Jóvenes en ISL Valencina.

El apoyo necesario cuando se es mujer, menor y migrante

Cuando elegimos una profesión y, además, lo hacemos de forma vocacional, la decisión suele basarse en que confías en los valores que inspiran dicha actividad profesional, además de compartir los objetivos de la misma. En el caso de la psicología, estos valores pueden resumirse básicamente en ayudar a los demás y promover el bienestar de las personas. A lo largo de los nueve años que llevo dedicándome a la psicología, he podido observar que la mayoría de los psicólogos con los que he trabajado, incluyéndome a mí misma, se identifican con estos valores, poniéndolos por delante de los intereses personales. Es por ello que puedo decir en voz alta que me siento orgullosa de la profesión a la que pertenezco y, por supuesto, de poder ejercer como tal.

Pero aunque se trate de una realidad cotidiana, hay ocasiones en las que esta vocación de ayuda se hace más palpable, por ejemplo, cuando trabajo con colectivos sumamente vulnerables y donde rendirse no cuenta como opción. Hablamos de menores extranjeros no acompañados que, por un motivo u otro, vienen encadenados a sucesos traumáticos. Todo ello con el agravante de que se trata de acontecimientos vitales estresantes de larga duración, por lo que sus efectos sobre su salud en general, y la salud mental en particular, son mucho mayores.

Nadie mejor que la propia persona que experimenta el proceso de migración sabe lo que significa la palabra refugiado. Nadie conoce su realidad y lo que implica dejar atrás lo más querido, pasar miedo e, incluso, terror por no saber lo que le deparará el futuro desde el mismo día en que parte de su país de origen.

Actualmente, me encuentro sumida en esta realidad, en la cual, no solo es necesario contar con competencias profesionales para garantizar el bienestar de nuestros menores, si no con competencias personales que ayuden al profesional día a día a lidiar con esta realidad. Y esto debe hacerle junto al resto de profesionales del equipo que se encuentran al pie del cañón y que son, cada día, un apoyo imprescindible para que, de manera conjunta, podamos hacer que estas personas forjen nuevas realidades y tengan oportunidades.

Mi trabajo como psicóloga

Me gustaría hacer hincapié en la situación de las menores atendidas en el DISL Valencina, recurso gestionado por Fundación SAMU en la provincia de Sevilla. En este caso, a todo lo ya expresado, hay que sumar el factor de género y que, por su condición de mujeres y de raza, están más expuestas a todo tipo de abusos y malos tratos tanto en los países de origen como en los de tránsito y destino. Es en este punto donde la labor de la psicóloga en la intervención con menores que presentan un proyecto migratorio adquiere una especial importancia.

En el DISL Valencina atendemos a chicas menores de edad que, no solo les motiva para emigrar la creencia de que solo en Europa tendrán una oportunidad para acceder al mercado laboral, sino, también, la intención de alejarse de un pasado y una situación conflictiva que son consecuencias de roles de género muy marcados en sus países de origen. Esto, en la mayoría de los casos, desencadena alteraciones en la salud mental y un desequilibrio emocional.

Durante las primeras intervenciones con las menores, he podido observar, principalmente, sentimientos de frustración, incomprensión e impotencia. Estos sentimientos nacen de la incapacidad de comunicarse. Y no me refiero únicamente a la barrera idiomática, sino porque también se sienten presas de su espacio de origen y agredidas por un pasado que les corta la palabra y les impide actuar. Ahí es cuando te das cuenta que ese silencio continuo esconde una historia dolorosa. Quizás, el aspecto más relevante como generador de angustia sea el ser víctimas de trata y de contratos maritales, situaciones que anula absolutamente su capacidad de decisión por el hecho cultural de ser mujer.

En el proceso de este duelo, las chicas suelen generar emociones agresivas que se canalizan en forma de sentimientos como la tristeza, la frustración o la ansiedad. Y, si además, estas jóvenes han sido educadas culturamente para enmascarar estas emociones y resistir o soportar una situación desagradable de manera pasiva sin luchar o presionar para cambiar esta situación, el bloqueo mental es mayor y la intervención con ellas se vuelve más compleja. El hándicap está en que, debido a la transición a la mayoría de edad, vamos a contrarreloj para poder ofrecer una intervención completa antes de que se emancipen.

Actuación

En este sentido, generar herramientas psicosociales y de empoderamiento a la hora de abordar el duelo migratorio se convierte en el objetivo principal cuando en el centro trabajamos con ellas. Esto lo logramos a través de terapias individuales y grupales, donde se sienten comprendidas.

Psicológicamente, estas menores sufren inestabilidad emocional, tienen una gran dificultad para expresar sentimientos y emociones e, incluso, en ocasiones, padecen una depresión latente. Además, suelen ser menores altamente influenciables por su grupo de iguales y con una fuerte necesidad de recompensa inmediata. Viven el día a día sin planificación futura, en busca constante de sensaciones nuevas y la adquisición de dinero fácil para poder llevar una vida utópica.

Las técnicas de relajación, la reestructuración cognitiva, el autoconocimiento, la gestión de emociones, el empoderamiento, la resolución de conflictos, el abordaje de la ansiedad, el desarrollo de habilidades sociales, el conocimiento de los derechos de la mujer y los talleres sobre enfermedades de transmisión sexual son los principales puntos que debemos trabajar con ellas.

De igual manera, poder acceder a entidades que ofrecen una atención más especializada a través de programas de apoyo psicoterapéutico en violencia de género o explotación nos ha servido para poder ofrecerles una intervención más completa.

La importancia de la figura del psicólogo

Por todo lo expuesto anteriormente, me gustaría resaltar la importancia de la figura del psicólogo o la psicóloga de los centros dirigidos a niños, niñas y adolescentes. Hasta hace menos de un año, esta figura no era obligatoria. Contar con un profesional con herramientas para poder evaluar las necesidades y las carencias que impiden su desarrollo personal y social, y diseñar un programa de intervención individual para abordar el bienestar emocional que supone el duelo migratorio de estos niños es fundamental y necesario.

Antes de finalizar, me gustaría compartir algunos mensajes claves que han favorecido el bienestar emocional de nuestras menores:

  1. Las personas sentimos y tener sentimientos negativos no es algo negativo. Es normal sentir sufrimiento, malestar, y dolor ante condiciones de vida que consideramos difíciles y duras.
  2. Hay cosas que puedo hacer para sentirme mejor. Me puedo sentir mejor si reconozco mis virtudes y perdono mis defectos, conozco los pensamientos que me hacen daño y busco pensamientos alternativos menos dolorosos.
  3. Si cuento con otros para compartir o afrontar los problemas, probablemente antes podré toman las riendas de mi vida.
  4. Tenemos derecho a disfrutar de tiempo para nosotras. El pasado se fue y el futuro no ha llegado. Centrémonos en el aquí y ahora.

Espero haber otorgado una breve visión de lo que, desde nuestro centro, desde el punto de vista psicológico y, de manera conjunta con todo el equipo profesional, supone la atención a este vulnerable colectivo y la necesidad de que sean acompañadas en su proceso hasta alcanzar las herramientas suficientes que favorezcan el empoderamiento de las mismas y así poder vivir conforme a sus ideales y principios.

Por BERTA MARTÍN GUTIÉRREZ.
Psicóloga de ISL Valencina (Sevilla)

Ikram Ben Chama

Ikram Ben Chama: “El personal de SAMU ha hecho todo lo posible por ayudarme”

Ikram Ben Chama llegó a Ceuta nadando desde Marruecos en mayo de 2021. Su único propósito era formarse y encontrar un trabajo para poder ayudar a su madre, objetivo que está poco a poco cumpliendo, de la mano del equipo de SAMU Clarín (Madrid).

—¿Por qué decidió venir a España?
—Tengo recuerdos malos de mi infancia allí. Además, por la mentalidad de los chicos marroquíes y por poder ser libre en este país. Y, por último, para labrarme un futuro en España, conseguir un trabajo y poder ayudar a mi madre.

—¿Cómo y cuándo llegó a España?
—El lunes 17 de mayo de 2021 a las siete de la tarde. Decidí nadar en la playa, desde Castillejos hasta Ceuta. Está cerca, pero fue difícil. No le dije nada a mi madre. Cuando vi que estaba abierta la frontera, entré. Sabía que en Ceuta ayudaban a las menores que llegaban sin familia.

—¿Cómo ha sido su paso por los diferentes recursos dirigidos a menores migrantes?
—Primero estuve en un centro mixto en Ceuta. No me gustó. No podíamos hacer gran cosa. Sólo comíamos y dormíamos. Después estuve en otro recurso donde solo había chicas. Allí estuve mucho mejor porque estudié un curso para ser camarera de restaurante. En Ceuta hice lo imposible por portarme bien para poder irme a Madrid. Fue entonces cuando conocí a SAMU.

—¿Cómo valora su estancia en el piso tutelado de SAMU Clarín, en Madrid?
—Estoy muy contenta. He conseguido mi sueño. Primero, hice un curso de Camarera de Piso y Ayudante de Cocina. Luego, realicé dos meses de prácticas de cocina y un mes de camarera de piso en un hotel. Después conseguí un contrato de trabajo en un hotel porque lo hice muy bien.

—¿Qué significa para usted conseguir un empleo?
—Mucho. Si no tengo trabajo no tengo nada. No podría ayudar a mi familia, no podría quedarme en España porque no conseguiría cambiar mi documentación. A mí me gusta mucho España y quiero quedarme aquí. Los españoles no quieren gente que no quiera trabajar, cosa que entiendo perfectamente.

—¿Cómo le ha ayudado SAMU?
—Desde SAMU sé que han hecho todo lo posible por ayudarme. Me han puesto en contacto con Extranjería, me han buscado cursos y prácticas, me han enseñado a formalizar un contrato, a ahorrar… Estoy muy agradecida. Ahora solo quiero trabajar y ahorrar para poder alquilar una habitación. También me gustaría volver a Marruecos a ver a mi madre y viajar a Málaga para ver a mis antiguos educadores de Ceuta y alguna amiga que se quedó allí.

Virginia Alcaraz. Profesora Asociada de la Universidad Pablo de Olavide

Virginia Alcaraz, profesora de la UPO: «Busco la inclusión social de todos a través del deporte»

Virginia Alcaraz (Sevilla, 1981) es profesora de la Facultad de Ciencias del Deporte en la UPO, donde imparte la asignatura Actividad Física y Deportiva en el Medio Natural. Desde 2016, colabora con Fundación SAMU en proyectos inclusivos en los que participa junto con sus alumnos universitarios

—¿Cuándo y cómo comenzó a colaborar con Fundación SAMU?
—Hace ya bastante tiempo que colaboro con Fundación SAMU. Mi primer contacto con la organización fue en 2016 a través de Francis Ruiz, educador de Fundación SAMU. En aquel momento yo era profesora en la Universidad de Sevilla y la idea de Francis era que colaborara con SAMU en la creación de la I Carrera Popular Inclusiva Aljarafe Integra, que finalmente se celebró en Mairena del Aljarafe en octubre de 2016. De forma conjunta, diseñamos todo el circuito. A raíz de esta primera colaboración, surgieron nuevos proyectos conjuntos, pero la pandemia nos obligó a parar.

—Tras la carrera popular, ¿qué tipo de actividades y colaboraciones llevó a cabo con SAMU?
—Cuando trabajaba aún en la Universidad de Sevilla (US), a través de una asignatura de expresión corporal, participé junto a mi compañera Nuria Castro Lemus, profesora del departamento de Motricidad Humana de la US, y a mis alumnos en actividades y montajes con SAMU Idilio, la compañía de teatro Idilio Escénico y otros grupos de artes escénicas de otras asociaciones. También, ya en la UPO, a través de mi asignatura de Actividad Física y Deportiva en el Medio Ambiente, realizamos de forma conjunta actividades deportivas diversas como orientaciones en el campo en el Parque del Alamillo, yincanas y otras actividades de diferente índole en el medio natural.

—En 2017, participó en el I Congreso Internacional de Discapacidad Intelectual, Actividad Física y Salud, en el que SAMU era uno de los organizadores.
—Cierto. Además de participar en su organización, presenté junto con un compañero una comunicación científica que formaba parte de un trabajo fin de carrera que se centraba en el estudio del estado anímico precompetitivo de las personas con parálisis cerebral que practican boccia, un deporte paralímpico. Se pretendía comprobar si estos deportistas se encontraban en óptimas condiciones psicológicas para afrontar la competición. Yo ya me he desvinculado de esta investigación, pero mi compañero Francisco Padilla continúa con ella.

—¿Sólo realiza colaboraciones con entidades especializadas en la atención de personas con discapacidad intelectual?
—No, también colaboro con otros colectivos o grupos vulnerables como personas con discapacidad, personas mayores, niños. Una de mis líneas metodológicas dentro de la docencia es el Aprendizaje-Servicio, que se basa en combinar los aprendizajes académicos con el servicio comunitario, en la intervención real, con colectivos sensibles. En mi caso, colaboro tanto con SAMU como con otras entidades dentro de esta línea pedagógica en la que mis alumnos participan y diseñan actividades en las que se puedan incluir a personas de diferentes orígenes o capacidades. Luego, en función de las necesidades de la persona o el colectivo, se hacen las adaptaciones o ajustes correspondientes. Pero la idea es siempre llevar a cabo una actividad física inclusiva desde una perspectiva participativa y formación consciente del alumnado universitario, que no se forme solo a nivel teórico, sino que se forme en intervención real.

—¿Qué objetivos persigue con este tipo de actividades?
—Son diferentes en función del participante y del destinatario. Para el alumnado, son actividades en las que buscamos formar a través de la experiencia y el contacto con la sociedad, formar a través de una concienciación y una atención a las necesidades sociales que nos encontramos. Y para los destinatarios de la actividad, el objetivo principal es la inclusión a través de la actividad física, recreativa, lúdica y, en algunos casos, competitiva. Disfrutar de la actividad física, ya sea en el medio natural adaptado, en parques urbanos o en un medio natural real, o en entornos más habituales como gimnasios o pabellones en el caso de actividades relacionadas con la danza o el teatro. El objetivo final no es otro que realizar una práctica inclusiva que nos lleva a una inclusión social a través de la actividad física y a unos beneficios tanto sociales como físicos y psicológicos.

—¿Cómo beneficia este tipo de colaboraciones a sus alumnos?
—Ellos lo valoran de forma muy positiva precisamente porque tienen mucha formación teórica. Al final se quedan con las características generales que marcan los autores sobre los diferentes colectivos, pero no tienen un contacto real con estos grupos ni una aplicación de ese conocimiento. Los alumnos agradecen estas actividades conjuntas porque ponen en práctica lo aprendido y corrigen, entre comillas, esas concepciones que van adquiriendo en las diferentes asignaturas. Es un aprendizaje más global e integrador.

—¿Y a las personas con discapacidad intelectual y al resto de colectivos con los que trabaja, cómo les beneficia esta colaboración?
—Diría que de forma muy positiva también porque todo el mundo repite. Las valoraciones que recogemos tras la actividad siempre son buenas y nos dicen que les gustaría que hiciéramos más actividades conjuntas. Por culpa de la pandemia, hemos estado mucho tiempo parados. Este curso, aunque no hemos podido tampoco estar al 100%, hemos podido empezar a retomar algunas actividades conjuntas a partir de febrero o marzo. Pero en años anteriores, antes de la pandemia, sí tuvimos experiencias muy positivas y resultados muy interesantes. El boca a boca nos ha permitido contactar con otras entidades y colectivos.

—Aunque hayan sido pocas, ¿qué actividades concretas habéis podido llevar a cabo junto con Fundación SAMU este curso?
—Este año sólo se ha llevado a cabo una pequeña actividad por el tema de la pandemia. Se hizo un circuito multiaventura en el campus de la Pablo de Olavide en el que los participantes hicieron equipos inclusivos en los que había personas con discapacidad y alumnos universitarios. Fue una experiencia muy positiva en la que tanto alumnos como participantes se mostraron muy contentos con la actividad, aunque nos hizo un día con muchísimo calor. No queríamos cerrar el año en blanco otra vez, por eso decidimos organizar esta actividad, un poco de manera simbólica. El objetivo era volver a entrar en contacto un poco con la naturaleza.

—Y para el próximo curso, ¿qué proyectos tiene en mente?
—Hay un proyecto por ahí pendiente que está metido en un cajón desde hace tiempo y que quizás retomemos. Supongo que el próximo curso reanudaremos las colaboraciones de forma progresiva, tanto con compañeros y alumnos de la Universidad de Sevilla como de la UPO y de la Escuela Universitaria de Osuna, donde también trabajo. A ver cómo se porta el año y la pandemia.

—¿Me puede adelantar algo de ese proyecto pendiente que ha comentado?
—Como no sé si vamos a poder retomarlo, prefiero no desgraciarlo.

UPO y SAMU

La Universidad Pablo de Olavide y SAMU apuestan por la innovación social en el tercer sector

La Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla y SAMU han creado una cátedra para el impulso de la innovación social en el tercer sector. El convenio entre ambas instituciones fue firmado el 20 de junio por el rector de la UPO, Francisco Oliva, y el presidente-director general del SAMU, Carlos González de Escalada.
La nueva cátedra de la Universidad Pablo de Olavide, gracias a la financiación de SAMU, establecerá un marco de colaboración entre ambas entidades para el desarrollo del conocimiento en el área sociosanitaria a través de la innovación social. El objetivo es crear sinergias entre los 40 años de experiencia en el ámbito de la salud y la atención social de SAMU y el equipo investigador y académico del departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad. José Luis Sarasola, profesor titular de este departamento dirigirá la Cátedra.

La Cátedra SAMU de Innovación Social de la UPO permitirá llevar a cabo actividades de formación, tanto reglada como no reglada, y promoverá la cooperación educativa entre ambas entidades para la mejora de la empleabilidad de los estudiantes. Además, está prevista en el marco de la Cátedra la concesión de becas, ayudas y premios.

En el área de investigación, impulsará el desarrollo de nuevas líneas de estudios relacionadas con la innovación social del tercer sector y la elaboración de informes y estudios en los ámbitos de la salud y la acción social, promoviendo proyectos conjuntos de mejora. En divulgación y transferencia del conocimiento, se promoverán los valores y principios que fomenta la Cátedra a través de actividades culturales y de difusión, la publicación de los resultados de las investigaciones llevadas a cabo y la organización de congresos y conferencias.

Francisco Oliva destacó tras la firma del convenio cómo en la Universidad Pablo de Olavide se practica la innovación social tanto interna como externamente. De forma interna gracias a la labor del equipo investigador del área de Trabajo Social y Servicios Sociales; y, externamente, por el trabajo llevado a cabo desde el vicerrectorado de Cultura y Políticas Sociales para impulsarla a través de las actividades de la Universidad. “Es una oportunidad vincularse a una entidad de gran experiencia como SAMU, y la sinergia creada gracias a esta Cátedra traerá muchos beneficios, especialmente para las personas más desfavorecidas”.

Por su parte, Carlos González de Escalada, director general de SAMU, hizo hincapié en la importancia del papel fundamental que desempeñan las universidades y, en este caso, la UPO, en materia de desarrollo científico y académico. Además, destacó el compromiso férreo de SAMU con la UPO, mencionando la constitución del Instituto SAMU de Investigación Científica, una institución que aglutina el patrimonio investigador, académico y divulgativo que SAMU ha generado en los últimos 40 años y que servirá de impulso y soporte para la cátedra recién creada. “Desde SAMU vamos a realizar todos los esfuerzos necesarios para que esta cátedra sea un motor en la investigación y divulgación de nuevos métodos de atender a las personas que más lo necesitan”.

Las cátedras institucionales y de empresa constituyen un medio idóneo para canalizar la cooperación entre la Universidad e instituciones públicas y privadas. Para la comunidad universitaria, estudiantes, profesores e investigadores, este tipo de cátedras facilitan la relación con empresas y entidades, propiciando la colaboración en actividades de formación, la generación y divulgación de conocimiento, la transferencia tecnológica y la investigación.

Dependencia e Inclusión Social

Psicoterapia en el daño cerebral sobrevenido

El daño cerebral sobrevenido es una lesión cerebral que se produce en un momento concreto de la vida de una persona y que la transforma por completo. Tiene una triple afectación: física, cognitiva y emocional y conductual. Todas estas afectaciones provocan alteraciones en las actividades de la vida diaria y en cómo se relaciona con su entorno más próximo, como puede ser familiar y/o social.

Los cambios conductuales y emocionales pueden ser originados directamente por las lesiones en ciertas áreas cerebrales como son la amígdala, el giro cingulado, la ínsula, el globo pálido, el lóbulo temporal, el córtex orbitofrontal, entre otras. También pueden ser provocados por las modificaciones en la vida de la persona que provoca esa situación: cambio de hogar, pérdida de su trabajo, cambio de relaciones con su familia, amistades o disminución de la autonomía.

Los síntomas psicológicos después de un daño cerebral sobrevenido (DSC) pueden reflejar no solo un proceso cerebral disruptivo, sino también los esfuerzos adaptativos del individuo para afrontar las consecuencias de la lesión (Prigatano). El comportamiento tras el DCS depende de: tipo de gravedad, forma de aparición, localización y extensión de la patología cerebral; la naturaleza de la discapacidad; el significado otorgado a la discapacidad por el sujeto en función de sus experiencias y valores premórbidos; y el medio en el que el comportamiento se manifiesta.

La psicoterapia en DCS es, al fin y al cabo, psicoterapia adaptada a personas con déficits cognitivos y funcionales que además pueden encontrarse inmersos en un duelo patológico, debido a la pérdida de capacidades y los cambios experimentados en su vida.

La finalidad de la psicoterapia es principalmente la mejora de la calidad de las personas a través del alivio de su sufrimiento emocional en cualquiera de las formas en que se exprese: depresión, ansiedad, trastornos de conducta… A través de un adecuado procedimiento psicoterapéutico, conseguiremos mejorar el bienestar y el ánimo de la persona con daño cerebral sobrevenido, y facilitar el proceso de readaptación y de reintegración social y comunitaria. La base de las intervenciones, en un principio, es acompañarles en la redefinición de la identidad. Es importante ayudarles a identificar y a comprometerse activa y positivamente en el logro de sus metas.

Para llevar a cabo este tipo de intervención, los profesionales debemos servirnos de distintas técnicas y enfoques psicológicos adaptados a las necesidades de las personas con DCS. Adaptar implica el uso de apoyos para facilitar la comprensión de la información (imágenes, pictogramas, vídeos, contratos conductuales, esquemas, entre otros). También utilizar ayudas compensatorias para recordar la información dada en consulta (diarios, agendas, libretas o grabaciones). Además, implica adaptar las condiciones de consulta (eliminar distractores, cambios en el espacio), adaptar la velocidad del discurso a la VPI de la persona, comunicar de manera concisa y clara, simplificar explicaciones y adaptar nuestro vocabulario, buscar el contacto ocular, verificar que la información ha sido comprendida o dividir las tareas en pasos.

¿En qué medida una persona con daño cerebral sobrevenido puede beneficiarse de la psicoterapia? Es importante en una primera instancia valorar los distintos dominios cognitivos que tiene la persona, de ahí que la psicoterapia vaya unida a la neuropsicología. Identificar los puntos fuertes y débiles nos ayudará a determinar el tratamiento idóneo. No obstante, existen casos en los que, debido a sus rasgos premórbidos de personalidad (déficit deterioro cognitivo, alteraciones graves de la conducta desorientación, estado de conciencia, fabulaciones, anosognosia, alteraciones graves del lenguaje o memoria), la aplicación de una psicoterapia no es posible.

Cuando esto sucede es cuando debemos basarnos en intervenciones terapéuticas. Estas últimas se refieren a una amplia variedad de acciones (asesoramiento, modificaciones del contexto, talleres psicoeducativos, estrategias de sustitución, compensación) que el psicólogo valorará con la finalidad de abordar sus necesidades.

El terapeuta debe iniciar su trabajo por el área (emocional, cognitiva o conductual) de menor resistencia, facilitando la sensación de dominio. Así, por ejemplo, si planteamos ejercicios cognitivos que reflejen sus dificultades a una persona con dificultades en la gestión emocional, aumentaremos su nivel de angustia, por lo que las valoraciones cognitivas deben estar estratégicamente postpuestas.

La reestructuración del yo

Uno de los motivos principales de consulta en daño cerebral sobrevenido se basa en el proceso de aceptación de la reconstrucción de su “yo”. El duelo pone en marcha mecanismos de defensa y de afrontamiento que pueden estar deteriorados debido a zonas cerebrales vitales a funciones psicológicas necesarias para su correcta elaboración. El desafío en psicoterapia será afrontar de lleno la reestructuración del yo. Para ello debemos promover los siguientes facilitadores: Una buena alianza terapéutica, o cómo se logra, desde la propia honestidad, la aceptación incondicional de la persona, con psicoeducación y a través de las habilidades sociales de cada uno. También es crucial el deseo de cambio: es importante proponer un nuevo plan vital u objetivos de participación atractivos para la persona con DCS. Por último, entendemos como decisiva la colaboración activa de la familia: el deseo de cambio por parte de la familia y la colaboración con su familiar en el proceso es importante para alcanzar el bienestar psicoemocional de la persona con DCS.

MAYTE PAREDES. Psicóloga de la Residencia Santa Ana

Residencia San Sebastián (Fundación SAMU)

Pequeñas valiosas acciones en el Día Mundial del Medio Ambiente

El 5 de junio se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Esta efeméride, promovida por las Naciones Unidas, se creó el 15 de diciembre de 1972 con el objetivo de sensibilizar a la población sobre la necesidad de impulsar la acción a favor del medio ambiente de manera global. Anualmente se celebra este día con diversas actividades de alcance mundial encaminadas a la protección y mejora del entorno.

Desde sus inicios, la Residencia San Sebastián ha demostrado su compromiso con el hábitat que nos rodea con diversas actuaciones en beneficio del entorno cercano a nuestro centro así como en otras actividades diseñadas por organizaciones externas. Tenemos claro e intentamos compartir con nuestros residentes la necesidad de ser responsables en el cuidado de nuestro entorno.

Igualmente, nuestro trabajo viene enmarcado en varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) u Objetivos Globales creados por las Naciones Unidas en 2015 para, entre otros objetivos, proteger el planeta. Estos objetivos, por definición, están integrados entre ellos, pero estas actuaciones concretamente están ideadas siguiendo los objetivos número 11 (Ciudades y Comunidades Sostenibles), número 13 (Acción por el Clima) y número 15 (Vida de Ecosistema Terrestre).
Con todo este marco, nuestros residentes han querido sumarse a esta iniciativa con diferentes actividades según los grupos de trabajo. Uno de ellos ha elaborado con materiales reciclados una ciudad de papel y una pecera para ver qué maravillas nos encontramos en el fondo del mar.

Otro de los grupos ha trabajado en labores de huerto. Los residentes se han encargado de la compra de los materiales necesarios y la búsqueda de otros provenientes del reciclado para la plantación de semillas de distintos tipos de verduras y flores. Esta actividad además fomenta valores de responsabilidad y cuidado diario.
Por último, no podemos dejar de lado la atención hacia nuestros pequeños animales. Por ello, otra de las actuaciones llevadas a cabo ha sido la elaboración de varios tipos de comederos para pájaros con cacahuetes, alpiste y materiales reciclados.

Estas actuaciones orientadas a la protección y cuidado del medio ambiente se han extendido a otros centros de la entidad como el CAFD El Sauzal. En este centro se trabaja diariamente en la sensibilización hacia las personas usuarias y trabajadores con el objetivo de reducir los residuos vertidos a los océanos tanto desde el uso responsable de materiales como baberos, como en la colocación de cartelería informativa, además del uso de contenedores de reciclaje facilitados por la asociación Ecoembes colocados en puntos estratégicos de los centros.

DOLORES RUIZ MARTÍN. Educadora de la Residencia San Sebastián

IPC SAMU Moriles

IPC SAMU Moriles: Un viaje al origen de los problemas de conducta de un menor

La casa de menores IPC SAMU Moriles es un recurso para jóvenes tutelados por la delegación provincial de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de Córdoba, dependiente de la Junta de Andalucía. Cuenta con ocho plazas para chicos de entre 13 y 18 años cuyos problemas de conducta no les permiten permanecer en otros recursos de acogida en régimen residencial básico. El objetivo de nuestro trabajo es que durante la estancia de estos menores en el IPC se rebajen o desaparezcan esos problemas de conducta, y que los jóvenes adquieran las habilidades básicas para la autonomía, retomen sus estudios y se preparen para incorporarse al mercado laboral. Para ello, contamos con un modelo de intervención multidisciplinar donde tienen mucho peso tanto la intervención psicológica como la pedagogía de la vida cotidiana.

Desde la apertura del centro en 2020, hemos atendido a un total de 18 menores. El equipo de IPC SAMU Moriles está formado en estos momentos por cinco educadores sociales, tres auxiliares técnicos educativos, una psicóloga, una trabajadora social, un mediador intercultural y la dirección.

Los comienzos

Durante el primer año de apertura, el equipo del IPC se centró en crear redes de colaboración con los recursos externos, tanto de la Administración Pública como privados, con el objetivo de dar a conocer el recurso, establecer protocolos de coordinación y mantener una comunicación fluida y cercana. Fue una época dedicada a romper con los estereotipos y creencias que pesan sobre los menores tutelados. Hemos conseguido instaurar protocolos con la Guardia Civil de Moriles; el Ayuntamiento de Moriles; la delegación provincial de Educación, los centros de enseñanza de Montilla, Aguilar, Lucena, Moriles; los juzgados de Aguilar de la Frontera; y centros de salud de Moriles y Lucena.

Otro objetivo a corto plazo fue crear un equipo cohesionado, conocedor del trabajo con problemas de conducta, capaz de poner en práctica los protocolos de intervención y de encontrar el equilibrio entre el afecto y los límites. Actualmente, contamos con un equipo motivado, con un alto nivel de especialización y una implicación máxima en el trabajo. Se respira un buen ambiente, algo muy necesario para gestionar el estrés de una tarea tan difícil como es la nuestra.

Uno de los primeros retos a los que nos enfrentamos fue el de ofrecer a los menores una intervención eficaz para gestionar sus problemas de conducta. Apostamos por interpretar dichos problemas como sintomatología de traumas tempranos y carencias en la crianza, cuya respuesta debía ir más allá que la intervención conductista clásica basada en recompensas y sanciones. En nuestro modelo de intervención, la atención psicológica es protagonista y, el vínculo entre los menores y el equipo, la clave para poder llevarlo a cabo.

La intervención psicológica

Los menores que llegan al IPC arrastran a su corta edad traumas y vivencias cargadas de violencia, desengaños y rupturas con las figuras de apego más relevantes para ellos, que generan incomprensión, inseguridad, necesidad de afecto, frustración y una falta de habilidades sociales que les impide funcionar de manera normalizada. También carecen de hábitos de autocuidado, además de presentar perfiles predelictivos, escaso interés por su formación y suspicacia con respecto al Sistema de Protección, que se traducen en explosiones de ira y violencia, escaso control de impulsos e intolerancia a los límites.

Por este motivo, estos menores reciben atención psicológica especializada de tres maneras. En primer lugar, atención individual en sesiones semanales programadas y a demanda cuando aparecen crisis, (para comprender y aceptar su propia historia, poner nombre a sus emociones, trazar un plan de vida). La segunda fórmula son talleres de terapia grupal donde aprenden a expresarse y resolver los conflictos que surgen en la convivencia de manera no violenta. Y, la tercera, talleres psicoeducativos donde se trabaja el autoconocimiento, la gestión emocional, la flexibilidad cognitiva y otros aspectos relacionados con el crecimiento personal, que incluyen técnicas psicológicas de la corriente Gestalt y de Tercera Generación. Toda la intervención psicológica se hace desde la perspectiva de la Teoría del Trauma, Teoría del Apego y Perspectiva Sistémica.

La intervención educativa

Establecer un vínculo afectivo positivo, un espacio seguro y unos modelos normalizados y saludables de comportamiento son las bases de la intervención que lleva a cabo el equipo educativo del IPC. Se trata de ofrecer un ambiente lo más parecido a un hogar en el que los educadores actúan como modelos y referentes con una autoridad democrática y dialogante.

A pesar de contar con protocolos de funcionamiento, estos se adaptan de manera individual a cada caso concreto, tratando de que las soluciones a los problemas de los menores sean pedagógicas y constructivas, alejadas de los modelos coercitivos o negligentes a los que están acostumbrados y con la intención de romper con la desconfianza que tienen al sistema.

En los talleres educativos, el equipo trabaja aspectos tan importantes como la prevención de adicciones, el ocio saludable, la educación afectivo sexual, las masculinidades desde la perspectiva de género y la comunicación no violenta, temas que además son transversales y se abordan indirectamente en el día a día del IPC.

Formación y empleo

Todos los menores son escolarizados. Los mayores de 16 años se matriculan en Formación Profesional Básica, que les permite, a la vez que se forman para un empleo, la consecución del título de Enseñanza Secundaria Obligatoria. Los menores de 16 años se matriculan en la ESO, de manera presencial aquellos que presentan mayor estabilidad emocional y conductual, y en modalidad IPEP (a distancia) aquellos que aún mantienen un alto grado de conflictividad. Esta modalidad solo puede llevarse a cabo con mayores de 16, sin embargo, mediante conversaciones con la delegación provincial de Educación de Córdoba, se ha podido matricular a un menor de 14 años en esta modalidad, lo que ha supuesto un hito que se llevó a unas jornadas organizadas por la Universidad de Córdoba, destinadas a docentes de la provincia.

Los mayores de 16 años, asimismo, comienzan un itinerario de inserción laboral, a través del Programa Labora y Andalucía Orienta. Es inusual que los chicos residentes en IPC consigan la estabilidad suficiente para acceder a un empleo. En nuestro centro, ya son tres los menores que han logrado este objetivo tras participar en el Programa Labora (dos de ellos) y en las prácticas del módulo superior que han estudiado (uno de los menores).

A los menores extranjeros se les gestiona toda la documentación: pasaporte, NIE y nacionalidad.

Los retos

En esta nueva etapa, queremos centrarnos en afinar aún más la intervención con los menores y lograr un cambio profundo en su historia personal y expectativas de futuro. Estamos innovando continuamente y revisando los protocolos y las herramientas de la acción educativa. También seguimos estableciendo redes de colaboración con otras entidades que pueden complementar la labor educativa que hacemos, ofreciendo talleres fuera y dentro del IPC.

Otra línea de trabajo que nos proponemos es seguir sensibilizando a la población sobre la realidad de los menores tutelados, romper los estereotipos que giran en torno a los adolescentes con problemas de conducta y los inmigrantes. Queremos fomentar el voluntariado de nuestros menores en entidades locales y su participación en actividades de ocio y culturales del entorno, con el fin de que conozcan las redes comunitarias y a la vez se den a conocer y demuestren su valía.
Por último, queremos compartir la felicidad que sentimos cada vez que uno de nuestros menores logra alcanzar sus objetivos y sale de nuestro recurso, o cuando vemos mejoría en su forma de gestionar los conflictos. Es entonces cuando nos damos cuenta de que todo el esfuerzo diario merece la pena.

SAMU Esperanza

Khadija hornea su futuro en SAMU Esperanza

Desde el día de la llegada de Khadija al piso tutelado SAMU Esperanza, allá por diciembre de 2021, pudimos ver en ella un ejemplo de lucha y superación, pues, a pesar de todo el bagaje que llevaba consigo superando obstáculos y todo tipo de adversidades en su proceso migratorio, por fin había conseguido una estabilidad en el que hoy es su hogar.

Apenas lleva dos años en España y durante ese corto periodo de tiempo ha vivido en varias ciudades, pasando por numerosos obstáculos y superando todo tipo de dificultades en situación de calle. Una vez asentada en Madrid fue alojada en el centro de primera acogida de Hortaleza hasta que se le adjudicó plaza en nuestro piso. Desde su ingreso, su mayor objetivo ha sido poder formarse para tener un futuro mejor y llegar a integrarse en nuestro país.

La adaptación de Khadija siempre ha sido positiva, y la labor del equipo educativo no ha sido otra que acompañarle en esta andadura. Nos enfrentamos a un reto, pues apenas en ocho meses ella alcanzará la mayoría de edad.

La menor compagina varios recursos durante la semana. Todas las mañanas se despierta a las siete. Lo primero que vemos en ella es una sonrisa y unas ganas de afrontar el día con entusiasmo y motivación. A primera hora acude a su recurso de cocina, donde cursa un ciclo formativo en la Unidad de formación e inserción laboral (UFIL). Con gran esfuerzo y dedicación, al acabar su jornada allí y, dependiendo del día de la semana, participa en un programa de alfabetización en castellano de la organización Somos Acogida, donde se destaca su gran evolución y mejoría con el idioma. Con el fin de acelerar su proceso de inserción sociolaboral y de tener un contacto directo con el empleo previo a su mayoría de edad, Khadija acude de manera voluntaria al programa formativo trimestral de hostelería en la Fundación Tomillo. Allí ya ha participado con gran orgullo y esmero en un servicio real para los profesionales de los pisos, que pudimos acompañar a los menores con el mismo sentimiento.

SAMU Esperanza ha tenido la oportunidad de ser testigo de la gran evolución de Khadija. Durante el evento mencionado, tanto la menor como sus compañeros demostraron el trabajo aprendido durante estos meses de formación. Dicho servicio también le ha valido para enfrentarse a una situación real de cara a su futura inserción en el mercado laboral. No solo hemos observado los conocimientos, la profesionalidad e implicación de la joven, sino también la gran dedicación y motivación que tiene por superarse cada día.

Khadija es un ejemplo de trabajo diario y optimismo. Es un referente para el resto de los compañeros de SAMU Esperanza, desde donde apostamos por la inserción laboral de nuestros chicos para que crean en sus capacidades y para que sean conscientes de que, con esfuerzo y sacrificio, pueden conseguir aquello que se propongan sirviendo a la vez de ejemplo para que otros puedan seguir sus pasos hacia un futuro mejor.

Equipo Piso tutelado SAMU ESPERANZA (Madrid)

ISL SAMU Lucena

ISL SAMU Lucena: Youssef encontró su lugar

Desde los inicios del ISL Lucena, anteriormente UATE Lucena, han sido muchos los menores que han compartido su vida con nosotros. Los hemos visto crecer, madurar, soñar y decaer. Todos, con un objetivo común: alcanzar la inserción laboral y poder ayudar a sus familias que permanecen en el país de origen. La lucha para alcanzar este objetivo es una lucha compartida, en la que es muy importante que los chicos se esfuercen diariamente y sean constantes para alcanzar sus metas puesto que la mera ayuda de las educadoras y los educadores no es suficiente. Hoy nos gustaría exponer el caso concreto de Youssef como un ejemplo de constancia para conseguir ese ansiado deseo de lograr una inserción plena.

Youssef es un chico de 17 años que proviene de la ciudad marroquí de Kenitra. Llegó al recurso con tan solo 15. En sus primeros meses fue un chico al que le costaba adaptarse a la dinámica del recurso así como a las normas de funcionamiento. Acarreaba problemas de convivencia y faltas de respeto, y tenía una desmotivación total por el estudio.

Debido a su corta edad, fue matriculado en la Educación Secundaria Obligatoria en modalidad PMAR. A pesar de la poca motivación por el estudio y su bajo rendimiento, se continuó insistiendo en que Youssef continuase estudiando, ya que al poder permanecer tanto tiempo en el recurso debía generar resultados.
Pasados seis meses, en febrero de 2020, el centro cambió su ubicación, lo que provocó también un traslado de expediente. Youssef tuvo que volver a adaptarse a un nuevo instituto, nuevos compañeros y nuevo profesorado. El cambio fue positivo para el menor. Se adaptó correctamente y poco a poco su motivación hacia las clases fue aumentando.

De cara al siguiente curso, el consejo orientador valoró que el menor podría matricularse e iniciar una Formación Profesional de Agrojardinería y Composiciones Florales con el fin de que obtuviese un título específico. Youssef cada vez estaba más motivado. Sus profesores destacaban su implicación en el curso y eso se trasladó a la mejora de sus calificaciones, obteniendo sobresalientes.

Youssef ha logrado crear una potente red de apoyo más allá del recurso, creando vínculos positivos con sus compañeros y compañeras de clase, así como con sus familias. Ahora suele tener permisos en el fin de semana para disfrutar junto a ellos. Dada la implicación del menor por su futuro, se le propuso la posibilidad de compaginar sus estudios con unas prácticas formativas no laborales en una empresa lucentina de chapa y pintura. Pasados los tres meses de prácticas, Youssef no consiguió un contrato laboral, lo que para él supuso una decepción, ya que esperaba poder conseguirlo.

A pesar de esto, Youssef continuó con sus estudios y, poco tiempo después, se le propuso para realizar otras prácticas aprovechando el verano. El menor aceptó y se incorporó a Cima Cableados (ahora llamada Arancalo). Tras el tiempo de prácticas, el empresario decidió contratar temporalmente a Youssef. Para que pudiese compaginar el curso escolar con el trabajo, el centro educativo colaboró y flexibilizó los horarios. Del mismo modo, la empresa también se ha mostrado flexible y ha adaptado a los horarios del joven, ya que Youssef permanece fijo en un turno de tarde mientras el resto de sus compañeros realizan turnos rotativos. Recientemente, debido a la constancia e implicación que ha mostrado desde su llegada a la empresa, Youssef ha firmado un contrato indefinido lo que ha supuesto todo un éxito para él.

Youssef vive con una rutina muy marcada. Se levanta, recoge su habitación, desayuna y acude a sus clases en el instituto. Actualmente se encuentra realizando la parte práctica de la formación en horario de 8:00 a 14:00 horas. Sale de clase, regresa al recurso, almuerza y a las 15:00 horas comienza su jornada laboral, hasta las 22:00 horas, cuando vuelve al centro, cena, revisa las tareas pendientes y duerme. Así ha superado todas las materias de la formación con calificaciones extraordinarias, y tan sólo le queda pendiente la finalización de la parte práctica para poder obtener la titulación.

Otro éxito importante para Youssef reside en el ámbito administrativo, ya que ha conseguido renovar su tarjeta de residencia por tres años. Además, se ha comenzado a tramitar la nacionalidad española del menor. Él tiene un claro proyecto de vida, tras su mayoría de edad pretende permanecer en la misma localidad, ya que es donde se ubica su lugar de trabajo y donde ha logrado establecer sus amistades, y en general, su vida.

ISL SAMU Lucena

 

ISL SAMU Dúrcal

ISL SAMU Dúrcal: Los beneficios de trabajar con la actividad artística

Durante los años escolares se nos intenta formar en lo útil, en lo práctico, en lo que se puede medir… Pero, ¿dónde quedan el placer por descubrir, y el placer por conocer y sentir? ¿Acaso eso carece de utilidad? La autora Marián López plantea cómo el arte puede utilizarse para construir nuevas formas de relacionarse, nuevas formas de entendimiento, poniendo en valor el proceso y no solo el objetivo final. La pregunta que debemos hacernos para buscar una justificación en el uso del arte como herramienta transformadora es: ¿Qué beneficios podemos obtener al trabajar la actividad artística con los jóvenes?

A nivel individual podemos trabajar diferentes aspectos. Por un lado, generar cambios a nivel individual, relacional y social. Ser honestos con nosotros mismos y con nuestra realidad permitirá identificar aquellos aspectos de la vida que pretendemos modificar.

Por otro lado, podemos trabajar el autoconocimiento y la autoestima, haciendo un recorrido por nuestra historia y los sentimientos que nuestras vivencias nos han producido. Identificando las capacidades, habilidades, defectos y aquello que nos caracteriza podemos crear una imagen simbólica de lo que somos y el lugar que ocupamos en la sociedad. Esa imagen simbólica nos servirá como diagnóstico para, a posteriori, producir cambios en nosotros mismos y enfrentar los conflictos de nuestra situación de la manera más resolutiva posible.

La actividad artística también nos puede ayudar a gestionar las emociones: la violencia, la desmotivación, la depresión, frustración, tristeza, pérdida de identidad… Identificar y entender el origen de las emociones nos permitirá trabajar en base a aquellas que nos generan sentimientos positivos y de realización personal, y controlar aquellas que nos producen malestar.

En cuanto a las relaciones interpersonales, en contextos de riesgo se generan actitudes competitivas y de desconfianza. Mediante las dinámicas artísticas participativas y de cooperación esperamos poder trabajar esas habilidades que sirvan para crear vínculos de apoyo, de corresponsabilidad y de confianza. Para ello será necesario hacer hincapié en una comunicación basada en el respeto, la aceptación y el entendimiento de ideas diferentes a las nuestras desarrollando aptitudes como la empatía, la asertividad o la escucha activa.

Por último, cuando trabajamos colectivamente creamos una identidad grupal que nos representa en sociedad. Esto permite al colectivo encontrar un hueco dentro de una realidad social de la que no se siente partícipe. Los jóvenes pueden presentarse como personas capaces. Al mismo tiempo, este trabajo visibiliza la situación de exclusión con el objetivo de que la comunidad tome consciencia y ejerza presión a las instituciones para la implantación de políticas inclusivas y de justicia social.

MARINA TORAL FAJARDO. Auxiliar Técnico Educativo. ISL SAMU Dúrcal