Pepe Delgado Rodríguez de Almansa, un Profesional Técnico de Integración Social (PTIS) de SAMU

Pepe, el técnico de SAMU que le salvó la vida a un niño de siete años

Dicen que todos tenemos un ángel de la guarda que vela por nosotros. El de Hugo, un niño de siete años de Castilleja de Guzmán (Sevilla), se llama Pepe Delgado Rodríguez de Almansa, un Profesional Técnico de Integración Social (PTIS) de SAMU que trabaja en su colegio y que el pasado 18 de enero le salvó la vida al menor tras recordar los consejos que su madre le dio en caso de que Hugo sufriese algún problema y a la formación recibida por SAMU.

Hugo sufre un tipo de mitocondría que afecta a la musculatura de sus órganos (como los pulmones y el estómago), esto le produce insuficiencias respiratorias, por lo que tiene realizada una traqueotomía y, además, lleva un botón gástrico. Hace unos días tuvo una crisis y perdió la conciencia. En concreto, tal como recuerda Pepe Delgado, el PTIS que se ocupa de vigilarle y ayudarle en sus necesidades básicas, tras la clase de Inglés, se percató de que el menor “tenía el pecho cargado y se sentía mal”. “A veces los mocos propios de esta época del año obstruyen sus vías respiratorias, pero, de repente dio un golpe en la mesa, no podía respirar bien”. El PTIS se llevó al menor a una sala del colegio donde se encuentra el material sanitario del niño en caso de necesidad mientras avisaba a sus padres. En pocos minutos, el menor perdió la consciencia y el hombre dio la voz de alarma. Afortunadamente, la directora del centro, la jefa de estudios y el presidente del AMPA estaban cerca y pudieron ayudarle.

“Lo tumbé y le coloqué la cabeza hacia atrás para conectar el ambú (un dispositivo manual para proporcionar ventilación con presión positiva a aquellos pacientes que no respiran o que no lo hacen adecuadamente). El niño no respondía. Le administré suero y utilicé un aspirador para absorber los mocos. A los dos minutos empezó a mover la nariz, pero no abría los ojos. Fueron solo dos minutos, pero para mí fue una eternidad”, cuenta Pepe Delgado, que mantuvo al menor con vida hasta que llegó su padre y le practicó la técnica fisiológica que le hizo expulsar el tapón de mucosidad que le impedía respirar, y la ambulancia. “Mantuve la calma y actué con rapidez porque sabía lo que tenía que hacer, pero cuando pasó todo y vi que el niño estaba bien, me vine abajo”, reconoce el monitor, que atiende a Hugo desde hace cuatro años, cuando el menor entró en el ciclo de Infantil.

Los PTIS reciben por parte de SAMU formación específica sobre primeros auxilios, técnicas de RCP o cómo usar el ambú. Además, en el caso de Hugo, sus padres mantienen a Pepe Delgado informado sobre los cambios en la salud del menor y cómo actuar en caso de necesidad.

Jornada de convivencia de jóvenes extutelados migrantes del programa JEM SEVILLA

Una oportunidad para jóvenes extutelados migrantes

Moussa, El Aib, Jawhari, Aziz, Sidiki y Bamba son los nombres de seis jóvenes migrantes que han conseguido alcanzar el objetivo por el que iniciaron su viaje migratorio, un sueño que se ha hecho realidad gracias a su gran trabajo y al imprescindible apoyo del Programa de Jóvenes Extutelados Migrantes (JEM).

El Programa JEM surge del concierto de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación con entidades sociales, está cofinanciado por el Fondo Social Europeo y tiene como objetivo proporcionar las herramientas necesarias para la inserción laboral y social de los jóvenes migrantes, con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años, que hayan recibido anteriormente medidas del sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía a través de los Itinerarios Personalizados de Inserción.

Gracias al Programa JEM, jóvenes migrantes de las provincias de Córdoba y Sevilla pueden recibir atención integral que cubre las necesidades básicas de alojamiento, manutención, acompañamiento socioeducativo, regularización administrativa e inserción social y laboral, garantizando su transición a la vida independiente en condiciones de seguridad e igualdad.

Moussa, El Aib, Jawhari, Aziz, Sidiki y Bamba han completado su proceso de regularización documental con contratos de diferentes sectores laborales, contribuyendo así a la consecución de los objetivos marcados en su itinerario sociolaboral. Ellos son un claro ejemplo de los extraordinarios resultados que alcanzan los menores acogidos al Programa JEM, un proyecto imprescindible que les ha permitido vivir de manera independiente gracias al esfuerzo y el trabajo invertido, tanto por los jóvenes como por el equipo de profesionales que les ha acompañado desde su llegada a España y, por supuesto, gracias a la financiación de los Fondos Sociales Europeos que apoyan económicamente los programas de autonomía, garantizando una salida segura y digna a todas las personas que emigran en busca de un futuro mejor.

Un joven del programa JEM Sevilla

Un joven del programa JEM Sevilla

Desde Fundación SAMU animamos a los chicos que están a punto de alcanzar su emancipación para que sigan el ejemplo de sus compañeros. Para ello, organizamos encuentros y convivencias en las que los jóvenes emancipados tengan la oportunidad de transmitir sus experiencias de primera mano a todos aquellos que están iniciando el mismo proceso que ellos tuvieron que afrontar. Gracias a la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación y a la financiación de los Fondos Europeos por hacer de los sueños de estos jóvenes una realidad ilusionante.

 

Mamadou Rafiou

El periplo de Mamadou y su experiencia en el JEM SAMU Córdoba

Mamadou Rafiou Balde es uno de los jóvenes beneficiario del Programa de Jóvenes Extutelados Migrantes (JEM) puesto en marcha por SAMU, un programa que surge del concierto de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación con entidades sociales y, está cofinanciado por el Fondo Social Europeo. Mamadou llegó al JEM SAMU Córdoba  en octubre de 2021, después de pasar por diversos dispositivos, fundaciones y recursos. Su intención al llegar era clara: encontrar un trabajo que le permitiese ayudar a su familia en su país de origen, Guinea Conakry. El joven no concibe su viaje migratorio sin ese objetivo.

Mamadou nació en la ciudad de Labé, Guinea Conakry, hace 20 años. Al fallecer su padre, su tío se encargó de su crianza: decidió que Mamadou abandonase la escuela a edad temprana para comenzar los estudios en la escuela coránica. Al acabar dicha formación, el joven comenzó a ayudar a su madre en lo que podía para sacar a sus tres hermanos menores adelante y evitar que abandonasen la escuela. Su madre es la piedra angular en la que Mamadou se apoya para salir adelante cada vez que le flaquean las fuerzas o las certezas: su familia necesita, en gran medida, de toda aportación que él pueda proveer.

“Me fastidia no tener dinero para mandar. No he empezado todavía ¿sabes? Es mucho tiempo. Y si piensas en lo que sufre [su madre] por ti y todo lo que hace…y resulta que tú no te mueves nada para hacer nada por ellos… no está bien”, comenta Mamadou.

En su ciudad natal, Mamadou no veía opciones de una vida estable y con posibilidades de que su familia saliese adelante, por lo que una idea se formó en su mente: migrar para buscar oportunidades más allá de las fronteras guineanas. Corría marzo de 2016.

Así, el joven decidió que debía probar suerte y llegar a Europa para labrarse un futuro, periplo en el que invirtió dinero, tiempo y sufrimiento.

Mamadou Rafiou

Mamadou Rafiou

Al dejar Guinea se encaminó a Mali, donde cruzó el desierto hasta llegar a Orán, Argelia. Allí desempeñó durante unos meses diversos oficios de subsistencia, no siempre obteniendo la recompensa prometida antes de empezar el trabajo. Esto casi provocó que diera la vuelta y regresara a Guinea: “Cuando llegué a Argelia casi quería cambiar de idea. Normalmente quería llegar a Europa, pero lo que más deseaba era encontrar un sitio para ganar dinero y ayudar a mi familia”, señala el joven.

Aun así, tras cerca de ocho meses, Mamadou consiguió ahorrar lo suficiente para iniciar la siguiente etapa de su viaje. Si bien la idea era dirigirse hacia Libia, por la facilidad de cruce hacia Italia, los conflictos armados de la región y las consecuencias sobre los migrantes desincentivaron esta opción. Por lo tanto, acompañado de un buen amigo que actualmente se encuentra en Francia, Mamadou puso rumbo hacia Marruecos, con idea de atravesar el Estrecho.

Ello, no obstante, tras diversas experiencias que prefiere no rememorar, acabó por recalar en Rabat, donde permaneció durante unos cuantos meses más. Finalmente, desde allí el joven llegó a una ciudad costera marroquí desde donde, tras varios intentos fallidos a lo largo de varios meses, Mamadou arribó a las costas almerienses tras ser interceptada su patera por Cruz Roja en alta mar. Era mayo de 2018.

“Lo intentamos tres veces, pero encontramos a la Marina de Marruecos en el mar y nos atrapó. Cuando te atrapan, te mandan a un pueblo lejos, cerca del desierto, para que tardes en volver”, asegura el joven.

Tras llegar a España, Mamadou recorrió diversos centros en varias Comunidades Autónomas hasta que fue declarado menor de edad con la aportación de su documentación. Es entonces cuando el joven llegó a SAMU, a la UATE de Montemayor, donde permaneció hasta su traslado al C. P. M. Juan de Mairena, en Córdoba capital. “Quería estudiar algo, porque no tengo cursos. Cuando tienes 17 años no puedes estudiar porque no da tiempo. De verdad que quería estudiar, como poco 3 años o algo más o menos, algo de estudios”.

En enero de 2020, al cumplir la mayoría de edad, Mamadou abandonó las instalaciones del Juan de Mairena. A su salida se le propuso como candidato para un piso de mayoría en Baena, pero él la declinó por encontrarse haciendo prácticas, gestionadas por el Programa Labora, en un restaurante de la capital y con perspectivas de contrato, necesario para la renovación de su documentación antes de la reforma del Reglamento de la LO 4/2000. No obstante, como a tantos otros jóvenes, la pandemia impidió cristalizar esta oportunidad. Así, luego que se levantase el confinamiento, consiguió trabajo en Lleida, gracias a un contacto personal, donde permaneció hasta su llegada a Córdoba Acoge, en septiembre de 2021. Finalmente, al cierre del recurso de dicha entidad, Mamadou volvió a SAMU, en el Programa para Jóvenes Extutelados Migrantes, en funcionamiento desde mayo de 2021 en Córdoba.

Una vez en el Programa JEM Córdoba, Mamadou ha retomado su itinerario formativo y laboral, interrumpido en marzo de 2020, a través de diversos cursos de formación y unas prácticas formativas en las que el joven se encuentra cada vez más a gusto. Además, acogiéndose a la reforma del Reglamento de la LO 4/2000, el joven ha podido renovar su documentación, lo que permitirá la inserción laboral en un futuro para nada lejano. Así, mediante las prácticas formativas no laborales en la cocina del restaurante Brote, en Córdoba, Mamadou ha encontrado un hueco donde aprender y crecer profesionalmente: ya no se trata solo de ganar dinero para ayudar a su familia, sino que, con ese objetivo en mente, él mismo puede desarrollarse como persona.

“Cada día hay cosa nueva que veo: me da ganas de aprender más. No es solo trabajar, es aprender, hacerme profesional. La gastronomía es difícil, pero no sé; sacar un plato y que alguien se lo coma y le guste… me gusta saber que lo ha disfrutado”, destaca.

Al salir de su casa, Mamadou sabía que el camino no iba a ser fácil. Aun así, cada vez que hay un nuevo tropiezo, al mirar atrás el joven se da cuenta de que ha soportado mucho más de lo que pensaba y que podrá superar también lo que se le presente en el futuro. Para ello, la renovación de la documentación ha sido un paso clave: a partir de ahora, únicamente queda seguir trabajando para la inserción final.

ISL Jimena

ISL Jimena: Preparar el desembarco en la vida adulta

El 3 de noviembre, Amine dio un paso de gigante en dirección a su futuro. Ese día cumplió 18 años y lo hizo como quería: trabajando. Después de formarse en jardinería y mantenimiento, Amine se ha hecho mayor y ha empezado a trabajar con Fundación SAMU en el centro de San Juan de Aznalfarache.

Pocos días antes de su cumpleaños aún no se lo había dicho a su familia, a la que dejó en Beni Melal, en pleno Atlas marroquí. Antonio Rodríguez, una de las personas que mejor le conocen en España, dice que él es así: reservado, prudente, constante. Y Amine lo resume de otro modo: “Yo busco un futuro bueno y ayudar a mi familia. De momento estamos subiendo paso a paso”. Un paso no se da hasta que se completa el anterior.

El suyo es otro caso de éxito en el centro de Inserción Sociolaboral de SAMU en Jimena de la Frontera (Cádiz), localizado en las instalaciones del hostal Los Arcos. El centro cuenta con 22 plazas. SAMU tiene la misión de trazar un itinerario personalizado de inserción para cada uno de los chicos que llega aquí.
Es un trabajo en equipo. Educadores, trabajadores sociales, psicólogos y auxiliares trabajan para que tengan sus papeles en regla, aprendan español y, en definitiva, que al cumplir los 18 años cuenten con todas las herramientas para desenvolverse en la vida adulta. “Sin ellos no sería posible”, resalta Antonio Rodríguez, el director del ISL Jimena de la Frontera.

“Penurias, hambre, sed… y esclavitud”

Cada uno de estos niños llega con una pesada mochila a la espalda. Todos han completado un viaje de cientos de kilómetros por desiertos y países en guerra, con el mar a modo de obstáculo final. “Aquí puedes encontrar de todo. Son chicos que llegan después de meses de viaje, en el que han sufrido penurias, hambre, sed, falta de higiene, malos tratos o, incluso, esclavitud”, cuenta Rodríguez, que ha escuchado de ellos las historias más duras.

Por ejemplo, la de un chico que, junto con sus compañeros de viaje, fue secuestrado por las mafias que pululan por el desierto. “Tiene en su mente la imagen de cómo a sus compañeros les han dado palizas, incluso han matado a gente, porque no hacían lo que les pedían”. Para evitar represalias, el chico se convirtió en una persona dócil y sumisa. “Él sigue con ese pensamiento de que tiene que ser un sirviente para agradar a los demás”.

ISL Jimena

ISL Jimena

 

Meses después, sigue obsesionado con aquello de lo que fue privado. “Para él lo más importante es la comida y después la ropa, porque se ha pasado mucho tiempo desnudo, sin ducharse”. Los psicólogos de SAMU trabajan para que el joven, que cursa 4º de ESO, module una conducta enfocada durante meses a la esclavitud.

Itinerarios personalizados

Aunque todos comparten un pasado duro, cada itinerario se personaliza con mimo. El equipo técnico da instrucciones al equipo educativo para procurar a los chicos las herramientas más adecuadas a sus capacidades y motivaciones.

La tarea comienza con el proceso de legalización de su estancia en España, que puede llevar hasta casi un año. A veces llegan con documentación, pero otras veces no traen ni un solo papel. Por eso, muchos cumplían los 18 sin tener ni siquiera los papeles en regla y la opción de lograr un contrato de trabajo al cumplir la mayoría de edad (complicada de por sí) se desvanecía. “Se pasa bastante mal al ver que a un niño que viene a ganarse la vida y ayudar a su familia le quitan de golpe la posibilidad de hacerlo de manera legal”, lamenta el director, que espera que la reciente reforma legal corrija este grave problema.

En función de sus circunstancias y de su situación documental, se traza para cada uno un itinerario de inserción. En ocasiones serán escolarizados; en otras, realizarán prácticas formativas en empresas de carpintería metálica, electricidad o restauración. Si ninguna de esas opciones es viable (por ejemplo, porque no tengan pasaporte), aprenderán un oficio en la escuela de adultos. Muchos de ellos aprenden un oficio en Cortijo Román, un alojamiento rural en el corazón de Los Alcornocales, o en otras empresas colaboradoras, como La Pequeña África, una reserva animal en Jimena, donde ahora mismo dos chicos realizan sus prácticas.
Aprendiendo a convivir

Entre tanto, deberán aprender a convivir con jóvenes en su misma situación. “Le inculcamos que el centro es su casa y tienen que cuidarla como si fuese suya”, cuenta Rodríguez. Como en cualquier hogar, es imprescindible que haya comunicación, respeto y confianza. “Para ellos la figura de referencia aquí somos nosotros. Al mismo tiempo que tenemos que guardar la figura de autoridad, hacemos de padres, hermanos, psicólogos…”.

Algunos de ellos acaban colaborando con SAMU en situaciones de crisis y trabajando finalmente con la entidad. Este será también el caso de Amine, que cuando tenga su contrato en la mano podrá contarlo a sus padres. Tres años después de jugarse la vida en el mar, ha alcanzado su primer objetivo cuando llegó: trabajar. “Es una buena noticia para mí y para ellos”, dice, todavía tímido, pero sin disimular el orgullo por dado un paso más en dirección a su futuro.

Barakissa Doumbia / Programa de autonomía Horizontes Sevilla

“Yo sé quién soy: Barakissa”

Barakissa Doumbia, natural de Costa de Marfil, ingresó en septiembre en el programa de autonomía Horizontes Sevilla de Fundación SAMU. Es una chica que, a pesar de estar llena de miedos e incertidumbres, poco a poco se abre camino en la sociedad, demostrando que sus ganas de aprender y superarse así misma pueden más que cualquier barrera que se le pueda presentar.

—¿Cuánto tiempo lleva en España? ¿Qué ha aprendido en todo este tiempo?
—Llevo ya casi tres años en España. Cuando llegué, no sabía nada de español y los policías que me interceptaron me daban mucho miedo. Después, entré en un centro de menores y ya estuve más tranquila. En este centro de menores aprendí a hablar español e hice un curso para trabajar de camarera. Ahora que ya soy mayor de edad, estoy recibiendo clases de español para aprender más el idioma, ya que quiero sacarme el título de ESA (Educación Secundaria para Adultos) y quiero trabajar como mis compañeras. Además, estoy aprendiendo cosas de la casa y soy voluntaria en Cruz Roja, donde trabajo con niños.

—¿Qué expectativas tiene ahora que ha cumplido la mayoría de edad?
—Quiero arreglar mis papeles y trabajar para poder irme a Francia con mi hermana menor, pero, hasta que no tenga los papeles en regla, sé que no puedo trabajar y eso me pone triste.

—¿Por qué aún no ha podido arreglar su situación documental?
—En el centro de menores en el que estuve, la educadora habló con mi madre porque necesitaba un papel para saber que soy Barakissa. Yo sé quién soy, Barakissa Doumbia, pero la policía necesita un papel para identificarme. Mi educadora se lo pidió muchas veces, pero mi madre dice que no tiene ningún papel en mi país. Ahora que soy mayor de edad, mi nueva educadora ha hablado de nuevo con mi madre, y sigue diciendo que no tiene ningún documento oficial. Yo no sé si nací en un hospital o en mi casa, pero sí recuerdo haber ido a la escuela. La educadora me ha pedido que le diga a alguien que pregunte en mi país sobre estos papeles, pero yo no confío en nadie.

—¿Cómo le afecta esta situación?
—Me pone muy triste. Yo quiero llevar una vida normal como mis compañeras, pero no sé cómo hacerlo. Sé que me están ayudando para poder arreglar mis papeles de otra manera, pero el no saber qué va a pasar conmigo me pone muy nerviosa. Yo sé que mi madre quiere lo mejor para mí, por eso tengo que obedecerla e irme a Francia, pero sé que sin papeles no puedo. Tampoco entiendo por qué no quiere mandar mis papeles. Se lo he pedido muchas veces y no quiere. Confío en que mi educadora pueda ayudarme.

Conclusión del autor

Como se puede observar, Barakissa Doumbia padece desde su llegada a España una situación de frustración constante. El hecho de embarcarse en un viaje, el temor del mismo, el no saber a dónde va ni qué se va a encontrar cuando llegue, el adaptarse a una nueva vida compartida en un centro de menores, los cambios al haber cumplido su mayoría de edad… Todo esto requiere un procedimiento que los jóvenes llevan a cabo con la ayuda de los profesionales que conformamos esta gran familia que es SAMU para que estos chicos sientan que su esfuerzo ha merecido la pena. El objetivo principal de los recursos de mayoría de edad es que estos jóvenes alcancen la autonomía plena, abandonen este recurso y otros similares dedicados a jóvenes extutelados con un puesto de trabajo, con la documentación en regla, con habilidades adquiridas y con la capacidad de emanciparse.

El caso de Barakissa Doumbia se está alargando en el tiempo debido a los continuos baches encontrados en el camino y que arrastra desde que era menor de edad. A pesar de las dificultades y controversias, la joven no pierde la esperanza de que su situación irregular pueda cambiar. Barakissa se involucra con el equipo ante las alternativas que se le plantean para conseguir la documentación necesaria y estamos seguros de que, con su entrega y ganas de progresar, conseguirá superar todos estos obstáculos.

 

CELIA LÓPEZ GONZÁLEZ. Técnico responsable del programa Horizontes Sevilla

ISL Alcalá

Mamadou Jawara: un ejemplo de lo que es posible

Son muchas las diferentes historias de vida que han pasado por el centro ISL Alcalá (Alcalá de Guadaíra, Sevilla), pero la mayoría de ellas se cruzan en un mismo deseo: el de ayudar a la familia. Es sabido que la inmigración en España se mueve principalmente por el deseo de encontrar un futuro mejor, pero no siempre buscando el progreso vital como objetivo único, pues éstos menores vienen acompañados de la necesidad de mantener a las familias que han dejado atrás en sus países de origen. Jóvenes de entre 15 y 18 años que se ven obligados a asumir la responsabilidad de que sus hermanos pequeños puedan comer. Hablamos de una realidad antinatural, de niños que no pueden serlo.

Muchos de los relatos que nos ocupan cuentan cómo estos chicos abandonan sus estudios o ni siquiera los inician para empezar a pensar como “padres de familia”. Algunos deben paralizar su formación educativa cuando los padres se van de sus casas, desentendiéndose del cuidado de sus hijos. Es entonces cuando las madres no son capaces de conseguir un sustento familiar suficiente y los niños adquieren un rol equivocado. Buscan trabajos en el campo, la construcción, fontanería, tapicería o peluquería. Al final, se convierten en niños que, por supervivencia, han aprendido a desempeñar todo tipo de profesiones al coste de sacrificar su infancia.

Desde Fundación SAMU, en el centro de Inserción Sociolaboral de Alcalá de Guadaíra, caminamos junto a estos menores extranjeros no acompañados, ayudándolos a lograr sus metas.

Su formación educativa y/o laboral se nos presenta como reto principal en el trabajo que realizamos con ellos. La tarea no es sencilla; dificultades con el idioma, una nueva cultura que arrastra costumbres completamente desconocidas para ellos y en muchos casos contrapuestas a todo lo que han aprendido como “lo correcto”. Nuestros chicos deben hacer un gran esfuerzo de construcción para integrarse en nuestra sociedad, la cual no siempre les acepta, señalándoles como intrusos no merecedores de oportunidades.

En el equipo educativo de ISL Alcalá creemos en la meritocracia como motor de motivación. Y aunque la realidad pueda presentar circunstancias que escapen de nuestro control, consideramos este concepto como el pilar imprescindible desde el que deben trabajar los menores.

Mamadou Jawara es un claro ejemplo de perseverancia y sacrificio. Procedente de Mali, con 17 años llegó a España sin saber leer ni escribir. Un chico que dedicó su infancia a trabajar en el campo con su padre, anulando toda formación educativa debido a las necesidades familiares. Desde su llegada a nuestro centro de Alcalá ha demostrado tener claro su objetivo. Su interés por la cocina lo llevó a realizar una formación reglada. Tras adquirir unos conocimientos básicos culinarios, al mismo tiempo que aprendía nuestra lengua, inició sus prácticas como ayudante de cocina en El Paladar, un comercio dedicado a la venta de comidas caseras tradicionales. Sus dos meses de prácticas se le hicieron cortos al empresario que lo dirigía. En poco tiempo se integró con sus compañeros de trabajo y demostró su implicación laboral. La empresa nos expuso su interés por contratar a Mamadou, pero la situación documental del menor no se encontraba acabada para poder aceptar la oferta. Así pues, realizó unas segundas prácticas como auxiliar de lacados y barnizados, hasta conseguir completar toda burocracia.

Hace menos de dos meses que nuestro chico de Mali volvió con unas nuevas prácticas a El Paladar y para nuestra familia de ISL Alcalá es un verdadero orgullo poder decir que Jawara ha conseguido su primer contrato de trabajo en España, que está firmando en la fotografía que ilustra este reportaje. El menor está repleto de felicidad por haber conseguido su propósito y poder continuar ayudando a su familia. Su historia se ha convertido en una satisfacción enorme para nuestro equipo de profesionales y en un referente para el resto de menores de nuestro centro y de otros recursos de Fundación SAMU.

 

MARÍA ARCAS APARICIO.
Educadora de ISL Alcalá

ISL Valencina

ISL Valencina: la figura de la menor migrante

Desde Sevilla, nos llena de satisfacción ver cómo la familia SAMU sigue creciendo. En esta ocasión, se comienza el año con la apertura de un nuevo ISL (Centro de Inserción Sociolaboral) en la ciudad. Los centros de ISL, como su nombre indica, tienen como objetivo principal la integración social y laboral de un colectivo vulnerable y en riesgo de exclusión social en la etapa de la adolescencia. El ISL Valencina se caracteriza además por atender a menores de género femenino, un fenómeno menos usual por la escasez de demanda, ya que generalmente el proyecto migratorio suele estar protagonizado por la figura masculina.

Somos conscientes de que es un reto importante que asumir, pero estamos llenos de ilusiones y de ganas de progresar para conseguir los objetivos marcados. Para ello, el centro cuenta con diferentes expertos en distintos sectores para ofrecer a las menores una diversidad de oportunidades y experiencias que las nutrirá favorablemente en su acompañamiento hasta la mayoría de edad.

Desde el 27 de diciembre, se atiende a la primera beneficiaria de este recurso. Con 16 años, de origen marroquí y residente en España desde hace ya tres años, esta menor ha hecho un recorrido por diferentes centros. Ahora, desde Fundación SAMU tenemos la prioridad de potenciar su autonomía con el objeto de prepararla para su emancipación. Con ansias esperamos la llegada de nuevas chicas para seguir dando forma a este proyecto.

La migración de estas chicas supone una profunda alteración emocional y personal. Esta situación debe ir acompañada de un equipo de profesionales que muestren su apoyo y sean referencia para las menores. Por ello, es importante abordar con ellas esta transición a la vida adulta poniendo el punto de mira en diferentes enfoques, ya sean de ámbito educativo, social, psicológico, laboral, etc, según las necesidades que se detecten.

Es imprescindible que las jóvenes aprendan a relacionarse con iguales y con figuras adultas, y que lo hagan de manera respetuosa. Que sepan detectar las relaciones tóxicas, ya sean personales o de amistad, haciéndoles entender su capacidad de elección y el valor de su autonomía.

Desde su ingreso en el recurso, las jóvenes marcan unos objetivos a corto y largo plazo. Así, creamos un plan personalizado que el equipo educativo y técnico revisa y va amoldando a las particularidades de cada menor. La joven es capaz de reconocer los logros y habilidades que va adquiriendo, y puede hacerse cargo de sus responsabilidades. El objetivo es que las jóvenes se sientan partícipes y con la fuerza de poder elegir su futuro, de saber cuáles son sus metas y cómo alcanzarlas.

Desde Fundación SAMU, trabajamos para que estas jóvenes sean conscientes de su realidad y para proporcionarles ese apoyo que les permitirán superar sus limitaciones y dificultades, convirtiéndolas en mujeres con poder, capaces y libres.

CELIA LÓPEZ GONZÁLEZ.
Directora del ISL Valencina

Fuentequintillo (Fundación SAMU)

Bajo el amparo de Fuentequintillo

Fundación SAMU abrió en julio de 2021 su primer centro especializado en la atención de niños con discapacidad física y/o intelectual que provienen del Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía. Se trata de siete menores de entre 5 y 16 años que han encontrado en el Centro de Fuentequintillo, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla), un nuevo hogar, y en el equipo de profesionales de SAMU, una gran familia que los quiere, cuida, protege.

El centro de Fuentequintillo abrió por primera vez sus puertas en febrero de 2019 con el objetivo de acoger a menores inmigrantes, primero a chicos y, más tarde, a un grupo de chicas que procedían del recurso de SAMU en Melilla. Cuando éstas fueron trasladadas a Madrid, las instalaciones de Fuentequintillo quedaron vacías y SAMU optó a un concurso de la Junta de Andalucía para acoger a menores con discapacidad, todos ellos de nacionalidad española, según explica Alejandro Cala, director de Zona Andalucía Centro.

El primer niño con discapacidad llegó al centro el 30 de junio de 2021 procedente del Instituto Doctor Sacristán, un centro residencial para usuarios gravemente afectados ubicado en Sevilla. Al día siguiente, llegaron el resto de sus compañeros, todos ellos procedentes de Ciudad San Juan de Dios, en Alcalá de Guadaíra (Sevilla).

“El centro cuenta con ocho plazas, pero actualmente hay siete menores”, comenta María Casado, psicóloga del Centro Fuentequintillo. El perfil de los menores es bastante variado. El más pequeño tiene 5 años y el mayor, 16, aunque la mayoría se encuentra en plena adolescencia, entre los 12 y 14 años. “Son niños muy especiales. Algunos, además de su discapacidad, tienen un autismo muy severo, hasta el punto de que no hablan. También hay algunos menores con el Síndrome de Asperger, parálisis cerebral o con enfermedades raras, como el Síndrome de Smith-Magenis o el Síndrome de Cornelia de Lange. En estos dos últimos casos, se trata, además, de niños muy impulsivos e hiperactivos, según explica María Casado. Otros, por ejemplo, a su discapacidad se suman problemas de conducta. “Todos ellos son niños que proceden de familias conflictivas o desestructuradas y que se encuentran bajo el amparo del Sistema de Protección de la Junta de Andalucía”.

El primer reto para estos chicos en Fuentequintillo fue adaptarse al centro y al nuevo equipo de SAMU. En este recurso trabajan 13 personas bajo la dirección de Javier Espejo García, pero durante las primeras semanas, el equipo de Fuentequintillo fue reforzado con profesionales de otros recursos de SAMU especializados en la atención de menores. “Para estos chicos, los cambios son muy difíciles y les cuesta adaptarse. Requieren unas necesidades concretas y de un esfuerzo extra por ambas partes. El primer mes fue un poco ensayo-error. No nos conocían, éramos personas extrañas para ellos y se mostraban muy nerviosos. Algunos estaban cohibidos, lo que nos impedía saber cómo eran realmente y cómo se portaban. Pero, tras los primeros días, todo ha ido bastante bien y estamos muy orgullosos de lo bien que se han adaptado. Los niños nos conocen y están contentos, aunque es cierto que tienen muchas subidas y bajadas, algo normal dadas sus características y situación”.

Tras el verano y con la llegada del nuevo curso escolar, estos menores vivieron un nuevo proceso de adaptación y cambio de rutina, con algunas modificaciones en los horarios y actividades. Durante el verano, cuando llegaron, las mañanas se dedicaban a talleres terapéuticos y educativos donde se reforzaban las actividades propias del colegio (según el nivel de cada menor), los hábitos saludables, se trabajaban las emociones (generalmente, su identificación), las habilidades sociales, la imaginación, la creatividad y el vocabulario. Los sábados, la estrella era un taller de cocina, muy demandado por parte de los chicos, mientras que los domingos se realizaban salidas y excursiones programadas y una asamblea semanal donde los menores ponían en común sus inquietudes y se solucionaban los problemas que hubieran tenido durante la semana. A esta planificación de actividades no faltaba tampoco los chapuzones en la piscina y las actividades deportivas y al aire libre. Todas estas actividades se vieron modificadas con el inicio de las clases, pero se han seguido desarrollando en su gran mayoría, con otros horarios.

“Aquí no hay dos niños iguales, por lo que todas las actividades están plenamente adaptadas al nivel de cada uno y a su grado de dependencia”, explica la psicóloga María Casado, que, semanalmente, tiene dos sesiones individuales y personalizadas con cada uno de los niños para trabajar objetivos terapéuticos concretos. “Según el niño, trabajo con ellos habilidades sociales, estimulación sensorial, la dislexia… Cada niño tiene su propio plan. Recientemente, vimos necesario tener una charla sobre sexualidad con uno de los adolescentes del centro y, en otro caso, fue necesario reforzar los esfuerzos para la adaptación de la vuelta a las clases. Nos adaptamos a las necesidades de cada niño de forma individual y personalizada”.

Casado admite que, profesionalmente, Fuentequintillo, ha sido un reto. “Venía de trabajar un año en la clínica SAMU Wellness, con usuarios de perfiles completamente diferentes. Anteriormente y fuera de SAMU, sí había trabajado con niños con dificultades de aprendizaje y dentro del espectro autista, pero no con el grado de severidad que tenemos aquí. Yo soy neuropsicóloga, por lo que he trabajado mucho con anterioridad las alteraciones de conducta y los problemas de aprendizaje. Pero es cierto que en Fuentequintillo se juntan muchas cosas. Estamos ante niños con una discapacidad, dificultad de aprendizaje y en situación de desamparo. Esto sí es nuevo para mí”, reconoce la psicóloga del centro. “Para mí ha sido todo un reto, pero estoy encantada porque el trabajo que realizamos con estos niños es muy gratificante. Ves en sus caras cuando algo les gusta, y cuando logras comunicarte con ellos es muy gratificante e ilusionante, te sientes realizado”.

En el poco tiempo que estos menores llevan en Montequinto, Casado admite apreciar una pequeña evolución en ellos, aunque es consciente de que en algunos casos el margen de mejora es muy relativo. “Uno de estos niños está en cuidados paliativos, por lo que nuestro único afán es que no empeore y que esté bien estimulado, bien atendido. Tenemos casos muy complicados, por ejemplo, el caso del menor con el síndrome de Cornelia de Lange (un trastorno del desarrollo hereditario que se caracteriza, sobre todo, por un fenotipo facial distintivo, anomalías en extremidades superiores y retraso del crecimiento y psicomotor). Aunque trabajamos mucho con él el tema de la fonética, es un niño de 5 años que todavía no habla”.

La psicóloga también destaca el caso de un menor con 16 años con autismo severo y que no es capaz de comunicarse plenamente. “No damos ningún caso por perdido ni mucho menos, pero somos consciente de que su evolución es lenta y que el margen de mejora de muchos ellos es relativo. Nuestro objetivo principal es que aprendamos a comunicarnos con ellos y que ellos logren transmitirnos sus ideas y pensamientos. La comunicación es clave en su desarrollo. Si un niño no sabe o no es capaz de hablar y de comunicarse, todo es más difícil”.

Como se ha mencionado anteriormente, a la situación de estos menores se suma el hecho de que pertenecen al Sistema de Protección de Menores de la Junta de Andalucía y que no viven con sus familias, aunque sí tienen contacto con ellas.

“Desde Fundación SAMU hacemos un gran esfuerzo para que los niños conserven el contacto con sus familiares, siempre y cuando la Junta lo autorice. Hay niños con padres en la cárcel. Nosotros intentamos proteger al menor de una realidad tan dura. Ellos no son conscientes de que su madre o su padre está en prisión, pero intentamos facilitarle la llamada y que haya una comunicación entre ambas partes. De hecho, desde el primer día, se intentó continuar con el régimen de visitas que tenían programados en sus centros anteriores. Eso sí, todas las visitas son supervisadas por algún profesional del centro. Actualmente, estamos estudiando los casos uno por uno para comprobar si algunas de estas visitas podrían ser aptas para realizarse sin supervisión, siempre que la Junta lo autorice”. El equipo de profesionales de Fuentequintillo, junto a los responsables de la Junta de Andalucía, también trabaja con familias colaboradoras para que estos niños cuenten con un apoyo social fuera del centro.

Programa Autonomía Horizontes Andalucía

Programa Autonomía Horizontes Andalucía

En enero de 2021, Fundación SAMU iniciaba la gestión del Programa de Autonomía Horizontes, un programa de alta intensidad para la adquisición de competencias sociolaborales necesarias para la plena emancipación y la transición a la vida adulta, con cargo al 0,7 % IRPF.

El proyecto de mayoría de edad, de la mano del Área de Infancia y Familia de Fundación SAMU, nació de la ilusión y el convencimiento de que se pueden cambiar los destinos.

Por nuestro proyecto han pasado cerca de 30 personas, de historias de vida, de sueños y proyectos. Para muchos de ellos y ellas, el Programa Horizontes ha sido un refugio en el que ponerse a salvo, una estación de parada que conduce a sus destinos.

Nuestro viaje parte de diferentes puntos de la autonomía andaluza. Desde Granada, hasta Algeciras, pasando por Málaga Córdoba y Sevilla.

La búsqueda de mejores oportunidades y la construcción de un proyecto de vida son las razones principales por las cuales las niñas, los niños y los adolescentes migran. La historia de tránsito de la mayoría, hasta llegar a nuestra estación, ha estado marcada por altos niveles de vulnerabilidad y fragilidad emocional, que en ocasiones han resuelto con una madurez precoz.

Los proyectos migratorios traen consigo una mezcla de sentimientos, en ocasiones, contradictorios, como la esperanza y el miedo al fracaso. Quienes emigran han construido imaginarios sobre las posibilidades laborales y de evolución personal de acuerdo con sus motivaciones y expectativas particulares. El envío de remesas a su familia en el país de origen es una de las expectativas principales. No obstante, si después de un tiempo no logran cumplir este objetivo, interpretan que ha fracasado el proyecto migratorio.

Pero el impacto es mayor al tomar en cuenta que nuestros jóvenes llevan consigo las consecuencias de su historia migratoria, donde han experimentado tristeza, incertidumbre, frustración, aislamiento y sentimiento de fracaso, entre otros.

El impacto en la identidad

Desde la óptica de la interculturalidad, ninguna persona que migra está exenta de experimentar un impacto en su identidad. Los procesos de relación e intercambio entre las personas de diversas culturas pueden ser enriquecedores, pero también afectar de manera profunda cuando se enfrenta la desigualdad y la discriminación.

Para conseguir la transición a la vida adulta de las personas beneficiarias, en condiciones de seguridad e igualdad, el Programa de Autonomía Horizontes ha desarrollado una estrategia de atención integral desde múltiples enfoques. Desde un enfoque psicosocial, se han comprendido los comportamientos, emociones y pensamientos de las personas beneficiarias en el contexto social y cultural en el que se han desarrollado, salvaguardando por encima de todo los derechos humanos, fomentando que desarrollen sus potencialidades y hagan uso pleno de sus derechos ciudadanos.

Desde el enfoque de género, considerando el género una construcción social y cultural que responde a una organización social del poder, que ubica a las mujeres y lo femenino en subordinación frente a los hombres y lo masculino, desarrollando nuestro programa desde una perspectiva que ha permitido entender las necesidades específicas de mujeres (y hombres,) y los efectos diferenciales de cada situación en ellas y ellos.

El enfoque diferencial e intercultural, ha permitido apreciar y valorar las múltiples diferencias, no solo desde la identidad de género, sino también desde la orientación sexual, las condiciones de clase, la espiritualidad, la religión, los hábitos y las costumbres, la etnia y la nacionalidad. Entendemos que frente a la diversidad no existe una única forma de atención, sino que cualquier intervención debe realizarse a partir de las particularidades y necesidades de cada persona, prevaleciendo la coexistencia de las diversidades con el enriquecimiento mutuo que deriva de esta interacción.

Nuestro enfoque de participación ha involucrado a las personas beneficiarias en la toma de decisiones durante todo el proceso de la atención, en todas las etapas y niveles, brindando la formación e información necesaria que les ha ayudado a comprender la situación en la que se encuentran y activar el plan de acción, de manera conjunta, para alcanzar sus objetivos.

Conscientes de que la atención psicosocial de las personas en situación de vulnerabilidad involucra un entramado de instituciones sociales; sanitarias, judicial, social, policial, educativo e informativo, entre otros, sin duda, hemos articulado una adecuada coordinación entre dichas instituciones y el Programa Autonomía Horizontes.

En todas las acciones llevadas a cabo para la construcción de los proyectos de vida de las personas beneficiarias, se ha visualizado previamente los efectos de las intervenciones a corto, mediano y largo plazo en la vida de cada persona a quien se le brinda apoyo. Vigilantes siempre, revisando y analizando críticamente el impacto de las acciones que se desarrollan en la vida de nuestros jóvenes, siempre hemos sido conscientes que, las intervenciones que funcionan en un contexto no necesariamente son las más adecuadas en otro, por lo que para nuestro programa siempre ha primado el enfoque de la acción sin daño.

Los logros alcanzados este primer año han sido fruto del esfuerzo de las numerosas personas implicadas en el desarrollo de este proyecto, jóvenes y equipo orientador que, con su atención y acompañamiento han creado un espacio de seguridad para el desarrollo integral de todas las personas atendidas en el Programa de Autonomía Horizontes. Terminando un año y emocionadas con la llegada del siguiente.

Por Siham Khalifa El Abdi. Coordinadora Programas de Mayoría de Edad Andalucía

Equipo SAMU (ISL SAMU Arcos)

Equipo SAMU: inclusión a través del deporte

Desde el centro ISL SAMU Arcos apostamos por una inserción social y laboral real, y, por ello, realizamos un gran trabajo para que nuestros menores participen en la mayor parte de actividades deportivas y culturales de la localidad. El objetivo principal de la participación en estas actividades es la inclusión de nuestros menores en la vida social a través del deporte.

Nuestro centro acoge a menores inmigrantes, en edades adolescentes y en riesgo de exclusión social. A pesar de las dificultades y obstáculos, nuestros jóvenes disfrutan mucho del deporte y encuentran en él una magnifica herramienta para superar sus miedos, expresar sus sentimientos y emociones. Es una actividad que les reconforta mucho.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero, sobre todo, puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos, que son tan importantes trabajar con este colectivo. Creemos que la mejor manera de conseguir la integración de nuestros menores es trabajando de forma activa en las actividades de ocio que ofrecen los diferentes organismos, y de forma especial en las actividades deportivas que tanto les gusta. Gracias a su trabajo, esfuerzo y trabajo en equipo, se sienten partícipes e importantes por su labor colaborativa.

Nuestros jóvenes ya han participado en varias actividades deportivas que han tenido lugar en el municipio acompañados por los educadores, siendo voluntarios en las organizaciones de éstas.

Estas colaboraciones les han colmado de sentimientos de utilidad y orgullo, ya que han formado parte de actividades muy reconocidas a nivel deportivo y social. Al mismo tiempo han servido para abrir puertas, consiguiendo otras oportunidades en otras actividades culturales realizadas en el pueblo.

Entre las actividades realizadas destacamos la participación de nuestros menores en eventos deportivos de gran importancia como el “XII Triatlón Cros Sprint Arcos, Tierra que inspira”, que tuvo lugar en el Centro de Actividades Acuáticas del lago de Arcos de la Frontera (Cádiz). Fue una prueba con una alta participación de corredores, donde destacaron el buen nivel competitivo y una sobresaliente organización. Nuestros menores fueron partícipes de ello, haciendo un gran trabajo en uno de los puntos de avituallamiento de la travesía.

Los chicos también participaron en el “III Trail Urbano Ciudad de Arcos”, organizado por el Club De Atletismo Ciudad de Arcos, una prueba de 17 kilómetros de recorrido de ensueño por todos los rincones de nuestra localidad, dónde los menores estuvieron colaborando en diferentes puntos del casco histórico señalando y ayudando a los participantes.

Gracias a su buen trabajo y dedicación, el “Equipo SAMU”, es así como se les conoce al grupo de menores de nuestro recurso, han logrado el reconocimiento de toda la sociedad en estos eventos deportivos y son considerados para su participación en próximas actividades que se realizaran en el pueblo por las distintas organizaciones, clubes y asociaciones municipales y deportivas.

En definitiva, estas acciones serán recompensadas en un futuro a nivel personal y profesional.

“Si vas paso a paso y con confianza, puedes llegar lejos”, Diego Armando Maradona.

Por ISL SAMU Arcos