“Queremos devolverle a España la ayuda que nos está ofreciendo”
Entrevista a Rashid y Nourdine, menores en acogida en un centro de SAMU
Rashid, de 16 años, llegó a España en julio tras cruzar el Estrecho de Gibraltar en patera desde Marruecos. Una vez aquí, animó a su hermano Nourdine, dos años menor, a seguir sus pasos en busca de un futuro mejor. El destino ha hecho que los dos hermanos vuelvan a encontrarse en un centro de Granada.
—¿Qué os impulsó a abandonar Marruecos y emigrar a España?
—La falta de derechos y libertades y la inseguridad que existe en Marruecos, principalmente, aunque los motivos que nos impulsaron a iniciar un proceso migratorio son muchos más. Venimos a España buscando un futuro estable, algo que mi propio país no me podía proporcionar, ni a mi hermano ni a mí, ni a los miles de menores que se suben en una patera diariamente. Buscamos formación, un trabajo con un horario y un sueldo digno, donde no se nos haga trabajar diariamente durante doce horas. Y en el futuro, poder devolverle a España la acogida y lo que ahora nos ofrece por ser menores de edad. Queremos vivir en España, los niños tienen derechos, al igual que las mujeres y las personas mayores o cualquier otro ciudadano, algo que en nuestro país no ocurre.
—¿Qué fue lo primero que pensasteis cuando os subisteis a la patera?
—Rashid: Lo único que pensaba en ese momento era en si volvería a ver a mis padres. Ése era mi único y gran miedo.
—Nourdine: Tanto yo como el resto de jóvenes que íbamos en la patera sentimos mucho miedo en ese momento, sobre todo, al pensar que nuestro sueño podría no cumplirse, que podríamos naufragar y no llegar a tierra. Era una sensación muy extraña. Por un lado, teníamos claro que nos subíamos a aquella patera en busca de un futuro mejor. Pero, por otro lado, no podías evitar pensar en la idea de que quizás no saliésemos vivos del mar.
—Nourdine, tú llegaste a las costas andaluzas dos meses más tarde que tu hermano. ¿Fue su experiencia la que te animó a venir a España?
—Si, claramente sí. Rashid me hablaba todos los días e intentaba convencerme de que me subiera a una patera y viajara a España. No paraba de repetirme que no tuviera miedo, que me arriesgara porque lo que me iba a encontrar aquí era mucho mejor que lo que tenía en Marruecos. También me contaba las horas de angustia por las que tendría que pasar hasta llegar a tierra, pero que el futuro que él estaba viviendo minimizaba el miedo y hacía que todo el sufrimiento mereciera la pena.
—¿Cuáles son vuestros objetivos a largo plazo?
—Mis objetivos son poder tener un trabajo, sanidad, libertad de expresión, derechos igualitarios para todos, sin depender de si eres rico o pobre, y poder formar una familia normal, con mi mujer y mis hijos, sin pensar si mis hijos van a tener que subirse también a una patera y arriesgar su vida. Entre mis objetivos también está el formar parte de una sociedad con igualdad de oportunidades y poder contribuir a ello dentro de mis posibilidades. Quiero en un futuro devolver la ayuda que la Fundación SAMU y el Servicio de Protección de Menores de la Junta de Andalucía nos está proporcionando ahora, especialmente en lo que se refiere a nuestra integración en la sociedad.
—¿Podrías cumplir esos objetivos en Marruecos?
—Rotundamente no. No puedo cumplir estos objetivos en un país donde no existen ni los derechos ni la libertad, donde no es fácil asistir al colegio, donde la explotación laboral es lo común y donde el trabajo no tiene un mínimo remunerado.
—¿Qué habéis sentido al encontraros de nuevo tras varios meses y en un país distinto?
—Nourdine: Yo siempre he tenido el presentimiento de que iba a reencontrarme con mi hermano y acabaríamos juntos de una u otra forma. Aquí en Granada, junto a Rashid y en el centro de acogida de SAMU me siento seguro y tranquilo, como en casa. Mi hermano Rashid me contaba cuando yo aún seguía en Marruecos que en este centro de Atención Inmediata de SAMU la convivencia es muy buena y los profesionales han logrado crear una gran familia entre todos los que viven aquí. Esta cercanía y familiaridad me hacen sentirme bien y, sobre todo, sin miedo a encarar mi mayoría de edad. Ahora me siento más confiado y seguro de mí mismo, como si estuviera en casa. Sólo puedo dar las gracias a la Fundación SAMU por darme la oportunidad de reencontrarme con mi hermano y que juntos podamos comenzar una etapa nueva y un mejor futuro.
—Rashid: Jamás olvidaré el momento en el que vi a mi hermano después de tres meses. Estaba en mi habitación, la educadora social del centro tocó la puerta y sólo dijo mi nombre. En ese momento vi a mi hermano, di un salto hacia él y nos dimos un largo abrazo. Sentí paz y tranquilidad, además de una profunda alegría. El reencuentro en España y estar juntos nos hace más fuertes a la hora de luchar por nuestro futuro.