Agenda 2030: La responsabilidad de mejorar la vida de otras personas
El concepto moderno de responsabilidad social corporativa (en adelante, RSC), tal y como lo conocemos hoy, se originó probablemente a partir de la década de 1950 en Estados Unidos, cuando tuvieron lugar muchos debates públicos sobre la responsabilidad empresarial y se publicaron los primeros resultados científicos.
En el artículo Social responsibilities of the businessman (Responsabilidades sociales del hombre de negocios), su autor, Howard R. Bowen, describió la responsabilidad social corporativa como una consecuencia lógica de la responsabilidad social del individuo hacia la sociedad. Sin embargo, por aquella época, la mayoría de las empresas aún no sentían el deber de trabajar consciente y activamente por una orientación empresarial moral. La máxima del crecimiento económico por sí solo seguía determinando la ética comercial.
A partir de los años setenta, sin embargo, las instituciones socialmente activas que podían y debían tener una influencia positiva en la orientación moral de la sociedad fueron cada vez más reconocidas en las empresas. Antes del cambio de milenio, sin embargo, la RSC consistía en un deseo más que en un ideal al que debía adaptarse el comportamiento de las empresas.
Como resultado de la creciente atención prestada a la protección del medio ambiente y a las cuestiones éticas en medio de un mundo globalizado, la RSC fue cobrando cada vez más importancia. Además, el triunfo de internet supuso que las empresas que actuaban de forma irresponsable sufrieran un daño instantáneo en su imagen cuando se dieron a conocer malas praxis en determinados ámbitos y todo tipo de quejas en las redes sociales.
En definitiva, la RSC ha pasado de ser una mera teoría a una importante área de trabajo para todas las grandes empresas puesto que su objetivo es devolver a la comunidad en la que operan el impacto que sus actividades generan sobre sus clientes, empleados, accionistas, comunidades locales, medio ambiente y sobre la sociedad en general. Ello implica, además del cumplimiento de la legislación vigente, abordar cualquier otra acción voluntaria que la empresa quiera emprender en este sentido. Es una actuación transversal que abarca todas las unidades de negocio de la empresa implicando un comportamiento ético.
Queremos hacer referencia al concepto de sostenibilidad ya que es una realidad que se viene gestando hace unos años y hoy en día ocupa un papel importante en todas las organizaciones, apareciendo en las líneas estratégicas de la empresa y siendo una exigencia no sólo a nivel legal. Sabemos que la sostenibilidad está obligada a formar parte de la cultura corporativa con una visión a largo plazo. Fruto de esta exigencia cada vez mayor se van generando conceptos que pueden parecer sinónimos pero que no lo son, como es por ejemplo el tema de la RSC.
Según la RAE, la sostenibilidad es la capacidad de mantenerse durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Es gestionar, en palabras simples, los recursos para satisfacer las necesidades actuales sin poner en riesgo las necesidades del futuro. Estando enmarcada dentro del respeto al medio ambiente, se ha ido ampliando a otras actuaciones: la empresa no sólo utiliza recursos naturales, sino también humanos o financieros, entre otros.
El ADN de la empresa
Hay una convergencia entre la RSC y la sostenibilidad, ambas guardan mucha relación entre sí, siendo la visión a largo plazo lo que suma la sostenibilidad, incorporándose al ADN de la empresa y formando parte de nuestros objetivos empresariales.
Referenciada ya la diferencia sutil entre ambos términos, ambas tienen grandes beneficios en cuanto a la reputación empresarial. Como se refleja en el artículo de Synergie España, la RSC, en gran medida, es motivo de orgullo no sólo para las personas que trabajan en ellas y, por tanto, para la atracción y retención de talento, sino también para inversores, proveedores, socios, clientes y la sociedad en general. Mejoran la imagen de marca, constituyen una ventaja competitiva y están mejor preparadas para relacionarse con administraciones, empresas y medios de comunicación. En este sentido, la RSC se puede desarrollar en ámbitos muy diferenciados, depende de los intereses de la empresa, del lugar donde operan y de la sensibilidad frente a determinados asuntos como la infancia, la desigualdad o el desarrollo comunitario de su zona, entre otros.
Una de las características de las acciones de la RSC es su gran visibilidad. Los mensajes calan en la sociedad, que es uno de sus principales objetivos. Podemos ver algunos ejemplos: Mercadona ha fundamentado su estrategia de RSC en las personas con necesidades especiales de alimentación. Una de las cualidades que más se destacan a la hora de hablar de esta cadena de supermercados es el gran catálogo de productos sin gluten para personas celiacas. Pero también es interesante comprobar cómo trascienden determinadas medidas de employer branding gracias a las cuales sabemos que sus empleados tienen determinadas condiciones laborales muy beneficiosas.
Otro caso es el de IKEA. La multinacional sueca de los muebles fundamenta parte de su estrategia de RSC en el uso de materiales renovables, los plásticos recogidos de los océanos o la eliminación de todos aquellos plásticos que solo sean de un solo uso.
En SAMU y Fundación SAMU tenemos asumidos los valores de la RSC desde sus inicios, hace ya más de 40 años, trabajando con colectivos desfavorecidos y vulnerables, apoyando proyectos y misiones de ayuda humanitaria tanto en el ámbito social como sanitario y convirtiéndonos en una entidad referente tanto a nivel nacional como internacional en este área.
La acogida a personas migrantes que cruzan la frontera de México a Estados Unidos y los refugiados por el conflicto Rusia-Ucrania son dos de los últimos proyectos en los que hemos participado recientemente ofreciendo cobertura tanto sanitaria como social.
Aunque no sólo trabajamos la RSC en conflictos internacionales o catástrofes, la trabajamos día a día a nivel local formando a jóvenes y adultos en Soporte Vital Básico (SVB), sensibilizando a la población de la importancia de saber actuar ante una parada cardiorrespiratoria, cubriendo dispositivos de riesgo previsibles en eventos solidarios y apoyando la comunidad con otro tipo de acciones como el voluntariado en la Gran Campaña de Recogida de Alimentos del Banco de Alimentos de Sevilla, apoyando la limpieza de los márgenes del río o zonas verdes…
En este compromiso de la entidad hacia su entorno se concreta nuestra RSC, esforzándonos cada día en mejorar la vida de otras personas y en definitiva en hacer lo que mejor sabemos hacer, salvar vidas.
Por ROCÍO ÁLVAREZ / Directora del área de Sostenibilidad de SAMU.