El director general de SAMU visita las instalaciones del dispositivo de emergencias de SAMU en Ceuta.

SAMU ya ha atendido a más de 370 menores en Ceuta en lo que va de año

Fundación SAMU tiene la misión institucional de gestionar la emergencia que implica la llegada de menores migrantes no acompañados por un referente adulto a través de la frontera con Marruecos. La organización puso en marcha en febrero la Operación Ceuta 2024 con el objetivo de reactivar infraestructuras de acogida y reforzar el dispositivo de atención a menores existentes en la ciudad autónoma. Este verano, especialmente en agosto, la actividad se intensificó ante el incremento de la llegada de menores extranjeros no acompañados y se activó un dispositivo de emergencia.

«Ceuta es un enclave geográfico singularmente situado muy favorable al movimiento migratorio ininterrumpido entre África y Europa y especialmente favorable a la población marroquí por las circunstancias socioculturales que han determinado un mestizaje progresivo transfronterizo estable. Es obvio que las circunstancias demográficas son determinantes. Nada ni nadie puede parar los flujos migratorios globales cuando responden a desequilibrios de vida», explica Carlos Álvarez Leiva, presidente de honor de SAMU y responsable del dispositivo de emergencia de Ceuta.

«La gestión de un centro de menores es apasionante y solo se concibe así si eres capaz de asumir la enorme trascendentalidad del resultado esperado. Se trata de transformar una palpitante materia prima en elementos cruciales de alta demanda para una sociedad envejecida y con niveles de dependencia progresiva, en todos los servicios, ayudamos a ayudarnos. Esta visión más que romántica, es natural, está fundamentada en la consolidada experiencia que tiene Fundación SAMU en su trayectoria de acompañamiento y atención a más de 3.000 menores».

Durante el mes de septiembre, el dispositivo de emergencias de SAMU en Ceuta ha recibido la visita de la ministra de Juventud e Infancia de España, Sira Rego; y del nuevo director general de SAMU, José Antonio Trujillo.

Más atenciones que en 2023

En 2023, Fundación SAMU atendió a un total de 342 menores en la Unidad de Acogida Temporal de Emergencia La Esperanza, cuya capacidad inicial era de 60 plazas. «A principios de 2024, el escenario migratorio en Ceuta experimentó un cambio drástico. La afluencia de menores migrantes aumentó significativamente, provocando una sobreocupación en el centro La Esperanza, que duplicó su capacidad. El número de menores acogidos en el primer semestre del año 2024 ya supera el total de menores atendidos durante el año 2023», explica Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

A fecha de 19 de septiembre de 2024, Fundación SAMU había acogido en Ceuta en lo que va de año a 371 menores, 30 más que en todo 2023 y aún quedan tres meses para que finalice el año.

«La sobreocupación en el centro La Esperanza llevó a Fundación SAMU a habilitar nuevas instalaciones para gestionar la emergencia migratoria que vive la ciudad autónoma de Ceuta. El primer paso fue la apertura del Centro de Inserción Sociolaboral (ISL) Triana, en marzo de 2024, con una capacidad para atender a 36 menores. Este centro tiene como objetivo principal la formación y capacitación de los jóvenes para prepararlos para una vida independiente, diseñando itinerarios personalizados de inserción sociolaboral», continúa Siham Khalifa.

Ante el aumento continúo del número de menores que llegaban a Ceuta, el 10 de mayo de 2024 se habilitó el Centro Aljarafe, con capacidad para 60 jóvenes. Este centro ayudó a descongestionar La Esperanza, trasladando 60 menores desde el centro inicial.

Además, el 11 de julio de 2024, se habilitó el Centro Nueva Esperanza, en el Tarajal, diseñado para la primera acogida de menores sin acompañante adulto, con capacidad para 60 menores. La apertura de este centro permitió cerrar definitivamente la Unidad de Acogida Temporal La Esperanza.
«En agosto de 2024, una nueva entrada masiva de menores intensificó la crisis, llevando a Fundación SAMU a habilitar más espacios. Se realizaron ajustes significativos en los recursos, como la ampliación del Centro Triana para acoger a 159 menores, incorporando 15 nuevos módulos. El Centro Aljarafe también aumentó su capacidad para 110 menores. Asimismo, Nueva Esperanza amplió su capacidad inicial para albergar a 108 menores, gracias a la habilitación de nuevos espacios», explica Siham Khalifa.

Tras estos cambios, en la actualidad, Fundación SAMU gestiona tres centros especializados en Ceuta para la atención de menores migrantes no acompañados: Centro Nueva Esperanza (Tarajal), con una capacidad de 108 plazas; Centro Aljarafe, con 110 plazas; y Centro de Inserción Sociolaboral (ISL) Triana, con una capacidad para 159 menores.

«Estos centros brindan una atención integral adaptada a las necesidades de los menores en distintas fases de su proceso migratorio, desde la recepción inicial hasta la preparación para la vida independiente», comenta Siham Khalifa. «Uno de los pilares fundamentales en la atención a los menores migrantes es asegurar su acceso a la educación, tanto formal como informal. Fundación SAMU implementa programas educativos que incluyen clases de idioma y actividades de integración cultural y social, promoviendo la inclusión de los menores en la comunidad local».

En este sentido, Carlos Álvarez Leiva añade: «En la Fundación SAMU, trabajamos para identificar y desarrollar los talentos individuales de cada menor, fomentando en ellos una cultura de compromiso y responsabilidad. A través de una estructura organizada por niveles, se les instruye en competencias específicas que les preparan para contribuir activamente al funcionamiento del centro, al mismo tiempo que adquieren habilidades útiles para su integración social».

Todos los centros gestionados por Fundación SAMU operan en estrecha colaboración con instituciones y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Esta coordinación garantiza una atención integral que abarca desde la protección básica hasta el desarrollo personal y la integración social de los menores.

La respuesta de Fundación SAMU ante la crisis migratoria de menores no acompañados ha sido clave para gestionar el creciente número de niños y adolescentes que llegan a Ceuta.

La ampliación de los centros y la implementación de programas de educación y formación han permitido ofrecer un entorno más seguro y preparado para afrontar las demandas de esta emergencia humanitaria.

«El trabajo coordinado entre diferentes actores y la constante adaptación de los recursos han sido esenciales para asegurar una atención eficaz y digna a los menores migrantes, contribuyendo a su desarrollo integral y futura integración social», concluye la directora adjunta del área de Infancia y Familia de SAMU. El trabajo no cesa en Ceuta.

Un trabajador de Fundación SAMU junto a una usuaria del Centro de día Ciudad de Alfaro.

Recuerdos y vino: un taller inolvidable para mayores en el Centro de Día Ciudad de Alfaro

En el corazón de La Rioja, donde el vino es mucho más que una bebida, el Centro de Día para Personas Mayores Dependientes Ciudad de Alfaro de Fundación SAMU ha llevado a cabo una experiencia inolvidable para sus usuarios: un taller de vendimia que no solo recupera una tradición local, sino que también ofrece a los mayores una conexión profunda con su pasado. Este evento no solo celebra la importancia de la vendimia en la región, sino que también subraya los beneficios significativos que tales actividades tienen para la población mayor.

La vendimia en La Rioja es una tradición que ha acompañado a la comunidad desde tiempos inmemoriales. Esta labor, esencial para la producción del vino, tiene un impacto cultural y económico considerable en la región. El proceso de cosecha de la uva, que antes se realizaba manualmente, ha evolucionado con los avances tecnológicos, como las modernas cosechadoras mecánicas que ahora facilitan esta ardua tarea. Sin embargo, para muchos residentes de Alfaro, la vendimia sigue siendo un símbolo de identidad y un momento de conexión comunitaria.

Durante el mes de septiembre, época en la que se realiza la recogida de la uva, el Centro de Día para Mayores Ciudad de Alfaro se sumergió en el mundo de la vendimia a través de un taller de reminiscencia. Esta actividad es una ventana al pasado, donde los mayores pueden revivir y compartir sus experiencias personales relacionadas con la vendimia.

Profesionales del Centro de Día destacan que, a pesar de la modernización del proceso, los mayores mantienen un profundo cariño por las épocas en que la recolección se realizaba manualmente. Para ellos, la vendimia era una oportunidad para socializar con vecinos, familiares y amigos, un aspecto que sigue siendo vital para la cohesión comunitaria.

Este taller en el Centro de Día se convierte en un espacio de encuentro y aprendizaje, donde los participantes rememoran cómo se realizaba la recolección con herramientas tradicionales como el «gabinete» o el «corquete», y cómo se almacenaban las uvas en cestos llamados «cunachos».
Los relatos sobre el cuidado meticuloso con el que se trataba la uva para evitar que se estrujase demasiado y la preparación del vino en las bodegas locales son narrados con gran detalle por los mayores del centro. Estos cuentan cómo se transportaba el vino a las bodegas, donde se pisaba con «garbo» y cómo se realizaba el proceso de fermentación y conservación en cubas de madera.

«Los racimos de uva eran cortados con un gabinete o corquete, herramientas que ayudaban en la recolección del preciado fruto. Se cortaban y depositaban en cestos o cunachos, pero eso sí sin estrujarlos mucho, ya que sino caía el caldo a la tierra y no valía. Era y es un producto muy valioso y delicado que se trataba con mucho mimo y esmero. Cuando se llenaba el cunacho, se cargaba al hombro y se vaciaba en un comportillo, una especie de cubo grande de madera, siempre cerca del carro o galera», explica los mayores del centro.

«Posteriormente, el vino se transporta a las bodegas, en las cuales era pisada con garbo, como decimos aquí. Cuando iban pasando los días, el caldo adquiría color e iba fermentando. Entonces se sacaba la raspa a la prensa y se juntaba todo en el tino. Tras un tiempo, se comprobaba con una vela que no había tufo. Finalmente, se trasegaba a las cubas para seguir su proceso. Luego, las bodegas del municipio entregaban unos vales a cada familia para luego coger el vino cuando estuviese preparado. La mayoría de las casas alfareñas disponían de bodega particular, para almacenar los garrafones en un lugar fresquito, ayudando así a su conservación. Y cuando necesitaban beber para comer, se bajaba a rellenar el porrón”.

Este tipo de actividad no solo revive la memoria colectiva, sino que también proporciona beneficios significativos para los mayores. La participación en talleres que evocan experiencias pasadas puede mejorar la salud mental y emocional de estas personas, ayudándoles a mantener una actitud positiva y un sentido de propósito. Además, las actividades grupales como éstas fomentan la interacción social y fortalecen los lazos entre los participantes, contribuyendo a su bienestar general.

La vendimia también tiene un papel importante en la economía de La Rioja. El vino es uno de los productos más emblemáticos de la región, y su producción genera empleo y fomenta el turismo. El Centro de Día para Mayores Ciudad de Alfaro reconoce esta conexión al involucrar a los usuarios en una actividad tan representativa de la identidad local, al tiempo que apoya la cultura vitivinícola de la región.

La experiencia de este año fue especialmente significativa. A pesar de las inclemencias meteorológicas que preocuparon a los mayores, el taller pudo llevarse a cabo con éxito. Gracias a la generosa colaboración de una familia alfareña (Charo, Bayo y Alfonso), los usuarios del centro tuvieron la oportunidad de participar en la recolección de la uva de la variedad tempranillo, realizando la actividad tal como se hacía hace décadas. La uva recogida fue llevada al centro para extraer el mosto, que luego fue degustado en un taller de cocina, proporcionando una experiencia sensorial completa.

La emoción y el entusiasmo de los mayores durante el taller fueron palpables. Sus relatos y recuerdos sobre la vendimia y la producción de vino reflejan un profundo apego a sus tradiciones y una celebración de su legado cultural.

«El éxito del taller no hubiera sido posible sin la colaboración desinteresada de Charo, Bayo y Alfonso», apuntan los profesionales del centro, que expresan su gratitud especial a esta familia, cuyo amor y dedicación hicieron posible que el taller se convirtiera en una experiencia memorable para todos los involucrados.

El taller de vendimia del Centro de Día para Personas Mayores Dependientes Ciudad de Alfaro fue mucho más que una simple actividad recreativa. Fue una celebración de la cultura vitivinícola de La Rioja, un medio para preservar y transmitir tradiciones y, sobre todo, una oportunidad para mejorar la calidad de vida de las personas mayores a través de la nostalgia y la socialización. Este tipo de iniciativas no solo honran el pasado, sino que también fortalecen el presente, ofreciendo a los mayores una manera de reconectar con sus raíces y disfrutar de la riqueza cultural de su tierra.

I Jornada de Aeronáutica Adaptada organizada por Fundación SAMU

Fundación SAMU y el Real Aeroclub de Sevilla organizan la I Jornada de Aeronáutica Adaptada dirigida a personas con discapacidad

El Aeródromo La Juliana de Sevilla será escenario el 8 de octubre de el la I Jornada Aeronáutica Adaptada, un evento organizado por SAMU con el objetivo de brindar una experiencia adaptada y enriquecedora en el ámbito de la aviación para personas con discapacidad, incluyendo aquellas con algún tipo de dificultad tanto física, psíquica o sensorial. A través de esta iniciativa, se busca promover la igualdad de oportunidades para todos, independientemente de sus capacidades, y el acceso a actividades aeronáuticas adaptadas. Estas personas tendrán la oportunidad de experimentar las emociones y sensaciones que suscita volar, rompiendo barreras y desafiando estereotipos.

«La idea es contribuir a la responsabilidad social de eliminar el asistencialismo en la atención a las personas con discapacidad, superar la adaptación de los entornos para que sean accesibles en el desarrollo de las actividades de la vida diaria, y aspirar a la accesibilidad para todos en el ámbito de las actividades de ocio. Si las actividades aeronáuticas son más restringidas para la mayoría de la población, lo es en mayor medida para las personas con discapacidad. Este es el reto. Podemos hacer partícipes a diferentes órganos civiles y militares, como una operación extraordinaria», explican desde el área de Dependencia e Inclusión Social de SAMU, organizador del evento.

En la jornada participarán usuarios de las residencias Santa Ana y San Sebastián, así como del centro de estancia diurna San Lucas, todos ellos ubicados en la provincia de Sevilla y gestionados por Fundación SAMU; y alumnos con discapacidad física, psíquica y sensorial de diferentes Colegios de Educación Infantil y Primaria de Sevilla. Además, un grupo de 10 menores extranjeros no acompañados, usuarios de los servicios de Fundación SAMU, realizarán funciones de voluntarios como recurso de apoyo a las personas con discapacidad. Estos tendrán un espacio para experimentar un bautizo de vuelo como refuerzo a su labor altruista.

La I Jornada Aeronáutica Adaptada, que se desarrollará por la mañana, cuenta con dos grupos de actividades, de tierra y de aire, que se desarrollarán en una estructura rotatoria temporal y espacial adecuada como para garantizar la participación de todos los asistentes al evento. En uno de los talleres, los participantes tendrán la oportunidad de visitar el interior de una aeronave y tomarse una foto a los mandos. En el taller titulado SkyDive: experiencias paracaidistas, los participantes tendrán la experiencia de conocer todo los recursos necesarios y preparativos previos de un paracaidista. Visitarán sus hangares y podrán disfrutar in situ del despegue de su aeronave y del aterrizaje de los paracaidistas en diferentes modalidades.

También habrá un simulador de vuelo, un taller en el que se brindarán detalles sobre el exterior de un avión, sus partes y funciones y un bautismo de vuelo que dará a los participantes la oportunidad de experimentar la emoción de volar y conectarse con el mundo de la aviación.

José Luis de Augusto Gil, presidente del Real Aeroclub de Sevilla y pionero en la aviación adaptada, compartirá en una charla inspiradora sus experiencias, hablará de cómo se ha enfrentado a los obstáculos, sobre su adaptación a una nueva vida tras un accidente aéreo y cómo logró alcanzar sus sueños a pesar de las limitaciones físicas.

Entre los colaboradores y patrocinadores de este evento destacan el Real Aeroclub Sevilla, el Aeródromo La Juliana, Fundación La Caixa, Escuela SAMU, Policía Nacional, Guardia Civil, Ejército del Aire, Ejército de Tierra, la Unidad Militar de Emergencias (UME), Protección Civil (Bollullos de la Mitación), el Ayuntamiento de Villamanrique de la Condesa (Sevilla), la Junta de Andalucía, Skydive Spain y Skylife.

Una de las sesiones del proyecto Smile en en la escuela Juanita Ramírez, en Florida (Puerto Rico).

Recursos contra la adversidad para jóvenes de Puerto Rico

La entidad continúa avanzando en su proceso de internacionalización con la puesta en marcha en septiembre de un programa integral de apoyo emocional, social y académico dirigido a preadolescentes y adolescentes en Puerto Rico: Smile. Este proyecto está orientado a mejorar la salud mental, el rendimiento académico y la inclusión social de los estudiantes y se realiza aunando esfuerzos con la Fundación Atención-Atención.
Se trata de una iniciativa de SAMU First Response para complementar las labores ya prestadas por el proyecto C.A.S.A. del departamento de Educación y el Gobierno de Puerto Rico, dirigido a atender las necesidades de la población en alto riesgo de abandono escolar. Smile, originalmente planteado como un proyecto de intervención itinerante, busca abordar las necesidades críticas de salud mental, neurodesarrollo y bienestar emocional de los jóvenes y adolescentes en Puerto Rico.

«La situación socioeconómica y demográfica de la isla, exacerbada por recientes desastres naturales, ha creado un entorno en el que los menores enfrentan desafíos significativos que requieren intervenciones efectivas y sostenibles en el ámbito educativo y extraescolar. De este modo, Smile se presenta como una oportunidad para, de la mano de la Fundación Atender-Atender, prestar servicio en colegios, con los que esta formación ya presenta acuerdos firmados. De este modo, Atención-Atención centra sus esfuerzos en atender a menores en etapa escolar de atención temprana o Primaria (3-10 años), mientras que Fundación SAMU hace lo mismo con menores en etapa preadolescente y adolescente (de 10 a 18 años)», explican desde Fundación SAMU.

El programa Smile está diseñado para combatir la pobreza infantil, abordar el trauma causado por desastres naturales, así como por la negligencia, la pobreza familiar y comunitaria en la infancia; mejorar el rendimiento académico y promover el bienestar emocional y social de los jóvenes en el entorno escolar. La intervención integral propuesta incluye evaluaciones psicológicas, talleres de apoyo emocional y académico, actividades de inclusión social a través del juego, y el apoyo o asesoramiento externo al personal de las escuelas que tienen convenio con la Fundación Atención- Atención. Todas estas acciones están dirigidas a proporcionar a estos niños y adolescentes las herramientas necesarias para superar sus circunstancias adversas y construir un futuro mejor.

Las intervenciones están dirigidas por un psicólogo y un terapeuta ocupacional, con sesiones grupales de 60 minutos de duración. Si se requiere, se asigna tiempo específico para el trabajo individual, lo que permite evaluar y abordar casos concretos de manera personalizada.

Fundación SAMU ha puesto en marcha ya este programa, de un mes de duración, en tres centros educativos de Puerto Rico: las escuelas Angélica Gómez y Luis Muñoz Marín, en el municipio de Arecibo, y en la escuela Juanita Ramírez, en Florida.

Como formación adicional, se ofrecen dos webinars diseñados para brindar apoyo tanto a padres como a profesionales. Estos webinars proporcionan un espacio para alinear objetivos educativos y de crianza, creando un entorno de apoyo mutuo. Esto beneficia también al desarrollo integral de los niños y jóvenes, tanto en casa como en la escuela.

A través de este programa se pretende lograr una reducción de la deserción escolar mediante apoyo emocional y motivación académica; una mejora del rendimiento académico al abordar problemas emocionales y sociales; y el desarrollo de habilidades sociales y de comunicación a través de talleres grupales.

El proyecto Smile fue una de las seis iniciativas presentadas en el I Concurso de Grant Writting, el primer concurso interno de SAMU para la elaboración de proyectos técnicos innovadores y su implementación internacional, concretamente en Estados Unidos. El objetivo de este concurso es promover el talento interno y acercar la elaboración de proyectos a toda la red de trabajadores de la empresa.

Palma Díaz, directora del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU

No son menas, son niños

Mena: Menores Extranjeros No Acompañados. En su origen sólo fue un acrónimo para referirse a los niños y niñas que llegaban solos a las costas españolas, sin embargo, nunca un término hizo tanto daño a un menor. En los últimos años, muchos sectores de la sociedad han acuñado este acrónimo para referirse a estos niños de manera despectiva. Hablar de menas es una forma de categorizar, ocultando el aspecto más humano de esta condición, una forma de esconder un hecho fundamental: hablamos de niños, niñas y adolescentes que no pudiendo contar con la protección de un adulto o familiar son condenados a la invisibilidad y a la exclusión social.

Según señala Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, «los niños migrantes a los que se intenta criminalizar, muchas veces detrás del término ‘mena’, son menores con historias muy duras y expuestos al desamparo. No dejan de ser niños, niñas y adolescentes que han conseguido llegar vivos y han estado expuestos a riesgos, a exclusión y a una situación que termina con ellos en una red de acogida del sistema de protección de menores como cualquier otro niño nacional y a los que se les debería dar el mismo trato de niño, independientemente del origen. Esa es la base de la protección a la infancia».

Palma Díaz, directora del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, también ha reflexionado sobre el mal uso del término mena en el podcast ‘No vengo a hablar de racismo’, un proyecto de la asociación Márgenes y Vínculos.

«Me consta que las diferentes administraciones y organizaciones están buscando un nuevo término para referirse a estos menores, pero da igual el acrónimo que se utilice, ya sea mena u otro, al final acabará deshumanizando al colectivo y criminalizándolo».

Palma Díaz hace también hincapié en la imagen de delincuentes que ciertos sectores venden a la sociedad de estos menores. «Hay discursos políticos que se basan en la idea de que estos menores son delincuentes y un aporte negativo a la sociedad. Esto no es así. No vamos a engañar a nadie. ¿Hay niños y niñas migrantes que pasan por el sistema de protección y que en su mayoría de edad pasan por un centro de internamiento? Claro que los hay. Al igual que hay niños y niñas nacionales que pasan por un centro de internamiento. Estos centros están llenos, y eso es porque hay niños y niñas que delinquen, pero el porcentaje de extranjeros es ínfimo».

Díaz recuerda que la política migratoria de estos menores ha cambiado radicalmente. «El perfil de menores migrantes se ha diversificado significativamente, observándose un aumento en el flujo migratorio de menores no acompañados provenientes de la región subsahariana. Son muy visibles las características que distinguen a los menores inmigrantes según su lugar de origen. Estas diferencias incluyen las razones por las que migran, como conflictos, persecución o simplemente la búsqueda de mejores oportunidades. Además, las experiencias que viven en su viaje y el contexto familiar y comunitario del que provienen también influyen en sus necesidades de protección, apoyo psicológico y educativo».

Un ejemplo de esto lo encontramos en los menores de origen marroquí. «Hace más de quince años recibíamos a menores provenientes de familias desestructuradas, que habían pasado grandes periodos viviendo en la calle, delincuentes en su propio país, con un alto consumo de tóxicos, como pegamento, y menores que habían pasado por situaciones de abusos. Estos menores llegaban a las costas españolas escondidos en los bajos de un camión o de polizón en un barco. Hoy, el perfil de los menores que llegan es totalmente distinto, estos chicos vienen de sus casas, con un viaje de alto coste económico y financiado por sus progenitores o familiares cercanos, y se percibe en su manera de comportarse, en su nivel de estudio y en la preocupación de las familias por el bienestar de estos niños».

Según Díaz, estos niños saben que para encontrar trabajo en España tienen que formarse y vienen con la idea de ayudar a su familia. «Luego ese objetivo cambia porque la realidad es que vivir en Europa es caro y, una vez aquí, se dan cuenta de que para ayudar a su familia tienen que trabajar mucho más de lo que pensaban».

Al margen de su origen migratorio, la labor de SAMU sigue siendo la misma: proteger, sanar en muchos casos, y preparar a estos y estas jóvenes para la vida en toda su complejidad.

Pregón de Artenara

Fundación SAMU cuenta con 16 centros para atender a menores en las islas Canarias

Canarias es destino habitual de migrantes procedentes del África subsahariana y Marruecos. Miles de migrantes llegan todos los meses a las costas canarias en embarcaciones precarias jugándose la vida. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), del 1 de enero al 15 de julio de 2024, más de 19.700 migrantes han llegado de manera irregular a Canarias utilizando esta ruta. Es un 160% más en comparación con el mismo período en 2023, cuando se registraron 7.590 migrantes. El 70% de las personas que llegan de manera irregular a España lo hacen a través de la vía canaria.

Esta situación migratoria ha experimentado cambios significativos en los últimos meses. Si bien el flujo de llegadas ha sido más constante, lo cierto es que sigue habiendo una gran necesidad de recursos y apoyo para los niños y niñas que llegan a Canarias. «Lo importante es que desde Fundación SAMU estamos preparados y seguimos mejorando nuestras capacidades para ofrecer una respuesta integral, humanitaria y eficaz», apunta Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

«Actualmente, nos encontramos en un momento crucial, ya que la crisis migratoria ha evolucionado, y nosotros hemos adaptado nuestros recursos para poder ofrecer la mejor atención posible. En este sentido, hemos ampliado nuestros servicios y recursos, respondiendo a la creciente necesidad de apoyo a los niños, niñas y adolescentes migrantes no acompañados que llegan a las islas».

Fundación SAMU gestiona actualmente 16 recursos dirigidos a menores en Canarias con un total de 412 plazas: nueve en Gran Canaria, uno en Fuerteventura y seis en Lanzarote. Estos centros están operativos las 24 horas del día y cuentan con equipos de profesionales capacitados, incluyendo educadores sociales, psicólogos, trabajadores sociales y personal auxiliar. Estos centros permiten acoger a menores en condiciones óptimas, brindándoles no solo un techo, sino también un acompañamiento integral que abarca el apoyo psicológico, la educación y el acceso a actividades de ocio y tiempo libre. «Todos trabajamos con el mismo objetivo: garantizar el bienestar y la inclusión de los menores en nuestra sociedad», continúa Siham Khalifa.

» La capacidad de Fundación SAMU para responder rápidamente es una de nuestras fortalezas. Hemos demostrado, una y otra vez, que podemos implementar nuevos recursos, adaptándonos a las necesidades de las Islas Canarias. Esto es posible gracias a un equipo de profesionales cualificado y comprometido, que entiende la urgencia de estas situaciones y actúa con agilidad, siempre con un enfoque en la calidad del servicio. La reciente apertura con cinco recursos de atención inmediata en las islas de Lanzarote, Fuerteventura y Gran Canaria, es un claro ejemplo de nuestra capacidad para movilizarnos rápidamente y ofrecer soluciones inmediatas a los desafíos que enfrentamos».

En lo que va de año, Fundación SAMU ha acogido a más de 400 niños, niñas y adolescentes, de los cuales 295 son menores extranjeros no acompañados. «Teniendo en cuenta que en el año 2023 la cifra de menores atendidos ascendió a 503, con total seguridad esta cifra será doblada para el ejercicio 2024. Lo más importante de las cifras es que detrás de cada una de ellas hay una historia de vida que recibe una atención personalizada, adaptada a las necesidades particulares de cada niño y niña», destaca Siham Khalifa.

«La labor de Fundación SAMU en las Islas Canarias es un compromiso constante con la infancia. Nos esforzamos por ofrecerles un futuro digno, a través de una atención integral que va más allá de la simple acogida. Nos marcamos como objetivo su desarrollo personal, su educación y su integración en la comunidad. Cada día, trabajamos para que estos niños y jóvenes puedan superar las dificultades y construir un proyecto de vida. Estamos profundamente comprometidos con esta causa y seguiremos trabajando para mejorar nuestros recursos y ampliar nuestra red, siempre con la misma dedicación y profesionalidad que nos caracteriza», destaca la directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

Pregoneros en Artenara

Un ejemplo del trabajo y el esfuerzo que se realiza para la integración de estos menores en la comunidad lo encontramos en Artenara, donde 19 niños y niñas extranjeros de 3 a 11 años que residen en el centro que Fundación SAMU gestiona en este municipio pronunciaron el pregón por las fiestas de La Cuevita 2024 el pasado 14 de agosto.

Los menores llevan pocos meses en Artenara, pero la acogida ha sido tal que, por decisión del alcalde, Jesús Díaz, se han convertido en los pregoneros de las fiestas patronales. El primer edil reconoce que, aunque ya tenía pensado otro pregonero para este año, su idea cambió al ver la gran acogida que le brindaron sus vecinos y vecinas a este grupo de chicos. “La aceptación ha sido muy buena, participan en la vida del pueblo, en las actividades, van a la piscina, a bailar”, asegura Díaz, quien ha manifestado en diversas ocasiones la alegría que le ocasiona tenerlos en su pueblo. Su mayor ilusión es que la gente de Artenara siga acogiéndolos y demostrándoles el cariño y la solidaridad que les caracteriza.

Para la preparación y puesta en escena del pregón, estos menores, que llegaron a Artenara hace tres meses, contaron con la ayuda del verseador más popular de Canarias, Yeray Rodríguez. “Cuando me propusieron esta idea no lo dudé. Sabía que sería complejo, pero eso también lo hace apasionante. Con humildad toca arrimar el hombro para gritar alto y fuerte que no tenemos otro mundo que este y que debemos salvarnos todos juntos”.

Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU

«Las niñas que llegan solas a España huyen de matrimonios forzosos, abusos, persecución o buscan una vida mejor»

Un aspecto que preocupa a las autoridades es el elevado número de niñas que viajan solas en patera. Casi 200 niñas han llegado solas a las Islas Canarias en lo que va de 2024 y se eleva a 280 el número de menores tuteladas que viven en los 13 centros que se han habilitado en el archipiélago canario para niñas procedentes en su mayoría de Senegal. Desde el pasado 10 de enero, Fundación SAMU ha acogido a más de 50 niñas cuya edad oscila entre los seis años y la preadolescencia.

«Los proyectos migratorios pueden ser familiares o individuales, pero con niñas tan pequeñas es muy difícil hablar de uno individual. Estos proyectos migratorios suelen ser familiares en los que van un menor vulnerable acompañado de un referente adulto. Es decir, las niñas pequeñas que nos llegan aparecen solas en un cayuco, pero eso no significa que hayan salido sola de su país de origen. Lo más probable es que embarcaran con algún familiar que perdió la vida en el tránsito migratorio», explica Siham Khalifa, directora adjunta del área de Infancia y Familia de Fundación SAMU.

Otras muchas chicas que llegan a España en cayuco vienen huyendo de matrimonios forzosos, relaciones abusivas, persecución o simplemente buscan una vida mejor.

«Una vez que llegan al recurso de SAMU, hay que prevenir cualquier tipo de abuso y proteger la salud física y mental, la educación, el desarrollo y la integración social de estas niñas. Es importante la protección y la seguridad porque son niñas que vienen de un tránsito migratorio muy traumático. Lo primero que necesitan es sentirse seguras y protegidas», señala Siham Khalifa, que es optimista sobre el futuro de las niñas migrantes y cree que, con el trabajo que se realiza en SAMU, las niñas serán capaces de recuperarse del trauma de perder a un familiar en este viaje tan complicado. «Este es un trabajo diario y constante. Muchas veces no da tiempo de hacer todo lo que nos gustaría porque cuando las chicas cumplen la mayoría de edad cesa la tutela administrativa y deben abandonar el centro, pero si hacemos un buen trabajo conseguiremos reparar el daño emocional».

El Gobierno de España prevé que la crisis migratoria que vive actualmente el archipiélago canario se agrave y estima que en todo 2024 podrían llegar a las costas canarias de manera irregular un total de 90.000 personas.

Francisco López Aguado. Director de Inserta Empleo en Andalucía, Ceuta y Melilla

Francisco López Aguado: «Las empresas se han dado cuenta que las personas con discapacidad tienen talento»

Francisco López Aguado (Granada, 1972) es desde 2007 director regional del programa de Fundación ONCE Inserta Empleo en Andalucía, Ceuta y Melilla, que está dirigido a empresas que apuestan por el desarrollo de proyectos que potencien el empleo de las personas con discapacidad en sus plantillas.

 

—Tengo entendido que estudió Derecho y que lleva más de dos décadas dedicado a la inserción laboral de las personas con discapacidad. ¿Cómo decidió dedicar su vida profesional a este ámbito?
—Acabé Derecho en 1997 y, después, hice el CAP (Curso de Adaptación Pedagógica). De ahí me apunté a los cursos de la Junta de Andalucía como docente. Luego, me ofrecieron una oferta de Fundosa para el BBVA. No me seleccionaron, pero ya se quedaron con mi perfil en Fundosa, que más tarde se convirtió en Inserta Empleo, y me llamaron para un curso de Técnico de Inserción Laboral en Sevilla. Al final me enganché con este curso y dejé la perspectiva jurídica. Así llevo casi 25 años: primero como técnico, luego como coordinador y, desde 2007, como director regional.

—¿Cuál es el objetivo de Inserta Empleo?
—Nuestro principal objetivo es la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Para ello, contamos con numerosos programas y servicios que van desde la orientación profesional a la mejora de competencias y habilidades de las personas, la mejora de la empleabilidad a través de formación para el empleo y, sobre todo, la intermediación laboral. Hacemos una gestión importante con todo el tejido empresarial, buscamos oportunidades de empleo y enviamos candidatos. Es en esa selección de candidatos donde está nuestro factor diferenciador. Las empresas contactan con nosotros y nos dicen qué puesto quieren cubrir y qué perfil profesional necesitan, y nosotros seleccionamos y les enviamos una persona que no sólo cumple con el perfil profesional que requiere la empresa, sino que también cumple con las capacidades, competencias y habilidades necesarias para cubrir ese puesto. Es decir, su discapacidad no influye ni afecta a la hora de hacer las funciones en el puesto de trabajo.

—¿Cómo ha evolucionado en estas dos décadas la percepción que los empresarios tienen de las personas con discapacidad?
—Afortunadamente la percepción que se tenía de las personas con discapacidad ha mejorado con los años. La responsabilidad social es algo que ha ido calando en la estrategia empresarial de las compañías y se ha puesto de relieve que las personas compran un producto o adquieren un servicio no sólo por el precio, sino por lo que hay detrás. Y, muchas veces, eso que hay detrás es una responsabilidad social. Con los años, en las empresas ha ido calando la necesidad de incorporar en sus plantillas a personas de diferentes circunstancias y situaciones, entre ellas las personas con discapacidad. Además, las empresas se han dado cuenta de que las personas con discapacidad tienen talento, conocimientos, competencias y habilidades. Y aunque las empresas han tardado bastante en darse cuenta de esto, ahora no sólo se contrata a personas con discapacidad para cumplir con una ley, sino porque las personas son productivas y tienen una rentabilidad económica y social que refuerza su imagen de marca.

—¿Cuáles son las principales dificultades a la que se enfrenta una persona con discapacidad en una entrevista de trabajo?
—Lograr que la empresa o la personas encargada de seleccionar al mejor candidato deje a un lado la discapacidad de la persona que tiene delante, que es lo primero que se ve. Eso condiciona mucho una entrevista de trabajo. Tenemos que dejar a un lado la discapacidad de la persona y centrarnos en sus capacidades, habilidades, competencias y en su perfil profesional, que es realmente lo importante a la hora de cubrir un puesto de trabajo.

—¿Qué otras excusas o reticencias os encontráis entre los empresarios?
—Existe mucha reticencia o miedo a cómo será la acogida por parte de la plantilla o cómo le tienen que explicar a los demás trabajadores que se va a incorporar una persona con discapacidad. A todos nos cuesta entrar en un equipo de trabajo, tengamos una discapacidad o no. A todos nos cuesta conocer a nuevos compañeros, encajar en un nuevo ambiente, aprender cómo funciona una empresa. Sin embargo, muchas veces, hay muchas reticencias, muchos obstáculos y objeciones a la hora de contratar a alguien por el simple hecho de tener una discapacidad. Y con la discapacidad no se trabaja ni se produce. Se produce con las capacidades, habilidades y competencias que las personas demuestran día a día en su trabajo. Por otro lado, hay empresas que piensan que tienen que hacer grandes modificaciones para que una persona con un alto porcentaje de discapacidad física o movilidad reducida pueda trabajar allí. Es cierto que sí son necesarias determinadas adaptaciones del espacio, pero al final no son tantas.

—¿Esa reticencia de la que habla aumenta según el tipo de discapacidad que se padece?
—Sí, hay personas que por su tipo de discapacidad lo tienen mucho más difícil para su incorporación en el mercado laboral. Es el caso de las personas con discapacidad intelectual o psicosocial. Desgraciadamente, hay una creencia de que las personas con discapacidad intelectual no pueden hacer cognitivamente una serie de tareas y aprenderlas. Para ayudarlas, en Inserta Emplea contamos con un servicio de apoyo. Tenemos personal que acompañan a estas personas en los primeros meses de su incorporación laboral para que se puedan adaptar, aprender y realizar sin ningún problema las funciones y tareas asignadas. Tenemos a muchas personas con discapacidad intelectual que buscan empleo pero a las empresas les cuesta mucho ver el puesto y las tareas que pueden desempeñar estas personas.

—Ha mencionado antes también la discapacidad psicosocial.
—El principal hándicap que tienen las personas con una discapacidad psicosocial a la hora de encontrar un trabajo es el estigma y el temor a que éstas sufran una descompensación o crisis. Estas personas pueden desarrollar una tarea al igual que cualquier otra. Es cierto que existe el riesgo de que pueda sufrir una descompensación, pero como cualquier otra persona que tenga un tratamiento médico.

—Y tras la incorporación de estas personas, ¿se muestran satisfechas las empresas?
—Sí, y mucho. Se muestran muy sorprendidas. Por lo general, cuando una persona con discapacidad quiere trabajar y busca activamente un empleo, cuando lo encuentra sabe lo difícil que ha sido conseguirlo y, por tanto, pone mucho empeño para mantenerlo y en demostrar que lo puede hacer. Esa actitud es muy importante para las empresas, que, muchas veces, se sorprenden por la dedicación de las personas con discapacidad.

—¿Cuál es el perfil de las personas que llaman a la puerta de Inserta Empleo?
—Destacan las personas de entre 45 y 55 años con una trayectoria profesional previa, que su discapacidad es sobrevenida y que está en búsqueda activa de empleo para reincorporarse al mercado laboral. En cuanto al género, los porcentajes son similares, aunque hay más hombres. La gran mayoría tienen una discapacidad física, pero trabajamos con todo tipo de discapacidades y perfiles.

—La educación y la formación son factores claves a la hora de encontrar un empleo.
—Efectivamente, por ello tenemos contacto tanto con la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía como con las diferentes universidades de la región. Durante muchas décadas, las personas con discapacidad se quedaban con el graduado escolar y con eso ya la sociedad se daba por satisfecha. Hoy, las estadísticas nos dicen que un gran porcentaje de las personas con discapacidad se quedan en los estudios de Primaria, pocas pasan a Secundaria y menos aún acceden a la Universidad. Y si los comparamos con la población sin discapacidad, los porcentajes son mínimos. Por eso es importante que se tengan en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad, que reciban apoyo y orientación desde la educación básica y que tanto la comunidad educativa como la propia persona crea que tiene capacidades suficientes para superar los estudios primarios, secundarios y los universitarios. Tenemos muchas ofertas de empleo de grandes empresas que requieren graduados con diferentes titulaciones y no podemos cubrirlas porque las personas con discapacidad no acceden a los estudios universitarios como nos gustaría.

—Supongo que el papel de las familias también es clave.
—El entorno hace mucho, por eso en nuestro programa de empleo juvenil del Fondo Social Europeo también trabajamos con las familias. A la hora de encontrar trabajo influye mucho la familia y las expectativas que ésta tenga. Muchas familias piensan que su hijo o hija no tiene posibilidades y se conforman con que aporte a la economía familiar una pensión de 500 euros. No se dan cuentan de que con esa actitud están cortando su desarrollo profesional y personal. Todos tenemos en nuestra mente la idea de encontrar un trabajo, independizarnos y casarnos. Tenemos que trabajar mucho con las familias para decirles que tienen que cambiar de mentalidad y avanzar, sobre todo porque llegará un momento en el que el apoyo familiar falte y las personas con discapacidad tienen que sobrevivir por sí mismas.

—En su opinión, ¿cuál debería ser el papel de Fundación SAMU y otras entidades que trabajan con personas con discapacidad?
—Creo que el papel de SAMU es muy importante y puede actuar como altavoz, pues la organización trabaja de manera diaria con personas con discapacidad, prestándoles servicios y ayudándolas. Al final, a Fundación ONCE se la relaciona con la venta de cupones, pero la gran mayoría desconoce todo lo que hay detrás de formación, empleo, accesibilidad. Entidades como SAMU, quizás en un simple trayecto en ambulancia en los que escucharéis infinidad de historias, puede dar a conocer a través del boca a boca los diferentes servicios, recursos y oportunidades que están a disposición de estas personas.

—Hace más de un año, Fundación ONCE y Fundación SAMU firmaron un convenio de colaboración para fomentar la inserción laboral de las personas con discapacidad. ¿Existe voluntad de seguir colaborando?
—Sí, la voluntad existe y está clara. SAMU trabaja con personas con discapacidad y, además, tiene en su plantilla a muchas personas con discapacidad. Es cierto que a veces la entidad requiere unos perfiles profesionales que no tenemos por lo que hablábamos antes de esa falta de titulación para determinadas tareas. Pero estamos trabajando mucho en ello. Creo que podemos hacer muchas acciones junto a Ilunion. Hay mucha sinergia y juntos podemos lograr grandes cosas.

Luis Moreno y Nuria Carmona.

Familias colaboradoras: el calor de un hogar

El 24 de febrero de 2022, tropas rusas cruzaron la frontera con Ucrania en varios puntos e invadieron el país vecino tras meses de tensiones y acumulación de fuerzas militares. Esta invasión, que dura ya dos años y medio, continúa en varios puntos del país, al igual que los bombardeos sobre las ciudades ucranianas, prolongando la incertidumbre y el exilio de millones de desplazados.

Al inicio del conflicto le siguió una ola de solidaridad en diferentes países, entre ellos España, y se desarrollaron numerosas iniciativas de voluntarios centradas en ayudar a la población ucraniana desplazada.

En España, numerosas familias colaboraron a través de donaciones económicas o de materiales, como alimentos, mantas y ropa, y otras muchas abrieron las puertas de sus casas para cobijar bajo su techo a quien lo necesitara. Este fue el caso de la sevillana Nuria Carmona y su familia, que, en su empeño por ayudar, acogieron en su hogar a dos hermanas que entonces tenían 13 y 8 años.

La economista y psicóloga infantil Nuria Carmona y su familia, formada por su marido Luis Moreno, y sus dos hijos, tenían claro cuando comenzó la invasión rusa a Ucrania que ellos querían ayudar de manera activa, no sólo con donaciones, sino que querían dar un paso más. Por esta razón, se pusieron en contacto con varios organizaciones y asociaciones hasta que una de ellas les propuso participar en la reunificación familiar de dos hermanas menores de edad, una de las cuales estaba en ese momento viviendo en Málaga y la otra, en Cádiz.

“Las niñas llegaron a nuestra casa en junio de 2022 y estuvieron viviendo con nosotros hasta octubre de ese mismo año. Tanto mi marido como yo las acogimos como si fueran nuestras hijas y en casa se forjó un vínculo muy especial con ellas. Las escolarizamos en el colegio de nuestros hijos, las llevamos al dentista, les compramos ropa. Eran unas hijas más nuestras. De hecho, ellas nos llaman papá y mamá”, explica Nuria Carmona.

“Decidimos dar el paso porque mi propósito de vida es ayudar a los niños. Para mi era brutal pensar que un niño, por culpa de una guerra, se hubiera visto obligado a separarse de sus padres y marcharse a otro país. Donar ropa o dinero, a mí, se me quedaba corto, por eso decidimos acoger a un niño”.

Las dos niñas que Carmona acogió no sólo tuvieron que abandonar su casa y a sus padres, que se quedaron en Ucrania. También fueron separadas de sus otros dos hermanos, que fueron trasladados a la Comunidad Valenciana. Además, cada una de ellas fue a una provincia andaluza distinta.

Carmona es economista, pero después decidió estudiar Psicología y especializarse en los niños, pues percibió “que había mucha necesidad en la infancia tanto en la educación en las escuelas como a nivel de apoyo emocional y gestión de las emociones, algo que no nos enseñan en ningún sitio”. “Pasando yo mi propia crisis, me di cuenta de estas necesidades y de lo importante que es que desde pequeños recibamos esta ayuda”, continúa Carmona, que, además de ser mentora de liderazgo, creó hace 20 años el Centro de Psicología y Arteterapia Canuca, el cuál dirige y en el que atiende a personas que necesitan un apoyo psicológico para gestionar su mundo emocional.

Durante el verano de 2022, las dos niñas ucranianas se integraron tanto en la familia Moreno Carmona como en el barrio en el que viven, pero, con el tiempo, la sevillana empezó a percibir en las menores, especialmente en la mayor, una serie de comportamientos y “cosas raras”. “Conseguí que se abrieran y hablaran conmigo hasta que identifiqué una situación de desamparo muy grave en su familia de origen”, señala Carmona. “Con la única intención de ayudarlas, me puse en contacto con los servicios sociales de mi municipio y denuncié dicha situación. Las niñas entraron rápidamente en el Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y de un día para otro tuvieron que abandonar nuestra casa y marchase a un centro de acogida. Fue un golpe muy duro. Nosotros sólo queríamos ayudarlas, sobre todo si algún día debían regresar a su país de origen. En ningún momento pensamos que nos las quitarían, que ya no vivirían con nosotros. Fue todo tan rápido, que no pude explicarles bien qué estaba pasando y cuál era la situación, por lo que ellas se sintieron abandonadas, y nosotros, desde entonces, no paramos de luchar para poder verlas de nuevo”.

Fue así como la familia de Carmona pasó de ser una familia de acogida a colaboradora. “La Junta de Andalucía trasladó a las niñas a un centro de menores gestionado por Fundación SAMU, pero eso lo supimos después. Al no tener ningún vínculo familiar con ellas, no podíamos contactar con las niñas, no éramos nadie”, cuenta la mujer. “Estuvimos nueve meses luchando para poder, al menos, hablar con ellas por teléfono hasta que la Asociación Paz y Bien nos habló de la figura de las familias colaboradoras y que todo el mundo podía hacerlo”.

El espacio más idóneo para que se desarrolle la vida de las niñas, niños y adolescentes es en el seno de una familia, por ese motivo, desde los Servicios de Protección de Menores se da prioridad a las medidas que suponen la integración familiar de los menores, frente a la convivencia en un centro de protección.

Estas medidas de integración familiar pueden ir desde el retorno del menor a su núcleo familiar de origen, a proporcionarles algún recurso alternativo como puede ser el acogimiento con otros miembros de su familia o con una familia ajena, o incluso la guarda con fines de adopción.
No obstante, hay muchos menores que por diversos motivos viven en centros de protección, ya sea de forma temporal o más estable en el tiempo, que también pueden beneficiarse de la convivencia con una persona o familia participante en el programa de familias colaboradoras con los centros de protección.

Estas familias o personas colaboradoras se comprometen a compartir periodos de tiempo determinados (generalmente no lectivos como fines de semana, festivos, vacaciones) con una niña, niño o adolescente que reside en un centro de protección de menores. Dicha convivencia puede ser en el domicilio familiar o en el lugar donde transcurran las vacaciones de la familia.

En el caso de las dos niñas ucranianas de esta historia, ambas pasan los fines de semana y las vacaciones escolares con Nuria Carmona y su familia. “Ellas nos dicen que son muy felices aquí y que no quieren volver a su país, sólo desean saber que su madre y su abuela, que aún viven en Ucrania están bien y hablan con ellas por teléfono con frecuencia”.

“Fundación SAMU realiza una maravillosa labor de acogida y apoyo psicológico, de educación en valores, el establecimiento de rutinas y le enseñan mucha autonomía, algo muy importante teniendo en cuenta que a los 18 años deben abandonar el centro. Pero estos menores, muchos de los cuales han sido alejados de su ambiente familiar para protegerlos de situaciones de negligencia, abandono o violencia por parte de sus padres o cuidadores, necesitan establecer vínculos emocionales sanos, ampliar su red de apoyo social y un sitio en el que de verdad le puedan ofrecer un ambiente familiar, de hogar”, añade Carmona.

“Todo el mundo puede ser familia colaboradora. Hay muchos niños que lo necesitan porque aunque estén bien atendidos en un centro de acogida, hay que tener en cuenta que están con educadores, no en un ambiente familiar. Y es muy sencillo pasar un fin de semana con uno de estos niños, al igual que a veces llevas a tu casa a un amigo de tu hijo a pasar el día”.

Nuria Carmona también destaca los beneficios que tiene ser familia colaboradora para sus propios hijos: “A mi hijo, que va a cumplir 13 años, le ha cambiado mucho la mentalidad y se ha dado cuenta de la suerte que tiene. Es una forma de educar a nuestros hijos en valores. Para nosotros está siendo una gran experiencia”.

Según datos de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, actualmente, hay casi 6,5 millones de refugiados de Ucrania que han buscado protección en todo el mundo, mientras que alrededor de 3,7 millones de personas siguen desplazadas forzosamente dentro del país.

España es uno de los países receptores, y desde que el 9 de marzo de 2022 se activara el mecanismo de protección extraordinario que otorga de manera inmediata permiso de residencia y de trabajo a los desplazados por la invasión rusa, nuestro país ha concedido protección temporal a más de 200.000 ciudadanos ucranianos. Según datos del Ministerio del Interior, el 31,3% de estas personas tienen menos de 18 años.

Dos chicos observan el mar en la playa de El Chorrillo, en Ceuta.

Todas las miradas vuelven a Ceuta

Ceuta se enfrenta a una nueva emergencia humanitaria debido al aumento de la llegada de menores migrantes no acompañados procedentes de Marruecos. La ciudad autónoma comenzó a recibir a principios de agosto un goteo constante de entradas de menores migrantes, que se ha ido intensificado hasta el punto de que el 15 de agosto el Ejecutivo local lanzó una llamada de auxilio a Gobierno y comunidades autónomas para que se articulen mecanismos que permitan trasladar a estos adolescentes a otros puntos de la Península.

El frente de Marruecos es Ceuta. Con casi 20 kilómetros cuadrados de extensión y 83.000 habitantes, la frontera sur de Europa ha registrado un incremento de un 175% de entradas por vía terrestre (que incluyen los que llegan a nado) con respecto al año pasado, y suman ya más de 1.600 personas en lo que va de año, según datos del Ministerio del Interior. En las primeras dos semanas de agosto llegaron 251 migrantes, un 15% del total de 2024 hasta la fecha.

Fundación SAMU puso en marcha en febrero la Operación Ceuta 2024 con el objetivo de reactivar infraestructuras de acogida y reforzar el dispositivo de atención a menores existentes en la ciudad autónoma. Este verano, especialmente en agosto, la actividad se ha intensificado ante el incremento de la llegada de menores extranjeros no acompañados.

«Ceuta, con su singular enclave geográfico entre África y Europa, se encuentra en el epicentro de un flujo migratorio constante que refleja las tensiones y esperanzas de quienes buscan una vida mejor al otro lado del Mediterráneo. La proximidad a Marruecos y las circunstancias socioculturales de la región han fomentado un mestizaje progresivo y un tránsito transfronterizo estable, que, sin embargo, enfrenta desafíos complejos debido a las presiones demográficas y socioeconómicas», comenta Carlos Álvarez Leiva, fundador de SAMU.

«Es evidente que las dinámicas demográficas juegan un papel crucial en la migración. Ningún poder puede detener los flujos migratorios cuando estos responden a desigualdades profundas y desequilibrios vitales. En Ceuta, llevamos años gestionando la llegada de menores no acompañados, que llegan en oleadas marcadas por las coyunturas de una frontera problemática y una proximidad geográfica».

Actualmente, Fundación SAMU tiene activos en Ceuta tres centros dirigidos a menores: dos de acogida inmediata y un centro de inserción sociolaboral. Se trata del centro Nueva Esperanza, el centro Aljarafe y el ISL Triana. En total, los tres recursos suman 156 plazas.

Estos centros garantizan una acogida digna y una atención integral en condiciones de seguridad. Se garantiza, de esta manera, una atención específica de los menores según el tiempo de permanencia en el país de acogida y el diseño de un itinerario de inclusión social que permita una transición a la vida independiente en condiciones de igualdad.

Todos los centros trabajan en coordinación y colaboración con otras instituciones y organizaciones, tanto gubernamentales como no gubernamentales, para asegurar una atención integral y efectiva.

Álvarez Leiva advierte que este verano la ciudad autónoma se ha enfrentado a una «avalancha de intensidad media, con la llegada de hasta 100 menores por semana», lo que ha sobrepasado la capacidad de acogida local que sostiene la estructura de la ciudad y un reducido grupo de instituciones, entre ellas Fundación SAMU.

«Gestionar un centro de menores es una tarea apasionante, y solo puede concebirse de esta manera si se entiende la trascendentalidad del resultado esperado. Se trata de transformar una materia prima en elementos cruciales que son altamente demandados en una sociedad envejecida y con crecientes niveles de dependencia en todos los servicios. Estamos ayudando a construir el futuro de nuestra sociedad a través de estos menores», continúa el fundador de SAMU. «Esta visión no es romántica, es una realidad pragmática. Mi objetivo es transmitir esta realidad a mi entorno, donde hemos atendido a más de 3.000 menores. Hemos pasado de un modelo que veía al menor como destructor a uno que lo considera menor trascendental, aquel que la sociedad, tanto en España como en Europa, necesita de manera urgente para garantizar nuestra sostenibilidad. Es una oportunidad mutua».

Álvarez Leiva hace hincapié en el valioso papel de los menores más veteranos de los centros a la hora de acoger, orientar y acompañar a los jóvenes recién llegados. «Cuando decimos que los menores forman parte de la organización, lo hacemos en términos sencillos. En SAMU, la estructura se expresa a través de líderes que ejecutan funciones específicas. Estos líderes, o jefes deben ser visibles y activos para ser efectivos. Identificamos talentos y los reforzamos, formando equipos básicos como los jefes de habitación, quienes controlan el orden, la limpieza y evitan actividades de riesgo. Luego están los jefes de día, que supervisan a los jefes de habitación. Estos roles son sencillos, rotativos y se identifican con un chaleco de color. También formamos equipos para funciones de mantenimiento, jardinería y carpintería, alineando y desarrollando las competencias individuales. Todo ello reforzado por nuestros profesionales previamente comprometidos en una tarea de todos: ejemplo, disciplina y trabajo. En SAMU, la organización, la disciplina y el trabajo son parte de nuestro ADN».

Para la acogida de los menores recién llegados, Fundación SAMU cuenta con «hermanos mayores», los antiguos acogidos que, tras haber pasado por sus propias dificultades, están especialmente capacitados para absorber la ansiedad de los nuevos y guiarlos en su adaptación a la nueva vida. Según Álvarez Leiva, «todo esto hace que el proceso sea más humano y cercano, pues no debemos olvidar que detrás de cada menor hay un trauma familiar, un desarraigo y una incertidumbre vital que a veces se traduce en conductas desadaptadas».