona puede contratar en solo unos minutos una ambulancia para diferentes tipos de servicios, como traslado de pacientes, competiciones deportivas, actividades culturales, bodas, exposiciones y congresos, fiestas populares o cualquier tipo de evento.

Los servicios son de gran versatilidad y capacidad de individualización. Van desde la activación de una ambulancia convencional con Técnico en Emergencias Sanitarias y su dotación de material electromédico, y el refuerzo de esta cobertura con enfermero para una mayor capacidad asistencial e incluso con un médico para una gestión completa de cualquier incidencia sanitaria, hasta la inclusión de varios recursos de distintas categorías (ambulancias colectivas, convencionales y UVI-móviles). El servicio puede incluso contemplar el diseño personalizado de un plan de autoprotección y su ejecución, para una actividad de gran aforo.

En estos casi 40 años no sólo ha evolucionado la idiosincrasia de SAMU y el servicio por el cual nació, sino también el diseño de sus ambulancias. Atrás quedó aquel vehículo de intervención inmediata blanco, sencillo y sin comodidades que se utilizó durante la Expo’92 y cuyo único diseño eran dos franjas rojas, una arriba y otra abajo, entre las cuales se podía leer ‘Sanidad’.

Recientemente, SAMU ha presentado su nueva ambulancia con un diseño revolucionario. Entre las características de esta nueva UVI-Móvil destacan un serigrafiado integral en material reflectante y un puente de luces integrado de última generación. SAMU ha contado con la colaboración de las empresas Rodríguez López, JPP Electrónica y Avery para su desarrollo.

“Según explica el proveedor, ésta es la primera UVI Móvil que cuenta con un rotulado integral reflectante. Por lo general, las ambulancias más vanguardistas sólo tienen una parte del rótulo reflectante, por lo que la nueva UVI de SAMU es un proyecto pionero”, explica Thomas Couyotopoulo. “El objetivo principal es conseguir una mayor visibilidad en todas las condiciones posibles y, por tanto, lograr una mayor seguridad pasiva para el vehículo, sus ocupantes y los demás usuarios”.

Una de las primeras salidas de esta nueva ambulancia ha sido durante la reanudación de la Liga española de fútbol, durante el partido del Sevilla FC y el Real Betis, derbi sevillano que se jugó en el Estadio Sánchez-Pizjuán el 11 de junio. Desde ahora, será un elemento común del paisaje de las carreteras de Andalucía y de todo el país.

El nuevo coche Triple Zero: Rápido (y limpio) como el viento

Cero emisiones en desplazamientos, cero emisiones en energía diurna y cero emisiones en energía nocturna. Así es el primer coche eléctrico alimentado por placas solares que SAMU ha incorporado a su dispositivo de emergencias, un proyecto I+D+i bautizado como Triple Zero y en cuyo desarrollo han participado los departamentos de Sostenibilidad e Innovación de SAMU, Escuela SAMU y SAMU Emergencias, con el apoyo de Renault. La primera unidad, cuyas fotografías ilustran este reportaje, ya está plenamente integrada en las rutinas de la entidad.

“Nuestro objetivo era crear un vehículo de intervención rápida que pudiera llegar de manera inmediata a un punto y tuviera los recursos necesarios para mantener con vida a una persona mientras llega la asistencia, al mismo tiempo que somos respetuosos con el medio ambiente y ayudamos a preservar nuestro planeta”, explica Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU. “Cumple una necesidad inmediata de la acción de nuestros equipos, pero también pensamos en el mañana y en nuestro compromiso con la sociedad”.

Los objetivos específicos de SAMU eran crear un Vehículo de Intervención Rápida (VIR) de cero emisiones; reducir el impacto ecológico de la Escuela SAMU, en cuyas instalaciones se encuentra su aparcamiento; reducir el impacto ecológico de los vehículos de intervención en emergencias; y reforzar la imagen de marca responsable de SAMU y del resto de las entidades colaboradoras en el proyecto, entre las que se encuentra Renault Syrsa y la entidad de banca sostenible Triodos Bank.

Este vehículo, un Renault Twizy 80, se alimenta por placas solares durante el día y se abastece de electricidad proveniente de energías renovables el resto del tiempo. Con 80 kilómetros de autonomía y una velocidad máxima de 100 kilómetros por hora, el equipo de I+D+i de SAMU ha elegido el modelo Renault Twizy 80 por sus reducidas dimensiones, que confieren a este vehículo una maniobrabilidad excelente, permitiendo su acceso a zonas complejas.

“Sus dimensiones permiten también su utilización en eventos deportivos sin generar ningún obstáculo para los deportistas”, explica González de Escalada. Asimismo, sus dos plazas útiles le permiten transportar a un médico y a un enfermero o a un técnico en emergencias sanitarias (TES) y a un enfermero, en función del tipo de cobertura que esté realizando la entidad.

Este vehículo fue probado por primera vez en los dispositivos de emergencias desplegados por SAMU con motivo de la última Carrera Nocturna del Guadalquivir, celebrada en Sevilla en septiembre. También ha intervenido en otros importantes eventos en los que participa SAMU como la Maratón de Sevilla y lo hará en las diferentes carreras populares organizadas por el Instituto Municipal de Deportes del Ayuntamiento de Sevilla, cuando las administraciones retomen su calendario de competiciones deportivas tras la crisis sanitaria.

“Hay que luchar por limpiar el aire y por preservar el medio ambiente”, señala el director general de SAMU, Carlos González de Escalada. “El Proyecto Triple Zero es una declaración de intenciones. Es un vehículo que salva vidas de forma sostenible”.