Alumnos y profesores de Escuela SAMU

Autoprotección sin barreras

El 1 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Protección Civil, una fecha para recordar la importancia de la planificación, la prevención y la preparación de las personas ante situaciones de emergencia. En Escuela SAMU, este día no pasó desapercibido. El alumnado del ciclo formativo de Grado Superior en Coordinación de Emergencias y Protección Civil llevó a cabo distintas acciones formativas e informativas con un objetivo común: hacer llegar la cultura de la autoprotección a toda la población.

Dentro del módulo Planificación y desarrollo de acciones formativas, informativas y divulgativas en protección civil y emergencias, el equipo docente ha apostado por trasladar al mundo real el aprendizaje del aula. A lo largo del curso, los estudiantes han trabajado con casos prácticos que simulan situaciones reales. Ahora, han salido del aula para organizar acciones de divulgación en distintos puntos de Andalucía, como parte final del módulo.

Una de estas actividades se desarrolló en la Asociación de Personas Sordas de Sevilla, en un espacio cedido por la propia entidad. La sesión giró en torno a la prevención de incendios en el hogar, un tema que afecta a todas las familias, pero que presenta desafíos especiales para personas con discapacidad auditiva. Durante la jornada, se abordaron pautas de autoprotección en caso de incendio, se explicó cómo actuar en situaciones de emergencia y se realizó un taller práctico de uso de extintores. El encuentro fue también una oportunidad para reflexionar sobre la accesibilidad de la información en materia de seguridad y emergencias.

La elección del colectivo no fue casual. Desde Escuela SAMU existe un compromiso firme con la inclusión y la equidad. Por ello, se priorizan acciones que respondan a las necesidades de colectivos vulnerables. En palabras del profesorado, «no basta con saber que es importante prevenir, hay que asegurarse de que todas las personas, independientemente de sus capacidades, puedan acceder a esa información». La actividad en la Asociación de Personas Sordas de Sevilla fue un ejemplo de esta filosofía.

Esta iniciativa contó con el impulso del equipo docente del módulo, compuesto por Sergio Vitrián y Laura Díaz, que guiaron al alumnado en el diseño de los materiales y en la preparación de las sesiones. La planificación de las acciones, el contacto con las entidades colaboradoras y la ejecución de las jornadas corrió a cargo de los propios estudiantes, lo que supuso un reto formativo de primer nivel.

Formación a profesorado y alumnado

Además de la acción desarrollada en Sevilla, otro grupo de estudiantes organizó una actividad en el CEIP Divino Salvador de Cortegana (Huelva), centrada en el Plan de Autoprotección del centro. Allí, el alumnado de Escuela SAMU ofreció formación al profesorado y a los alumnos del colegio sobre riesgos, evacuación y conductas seguras ante una emergencia. La jornada culminó con un simulacro real, en el que colaboraron Bomberos, Policía Local, Protección Civil y Cruz Roja. Esta acción se celebró el 4 de marzo y contó con el respaldo del Ayuntamiento de Cortegana.

El enfoque práctico de estas actividades refleja la metodología de Escuela SAMU, una institución con más de 15 años de experiencia en la formación de profesionales en el ámbito de las emergencias. El ciclo de Grado Superior en Coordinación de Emergencias y Protección Civil capacita al alumnado para diseñar planes de emergencia, coordinar operativos y liderar intervenciones ante catástrofes, siempre con una visión integral del riesgo. Las clases combinan teoría y práctica, e incluyen formación en planificación, gestión de recursos, atención a colectivos vulnerables y divulgación de la cultura de la autoprotección.

Los episodios de lluvias torrenciales vividos en España, como la DANA de octubre, han puesto en evidencia la necesidad de estar preparados. La gestión de una emergencia no empieza cuando suena la alarma, sino mucho antes. La clave está en la prevención, la planificación y la información. Como explican desde Escuela SAMU, «si las personas no conocen las pautas de actuación en una emergencia, difícilmente podrán protegerse. Por eso es importante la divulgación».

Desde esta premisa, la escuela ha querido que su alumnado no solo aprenda los contenidos del módulo, sino que los viva. Que se enfrenten al reto de comunicar, de adaptar sus mensajes y de trabajar con personas. Que comprendan que la protección civil es, ante todo, una herramienta de servicio público.

Escuela SAMU en Sierra Nevada

Escuela SAMU ofrece formación de altura en una nueva acampada de invierno en Sierra Nevada

El silencio del amanecer en Sierra Nevada se rompió con el sonido de las primeras pisadas sobre la nieve. Bajo un cielo despejado y con temperaturas bajo cero, un grupo de futuros profesionales sanitarios se preparaba para enfrentar uno de los mayores desafíos de su formación: la Operación Colmillo Blanco.

Este ejercicio, que forma parte del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria de Escuela SAMU y la Universidad CEU San Pablo, se desarrolló del 3 al 7 de febrero en el área recreativa de Fuente Alta, a pocos kilómetros de la estación de esquí de Pradollano (Granada).

La acampada reunió a alumnos del máster de enfermería; estudiantes de los ciclos formativos de Técnico en Emergencias Sanitarias (TES), Técnico en Emergencias y Protección Civil (TEPC) y Técnico Superior de Coordinación de Emergencias y Protección Civil; instructores y profesionales externos. Todos afrontaron una convivencia en un entorno hostil, donde el frío, la nieve y la altitud pusieron a prueba sus habilidades físicas y mentales.

El campamento, planificado por un gabinete compuesto por ocho alumnos y dos instructores, se desplegó en un terreno de casi 1.000 metros cuadrados a una altitud de entre 1.980 y 2.140 metros. Para ello, se instalaron tiendas Hilleberg y se aseguró la logística necesaria para la supervivencia durante cuatro días.

El propósito de la Operación Colmillo Blanco era doble: formar a los participantes en la construcción y mantenimiento de un campamento seguro en condiciones de frío extremo y reforzar sus competencias en la atención sanitaria en entornos hostiles. Para ello, los alumnos recibieron formación práctica en vestimenta térmica, rescates en montaña, anclajes de seguridad y técnicas de evacuación de víctimas.

Las jornadas estuvieron marcadas por una combinación de esfuerzos físicos y decisiones críticas. La progresión con crampones y piolet, la autodetención en pendientes, la construcción de refugios y el rapel en hielo fueron solo algunas de las pruebas que afrontaron los participantes.

Desde el equipo docente de Escuela SAMU explican que para los estudiantes es muy importante realizar prácticas en estas condiciones medioambientales, ya que se producen muchos aspectos particulares que los sanitarios deben tener en cuenta a la hora de trabajar. “En una asistencia en alta montaña hay que tener en cuenta muchas variables como, por ejemplo, la ventilación del paciente y la presión pulmonar cuando se realiza ventilación mecánica, así como su temperatura corporal. El metabolismo cambia en estas circunstancias y son cosas que nuestros alumnos tienen que aprender in situ”.

Los talleres y actividades que se realizaron durante estas jornadas se estructuraron en cuatro bloques de formación: técnicas de desplazamiento en nieve y hielo (uso de crampones y piolet, progresión en terrenos helados y maniobras de autodetención en caso de caídas); rescate y evacuación (movilización de camillas en zonas escarpadas, ascenso con contrapeso, descensos con polipasto y maniobras de tirolina); supervivencia y refugios (construcción de vivacs en nieve, gestión de anclajes de fortuna y adaptación del campamento a condiciones extremas); y autorrescate en avalanchas (uso de detectores de víctimas de avalancha, protocolos de búsqueda y rescate, y uso de sondas y palas en nieve compactada).

El mantenimiento del campamento exigió turnos de guardia tanto nocturnos como diurnos. Durante la noche, cada binomio de alumnos aseguró la vigilancia y el control de las condiciones meteorológicas, garantizando la seguridad de sus compañeros y del material. Las temperaturas descendieron hasta los -6°C, lo que hizo especialmente exigente la resistencia a la intemperie.

La última jornada, mientras parte de los integrantes de la expedición desmontaban y recogían el campamento, otro grupo realizaba una de las actividades más esperadas de la acampada: el tradicional ascenso al Veleta, la cuarta cumbre más alta de España por detrás del Teide, Mulhacén y Aneto.

Al concluir la acampada, los participantes fueron sometidos a una evaluación integral que analizó su desempeño en la toma de decisiones, la capacidad de adaptación y la gestión de los recursos.

Los instructores destacaron la mejora progresiva en la resistencia física y mental de los alumnos, así como su capacidad para actuar en equipo y resolver situaciones de alta complejidad. La tradicional acampada de supervivencia de invierno consolidó su reputación como una de las experiencias formativas más exigentes de Escuela SAMU.

Esta acampada, más allá del aprendizaje técnico, dejó una huella imborrable en los futuros profesionales de emergencias, reforzando su vocación y preparándolos para enfrentar los escenarios más adversos con determinación y competencia.

Sara Lucena Cejas. TES, TCAE y antigua alumna de Escuela SAMU

Sara Lucena, TES y TCAE: «Una formación impecable hizo que me enamorase de esta profesión»

Sara Lucena Cejas (1981, Mataró, Barcelona) decidió dar un giro radical a su vida y, con 40 años, cursó, en primer lugar, el ciclo de FP de Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería y, después, el de Técnico en Emergencias Sanitarias en Escuela SAMU. Ahora trabaja en el Hospital Vithas Sevilla, donde realizó sus prácticas.

—¿A qué se dedicaba antes de estudiar en Escuela SAMU?
—¡A algo que nada tiene que ver con la sanidad! Estuve durante veintidós años trabajando para unos grandes almacenes (seguro que ya todos saben de qué comercio hablo) realizando funciones de dependienta.

—¿Qué le llevó a tomar la decisión de dejar un trabajo fijo y estudiar el ciclo de TCAE en Escuela SAMU con 40 años?
—¡Buena pregunta! La verdad es que la sanidad había estado rondando en mi cabeza desde bien jovencita, pero circunstancias de la vida me hicieron elegir otro camino. Muchos años después, la pandemia y alguna que otra circunstancia personal me acercaron a esos profesionales que cuidan de nosotros, que nos apoyan en nuestros momentos más vulnerables y decidí entonces que ahí era donde quería estar. La verdad es que te mentiría si te dijese que fue fácil tomar esa decisión. ¡Tuve que escuchar de todo! «Tú estás loca», «¿Y si no te sale bien?», «Cuidado que ya tienes una edad». Ruido, mucho ruido que no consiguió detenerme.

—¿Cómo fue ese primer día de clase? ¿Se sintió fuera de lugar por la diferencia de edad o lo vivió como una oportunidad?
—Tuve dos primeros días de clase completamente diferentes. Recuerdo que cuando empecé el ciclo formativo de TCAE, los compañeros y compañeras eran, la gran mayoría, muy jovencitos y hubo un momento en el que pensé: ¿qué hago yo aquí? Sin embargo, el primer día de clase de TES, y no me preguntes por qué, fue increíble. No se si fue la edad media de los alumnos, que rondaban mi edad, o la experiencia reciente que había vivido en el curso anterior, que sentí que esta vez sí estaba en el lugar correcto. Aquel grupo, ya desde el primer día, me cautivó.

—¿Qué le impulsó a continuar con el ciclo de TES después de finalizar el de TCAE?
—¡La inconsciencia! (se ríe). Es broma. Fueron muchos motivos: una formación impecable que hizo que me enamorara de esta profesión, las ganas de aprender más sobre ella, el apoyo de los míos, y también ver por la ventana de mi clase a los alumnos de TES haciendo sus prácticas tirados por el suelo, subidos a un avión o dentro de coches volcados.

—¿Qué significó para usted dar este giro en su vida en un momento en el que muchas personas optan por la estabilidad?
—Una locura. Soy una persona que cree que las cosas pasan cuando está en el sitio correcto y en el momento indicado. Imagino que fui capaz de reconocer la oportunidad y ser valiente para aprovecharla.

—¿Qué destacaría de la formación en Escuela SAMU?
—Cuando decidí estudiar el ciclo de TCAE, realicé previamente un estudio de mercado. Tenía claro que quería una formación presencial, quería aprender la profesión, pero de verdad, con materiales, instalaciones, simulaciones y personal docente cualificado. En todo esto, Escuela SAMU no tiene competencia.

—Escuela SAMU es conocida por su metodología práctica y exigente, ¿cómo vivió esa parte de la formación?
—En algunas ocasiones fue una experiencia muy dura. Los docentes son exigentes y había algunas asignaturas que, por su contenido, requerían mucha dedicación.

—¿Alguna asignatura o experiencia que le marcó especialmente?
—Es difícil elegir sólo una porque todas ellas han influido en mi formación. Desde las relacionadas con el apoyo psicológico al paciente, tan importantes para el trabajo que realizo hoy en día, como todas aquellas que me enseñaron materiales, técnicas, cuidados… Como experiencia en prácticas, me quedo sin ninguna duda con aquellas en las que los docentes nos hacían meternos en una cama de un hospital, en un tablero espinal o en la parte trasera de una ambulancia para tomar conciencia de lo que siente una victima o un paciente en ese momento. Ahí aprendí el verdadero significado del miedo, la dependencia y la vulnerabilidad.

—¿Qué diferencia cree que tiene Escuela SAMU con respecto a otros centros de formación profesional?
—¡Muchísimas! Esta escuela cuenta con unas infraestructuras increíbles, muchísimos recursos materiales y un personal docente muy cualificado. En la escuela, todo se toca y todo se practica.

—¿Por qué recomendaría estudiar en la escuela?
—Por sus instalaciones, sus recursos materiales, su metodología, su personal docente, su implicación con el alumnado e infinidad de cosas más. Ser alumna de la Escuela SAMU no es fácil. Debes implicarte, dejar al lado algunos prejuicios y estar dispuesta a casi todo. Pero también es una garantía de éxito asegurado. En el mundo sanitario, ser antiguo alumno de esta escuela y, por supuesto, ser un buen profesional, hacen que se te presenten millones de oportunidades.

—Me han comentado que tenía un hijo pequeño cuando comenzó a estudiar en SAMU. ¿Cómo logró compaginar su formación con la maternidad?
—Mi hijo tenía 11 años cuando me matriculé por primera vez en Escuela SAMU. Fue bastante duro porque por las mañanas iba a clase y por las tardes tenía que estudiar, pero también tenía que realizar las actividades del día a día de alguien con un hijo pequeño y una casa a su cargo. No obstante, tengo que reconocer que el apoyo de mi marido en ese momento fue fundamental. Sin él, todo hubiese sido muchísimo más difícil.

—¿Hubo momentos en los que pensó en abandonar?
—¡Por supuesto! Sobre todo, en el último curso de TES. Era ya mi tercer año consecutivo estudiando, asistiendo a clase, trabajando y ocupándome de mi casa y empezaba a estar ya cansada física y psicológicamente. Seguir aprendiendo y formándome para esta profesión me hizo seguir adelante.

—¿Qué mensaje daría a otras madres que creen que estudiar y criar al mismo tiempo es imposible?
—Que nada es imposible. Es duro, por supuesto. Yo tuve que renunciar a pasar tiempo con mi familia, con mis amigos, a no poder salir los fines de semana y a muchas cosas más. Todo el tiempo que me quedaba libre era para poder estudiar.

—¿Cómo ha cambiado su vida después de completar ambos ciclos en Escuela SAMU?
—Muchísimo, sobre todo, en lo laboral. Ahora tengo una profesión que me apasiona y millones de oportunidades y proyectos que se presentan todos los días y que no puedo aceptar por falta de tiempo.

—¿Qué puertas le ha abierto esta formación?
—Muchas. Muchas oportunidades. Como te digo, es algo que ocurre casi a diario. Trabajo en un hospital con muchísimos equipos médicos y personal sanitario en el que las oportunidades, si eres un buen profesional, aparecen con mucha facilidad.

—¿Qué le ha enseñado esta experiencia?
—Muchas cosas positivas. Que ser valiente tiene su recompensa, que el esfuerzo te permite alcanzar metas insospechadas y que todos debemos ser capaces de reconocer las oportunidades, estar preparados para cuando llegan y saber ir a por ellas.

—¿Qué consejo le daría a las personas que creen que “ya es tarde” para estudiar?
—¡Que nunca es tarde! Es más duro, por supuesto, pero no tarde. Cada día se nos presenta la oportunidad de empezar de cero. Ser valiente, decidido y comprometido te harán salir de esa zona a la que yo llamo zona de inconfort, y te permitirán tener una nueva oportunidad en tu vida. En esta profesión, la edad no es ningún impedimento para alcanzar tus metas, es más, me atrevería a decir que es una ventaja. Es un oficio lleno de oportunidades para todos.

XII Olimpiadas de Técnicos de Emergencias Sanitarias de Escuela SAMU

Adrenalina y trabajo en equipo en las Olimpiadas TES de Escuela SAMU

En un ambiente cargado de energía y determinación, los días 28, 29 y 31 de enero se llevaron a cabo las XII Olimpiadas de Técnico en Emergencias Sanitarias organizadas por Escuela SAMU. Este evento anual reunió a una veintena de estudiantes de Formación Profesional, todos ellos dispuestos a poner a prueba sus habilidades en situaciones de alta exigencia y, lo que no es tan habitual, en una situación competitiva.

El principal propósito de estas olimpiadas es organizar un evento académico-deportivo que permita a los participantes evaluar y demostrar las competencias esenciales para el desempeño efectivo en emergencias. Entre los objetivos específicos destacan fomentar el trabajo en equipo, evaluar la capacidad de adaptación, poner a prueba la respuesta mental, aplicar conocimientos teóricos en contextos prácticos y valorar la iniciativa personal.

En estas olimpiadas han participado 23 estudiantes: 11 de los ciclos de Técnico en Emergencias y Protección Civil (Grado Medio) y Técnico Superior en Coordinación de Emergencias y Protección Civil (Grado Superior), y 12 del grado medio de Técnico en Emergencias Sanitarias (TES). Es la primera vez que participan en este evento alumnos de la rama de Protección Civil.

Las jornadas se estructuraron en una serie de pruebas teórico-prácticas diseñadas para evaluar diversas competencias. Tras dos eliminatorias, cada uno de los cuatro equipos que llegaron a la final (dos de Protección Civil y dos de TES), rotó secuencialmente por un total de ocho desafíos, con una pausa de 30 minutos, completando el circuito en aproximadamente tres horas y media.

Las diferentes pruebas del circuito de la final consistían en un rescate en estructura; atención en un caso de SVA (Soporte Vital Avanzado) de alta complejidad en el que los equipos debían involucrar habilidades de acercamiento y contención verbal; otra prueba de materiales; un circuito de pruebas físicas en el cual se puntuaba la técnica y el tiempo; una prueba de escape room; presentación de un caso de una víctima suspendida en vertical que presentaba síndrome de arnés (tirolina); cruce de una pista de obstáculos (pista americana) y un ejercicio de mecánica.

Entre las cualidades que debían demostrar los participantes en esta competición destacan el control del estrés y del miedo, las dotes de mando, la capacidad para tomar decisiones, el control de las emociones durante situaciones de crisis y el manejo y conocimiento de técnicas sanitarias específicas, entre otras.

Todo esto se une a una serie de valores humanos como son el trabajo en equipo, la educación, el respeto y el compañerismo. “El aspecto físico cuenta, por supuesto, pero también la coordinación y el trabajo en equipo. En el equilibrio de estos tres factores está la clave del éxito”, señalan desde Escuela SAMU.

La planificación meticulosa fue clave para el éxito del evento. Las instalaciones de la Escuela SAMU cuentan con 17.000 metros cuadrados que incluyen 18 aulas, talleres de entrenamiento, áreas de simulación de accidentes y una pista de conducción 4×4. Esta infraestructura permitió una distribución óptima de las pruebas y garantizó la seguridad de todos los participantes.

El equipo organizador, compuesto por instructores y personal de apoyo, se encargó de coordinar cada actividad y de asegurar el cumplimiento de los horarios y la correcta evaluación de las competencias demostradas.

Evaluar y reforzar

Estas olimpiadas no solo sirvieron como plataforma para evaluar y reforzar las competencias de los futuros técnicos en emergencias sanitarias, sino que también fomentaron valores fundamentales como el respeto, la solidaridad y el compañerismo.

La experiencia adquirida en este evento prepara a los participantes para enfrentar con éxito los desafíos reales que encontrarán en su vida profesional, asegurando una respuesta eficiente y humana en situaciones de emergencia.

Escuela SAMU reafirma su compromiso con la excelencia educativa y la formación integral de sus alumnos, consolidándose como un referente en la preparación de profesionales en el ámbito de las emergencias sanitarias.

Ejercicio de alumnos de Técnico de Emergencias y Protección Civil de Escuela SAMU

Una guardia de bomberos en Escuela SAMU

Los alumnos del grado medio de Técnico de Emergencias y Protección Civil de Escuela SAMU vivieron una experiencia formativa inolvidable el 16 de enero, cuando el campus de Gelves se convirtió en un parque de bomberos en un turno de guardia completo, que abarcó toda la noche y en el que no pararon de sucederse incidencias de todo tipo, sorpresas y desafíos. El objetivo: reforzar las competencias operativas y logísticas y la capacidad de toma de decisiones de los estudiantes en situaciones de emergencia, bajo una perspectiva global.

Esta actividad formó parte de la asignatura Coordinación de equipos de emergencia, perteneciente al bloque de Gestión y Elaboración de Simulacros y bajo la dirección de Ignacio Salvador Picchi. Los propios alumnos decidieron que parte de su preparación estuviese vinculada a la simulación de una noche de guardia en un parque de bomberos. Un total de 22 personas, divididas en dos grupos y equipadas con tres vehículos, tuvieron que hacer frente a una serie de intervenciones que debían solucionar bajo una gestión integral y haciéndose cargo de los recursos disponibles a todos los niveles, como personal, logística y dotación.

La jornada comenzó a las nueve de la noche y finalizó a las siete y media de la mañana. Las alertas se sucedieron de forma escalonada, cada hora y media. Después de cada llamada, los alumnos debían decidir la dotación y los recursos necesarios para hacer frente a la emergencia, y ejecutar la operación siguiendo los protocolos establecidos. Cada intervención contó con un mando principal y dos mandos operativos, replicando una estructura de un equipo de emergencias profesional.

La primera intervención de la noche fue un caso de tentativa de suicidio por ahorcamiento en un árbol. Este complejo escenario puso a prueba la capacidad de reacción inicial y las técnicas de rescate de los participantes. En la segunda salida, los equipos se enfrentaron a una situación de emergencia por inhalación de humo en una discoteca con víctimas atrapadas en su interior. La tercera intervención fue un intento de suicidio ampliado que involucraba a una madre y su hija recién nacida, un escenario emocionalmente desafiante que exigía una respuesta profesional y empática.

Un accidente de tráfico con tres vehículos implicados marcó la cuarta intervención, mientras que el siguiente fue el rescate de una víctima traumática atrapada en un vagón de tren utilizando toboganes y escaleras para acceder por una ventana.

La penúltima salida implicó otro rescate por ahorcamiento, esta vez sobre el agua. Finalmente, los equipos participaron en la búsqueda de cuatro desaparecidos en grandes áreas, apoyados por perros de rescate, poniendo a prueba sus capacidades de organización y trabajo en terrenos extensos.

Esta noche de trabajo no solo consolidó conocimientos técnicos, sino que también fortaleció las habilidades de trabajo en equipo, la toma de decisiones bajo presión y la gestión eficiente de recursos. La simulación de una guardia nocturna permitió a los alumnos experimentar la realidad de las emergencias y les dotó de una perspectiva más amplia y completa para su futura labor profesional.

«El trabajo de los alumnos fue impresionante. Es emocionante ver cómo despliegan de forma integral todos los conocimientos que han ido adquiriendo y practicando de forma aislada», explica Ignacio Salvador Picchi, cuya intención es seguir promoviendo este tipo de ejercicios, en los que todo lo aprendido en clase puede ser aplicado bajo una perspectiva global y realista, desde que se desata la emergencia telefónica hasta que se reactivan los equipos tras la intervención.

Simulacro de IMV en Escuela SAMU

El caos bajo control: Incidente con Múltiples Víctimas en Escuela SAMU

La mañana del viernes 20 de diciembre, el sonido de una explosión rompió la calma en las instalaciones de Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla). No se trataba de una emergencia real, sino del inicio de un simulacro integral de Incidentes de Múltiples Víctimas (IMV), el primero de este curso 2024-2025. El ejercicio, diseñado para poner a prueba la preparación de los futuros profesionales de emergencias, sumergió a los participantes en un escenario de caos cuidadosamente orquestado.

El objetivo era claro: replicar, con el mayor realismo posible, una situación en la que los recursos sanitarios y humanos resultasen insuficientes para atender a todas las víctimas. Durante cinco horas, 142 alumnos de diferentes disciplinas se enfrentaron a retos logísticos, asistenciales y psicológicos que exigieron precisión y trabajo en equipo.

En este ejercicio participaron alumnos del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH), los alumnos de Técnicos de Emergencias Sanitarias (TES), Técnicos de Emergencia y Protección Civil, Técnico Superior de Coordinación de Emergencias y Protección Civil y los de Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) de Escuela SAMU. Además, se contó con la colaboración de personal voluntario externo, lo que enriqueció la experiencia y permitió una interacción dinámica entre diversos actores implicados en la gestión de emergencias.

Una coreografía de la emergencias

El simulacro comenzó semanas antes con una planificación minuciosa. Un equipo de cinco alumnos del Máster de Enfermería, junto a una instructora experimentada, diseñó cada detalle del ejercicio: desde los roles asignados a las víctimas hasta los recursos logísticos disponibles. El escenario elegido fue una simulación de explosión en un edificio, con más de 30 participantes caracterizados como heridos graves, quemados e incluso pacientes en paro cardiorrespiratorio.

La jornada arrancó con la distribución de roles. Mientras las supuestas víctimas eran caracterizadas con maquillaje de efectos especiales, los equipos de intervención recibían instrucciones en el área de material. Sobre las nueve y media de la mañana, el simulacro cobró vida: una llamada ficticia al Centro de Coordinación de Urgencias (CCU) marcó el inicio del despliegue.

Las primeras acciones se concentraron en el área de impacto, donde los equipos de rescate entraron con cascos y herramientas de protección. Simultáneamente, el equipo de triaje evaluó a las víctimas y las clasificó según la gravedad de sus lesiones, empleando tarjetas de colores para priorizar la atención.

Entre las zonas más activas destacó el área de atención psicológica. Aquí, los psicólogos en formación intervinieron para estabilizar emocionalmente a víctimas ficticias con crisis de pánico, brotes psicóticos y ansiedad extrema. La tensión era palpable incluso en los detalles simulados, como el humo generado con máquinas y los sonidos de explosiones controladas.

Uno de los aprendizajes clave del simulacro fue la importancia del liderazgo en situaciones de alta presión. Los participantes asumieron responsabilidades jerárquicas, coordinando equipos y tomando decisiones críticas en tiempo real. «No se trata solo de atender a los heridos, sino de gestionar recursos limitados de manera eficiente», explicó una de las instructoras.

El equipo de evaluación destacó el rendimiento de los participantes en el uso de sistemas de comunicación, como los walkie-talkies, y su capacidad para adaptarse a imprevistos, como un supuesto colapso estructural durante la evacuación.

El simulacro concluyó con un debriefing detallado, donde instructores y alumnos analizaron aciertos y áreas de mejora. Entre los aspectos positivos, se subrayó la coordinación entre equipos y la capacidad de improvisación frente a emergencias secundarias. Sin embargo, también se identificaron retos, como la necesidad de optimizar los tiempos de traslado entre zonas y mejorar la gestión de pacientes con heridas críticas.

Este tipo de ejercicios son esenciales para la formación de los futuros profesionales de la salud y las emergencias, no solo por las habilidades técnicas que desarrollan, sino por el temple que exigen. Como recordó uno de los organizadores: «En la vida real, no hay segunda oportunidad para salvar una vida. Estos simulacros nos preparan para afrontar lo impensable con eficacia y humanidad».

Escuela SAMU

Escuela SAMU: aprender a sobrevivir para salvar vidas

Escuela SAMU ha arrancado noviembre con una experiencia única de inmersión en técnicas de supervivencia: la primera acampada de supervivencia de este curso académico, un evento que se ha convertido en un pilar fundamental para el desarrollo integral de los alumnos.

La actividad se celebró entre el 5 y el 8 de noviembre en un entorno rural, donde los estudiantes del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria (UECAH) y los alumnos de los ciclos de Formación Profesional de Técnico en Emergencias Sanitarias (TES), Técnico en Emergencias y Protección Civil (TEPC), Técnico Superior de Coordinación en Emergencias y Protección Civil (TSCEPC) y Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE) fueron sometidos a un riguroso programa diseñado para probar y perfeccionar sus habilidades en condiciones adversas.

La acampada responde a la necesidad de preparar a los futuros profesionales para situaciones reales de emergencia y catástrofe en las que escasean tanto los recursos como la certeza sobre lo que puede ocurrir. Los participantes se ven obligados a improvisar, gestionar recursos mínimos y actuar con rapidez y precisión en un entorno natural. Esta experiencia formativa va mucho más allá de la teoría, permitiéndoles poner en práctica no solo conocimientos técnicos, sino también capacidades emocionales y de liderazgo en un ambiente controlado.

«La mayoría de las veces, como profesionales sanitarios, nuestros alumnos deben trabajar en condiciones en las que la rapidez y el dominio de sí mismos son claves», explica uno de los instructores de Escuela SAMU. «Esta acampada los empuja a descubrir sus límites, mientras les enseñamos a afrontarlos de forma organizada, empática y resiliente».

La actividad comenzó con un briefing en las instalaciones de Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla), donde los estudiantes, organizados en tres equipos (Alfa, Bravo y Charlie), recibieron instrucciones y verificaron el material de supervivencia. El programa, dividido en jornadas de actividades y talleres, ha sido diseñado para cubrir todos los aspectos necesarios de una intervención en emergencias, desde la organización del campamento hasta la movilización de heridos y la gestión de contingencias.

El enfoque de cada jornada variaba, comenzando con tareas de zonificación del campamento y pasando por entrenamientos específicos en técnicas de rescate, defensa personal y atención en incidentes con múltiples víctimas. Cada equipo, liderado por instructores con experiencia en emergencias y catástrofes, tuvo la oportunidad de enfrentarse a distintos escenarios de entrenamiento y trabajar en turnos de vigilancia nocturna, una actividad diseñada para simular el compromiso y la disciplina que exige el trabajo en misiones de rescate prolongadas.

Uno de los aspectos más destacados de la acampada fueron los talleres. Cada uno de ellos estaban diseñados para cubrir diferentes habilidades críticas en entornos de supervivencia. Los participantes rotaron en los siguientes talleres: transmisiones para respuesta de emergencia; refugio de circunstancias, en el que los estudiantes aprendieron a construir refugios improvisados utilizando elementos naturales y herramientas básicas; perfeccionamiento en obtención de fuego; potabilización de agua; primeros auxilios en la naturaleza; valoración primaria en terreno hostil, que enseña a los estudiantes a identificar y tratar rápidamente amenazas a la vida en un ambiente hostil; contención verbal y manejo de pacientes agitados; defensa personal; rescate con vehículos; y sectorización en incidentes con múltiples víctimas, donde se abordaron conceptos de sectorización en emergencias, enseñando a los estudiantes a establecer zonas de seguridad y a coordinar la comunicación entre el equipo y el Centro de Coordinación de Urgencias.

La acampada no solo fue un reto para los conocimientos técnicos de los estudiantes, sino también una prueba de sus capacidades físicas y psicológicas. Para estos futuros profesionales, acostumbrados al entorno académico, esta actividad representó una ruptura con la rutina y una oportunidad de experimentar en condiciones reales lo que significa enfrentarse a una emergencia en la que la vida de las personas depende de su habilidad para tomar decisiones rápidas y efectivas.

«Cuando estás en un aula, puedes leer y escuchar historias sobre cómo responder en emergencias, pero nada es igual que estar en el terreno y tener que aplicar lo que has aprendido bajo presión,» comenta uno de los alumnos. «Esta experiencia me ha permitido descubrir mis fortalezas y también aquellas áreas en las que debo mejorar».

Además de los talleres técnicos, uno de los objetivos fundamentales de la acampada es reforzar la importancia del trabajo en equipo y la jerarquía en situaciones de emergencia. En los contextos caóticos en los que estos futuros profesionales podrían encontrarse, la habilidad para seguir órdenes, comunicarse eficazmente y trabajar en coordinación es clave. Por esta razón, la acampada incluyó diversas actividades que fomentaban estas cualidades, desde la vigilancia nocturna por turnos hasta la ejecución de simulacros en equipo. «La comunicación, el respeto a la jerarquía y el apoyo mutuo son esenciales en las emergencias. Estos estudiantes deben aprender a confiar en sus compañeros y a saber cuándo asumir el mando», apunta uno de los instructores.

El aprendizaje práctico de esta acampada de supervivencia deja una huella profunda en cada participante. En un entorno natural, los alumnos no solo aplicaron conocimientos técnicos, sino que también fueron expuestos a sus propios límites, enfrentándose a la dureza de la naturaleza y a la presión de ser responsables de su propio bienestar y el de sus compañeros.

La acampada también les brindó la oportunidad de trabajar con instructores altamente cualificados, quienes, con experiencia en emergencias sanitarias, compartieron con ellos lecciones de primera mano sobre los desafíos y recompensas de este trabajo.

Cada jornada finalizaba con un análisis de las actividades del día, en el que los instructores guiaban a los participantes en la reflexión sobre sus actuaciones, tanto de manera individual como en equipo, subrayando aciertos y proponiendo áreas de mejora.

Para los participantes de esta acampada, el regreso a Escuela SAMU no fue el fin, sino el comienzo de una reflexión profunda sobre lo aprendido y sobre cómo podrían aplicar estas habilidades en su carrera profesional. De hecho, al finalizar la experiencia, se les entregó una encuesta de satisfacción, donde compartieron sus impresiones y sugirieron mejoras para futuras ediciones. Escuela SAMU valora enormemente estas opiniones, ya que reflejan tanto los éxitos como las oportunidades de mejora de este tipo de actividades.

La acampada de supervivencia es solo el primer paso en un viaje de formación que estos estudiantes han elegido emprender. Al completar esta actividad, los alumnos no solo adquieren habilidades técnicas esenciales para su carrera, sino que también desarrollan la capacidad de adaptarse a lo inesperado y trabajar bajo presión, cualidades que los harán destacar en el campo de la medicina de emergencia y la ayuda humanitaria.

Escuela SAMU arranca el curso 2024-2025 con cerca de 300 alumnos de FP

Cerca de 300 jóvenes han comenzado ya en Escuela SAMU el curso que cambiará sus vidas. Algunos aún no saben lo que les espera en los próximos meses, aunque llegan advertidos, y otros ya tienen la experiencia de un año cargado de lecciones y prácticas excepcionales que no encontrarán en ningún otro sitio. Como dice Juan González de Escalada, vicepresidente de Corporación SAMU, «Escuela SAMU es un centro distinto en el que se aprovecha cualquier excusa para enseñar, lo que hace única la educación que aquí se imparte».

Como es ya tradición, el Teatro Municipal María José Jaramillo Ramírez de Gelves acogió la celebración del acto inaugural del curso 2024-2025 de los alumnos de Formación Profesional de Escuela SAMU el 16 de septiembre. Además de los estudiantes y profesores, también estuvo presente en el acto el delegado de Recursos Humanos, Educación y Gobierno Interior del Ayuntamiento de Gelves, David Mir; el vicepresidente de Corporación SAMU, Juan González de Escalada; y el director de Escuela SAMU, Thomas Couyotopoulo. La gran ausencia fue la de Carlos Álvarez Leiva, fundador de SAMU, que desde hace semanas se encuentra en Ceuta trabajando en primera línea en el dispositivo de emergencias puesto en marcha por SAMU ante la llegada masiva de menores migrantes.

A pesar de no poder acudir, Álvarez Leiva, quiso enviarle un mensaje de bienvenida a los alumnos de la escuela a través de un vídeo. «Quiero transmitir dos mensajes claros. El primero está dirigido a los profesores. Tenéis la responsabilidad y la trascendencia de aplicar y transmitir nuestros valores y capacidades. Sois el ADN de SAMU. Estos jóvenes vienen a cambiar el curso de sus vidas», destacó Carlos Álvarez Leiva. «Y el segundo mensaje es para los alumnos. Vais a vivir infinidad de experiencias y vais a aprender un nuevo modelo de cómo vivir el trabajo y cómo ayudar a los demás. Vais a aprender a servir mejor a los demás».

Este curso 2024-2025, Escuela SAMU oferta un total de 13 grupos de cinco titulaciones de Formación Profesional (FP) distintas: Técnico en Emergencias Sanitarias (TES), Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE), Técnico en Emergencias y Protección Civil, Técnico Superior en Integración Social y Técnico Superior en Coordinación de Emergencias y Protección Civil.

Actualmente, hay matriculados 282 alumnos en los cursos de FP, de los cuales 139 son de nuevo ingreso. El plazo de matriculación permanece aún abierto para aquellas titulaciones en las que quedan plazas disponibles, como son la modalidad semipresencial de los ciclos de TES y Técnico Superior en Integración Social, y en la modalidad presencial del ciclo de TCAE.

El ciclo medio de Técnico en Emergencias y Protección Civil ha sido el más demandado este año. Escuela SAMU ha solicitado a la Consejería de Desarrollo Educativo y Formación Profesional una autorización para ampliar el número de plazas y dar salida a la lista de espera de alumnos que desean matricularse en este curso.

A los 282 estudiantes de FP que iniciaron el curso el 16 de septiembre, se sumarán el 14 de octubre los alumnos del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria de SAMU y Fundación San Pablo Andalucía CEU; y los matriculados en el Máster de Emergencias Médicas.

«Os quiero trasmitir un mensaje sencillo pero clave que os puede ayudar a aprovechar al máximo vuestro paso por nuestra Escuela», manifestó Thomas Couyotopoulo durante su intervención en el acto de inauguración del curso escolar. «No os preocupéis demasiado por los conocimientos previos que tenéis de vuestra etapa anterior. El equipo de profesores van a repasar y enseñar desde la base. No os preocupéis por la capacidad física porque Claudio os va a preparar, independientemente de vuestro nivel actual. Lo único que os pedimos y os recomendamos es tener actitud. La actitud es lo que nosotros no podemos suplir, es lo que tenéis que traer de casa cada día. Es lo que os va a permitir afrontar cada reto, paso a paso, no solamente en vuestra etapa como alumno, sino también luego como profesional. (…) No juzgamos a nadie por una falta de conocimiento o capacidad inicial, pero sí valoramos la perseverancia y esa constancia y esfuerzo que os hace mejorar».

El director de Escuela SAMU hizo hincapié en la exigencia y en la calidad de la educación que aquí se imparte: «Sabéis que apostamos por una formación de calidad y exigente. No regalamos ningún título», señaló Couyotopoulo. «Lo que marca la diferencia y lo que ofrecemos, más que un título, es la oportunidad de entrenar, de aprender, repetir y optimizar cada gesto, cada técnica para que luego, en vuestro puesto de trabajo, tengáis la seguridad y la eficacia de los mejores. (…) No nos podemos confiar habiendo visto una técnica una vez, tenemos que practicar, fallar, insistir en ejercicios cada vez más complejos, saliendo de nuestra zona de confort, hasta que se convierta en un gesto casi automático que podremos realizar incluso en las situaciones más desfavorables, con cansancio, estrés, poca visibilidad. Estas situaciones son las que ponen de manifiesto quien tiene únicamente un título y quién es un gran profesional».

Juan González de Escalada, vicepresidente de Corporación SAMU y antiguo director de Escuela SAMU, también quiso transmitirle un mensaje a los alumnos: «Hoy empieza vuestra oportunidad para ser un gran profesional mañana. Por eso hoy es un gran día», destacó. «El futuro es incierto, pero no esperéis sentados a que llegue, perseguirlo. El futuro está en vuestras manos».

Durante el acto también se entregaron unos diplomas de reconocimiento a aquellos alumnos que ahora entran en su segundo curso y que lograron los mejores expedientes durante su primer año en la escuela. Estos estudiantes fueron Alicia Hoyos Cobos (TES), Lucía González Liáñez (Técnico Superior en Coordinación en Emergencias y Protección Civil), David Ropero Soltero (Técnico en Emergencias y Protección Civil) y Francisco Velasco González (Técnico Superior en Integración Social).

La nota más simpática del acto la puso Sara Lucena, antigua alumna de Escuela SAMU, que contó cómo a los 40 años decidió darle un giro a su vida, dejó un trabajo fijo y estudió primero el ciclo de TCAE. «Cuando finalicé, ya tenía el gusanillo de esta profesión dentro y decidí estudiar el ciclo de TES a la vez que cuidaba de mi hijo y ponía en práctica todo lo que había aprendido en mi primer contrato de trabajo como TCAE. Fueron dos años de locura, pero merecieron la pena».

Sara Lucena quiso darle tres «importantes» consejos a los nuevos alumnos: «Primero, no os quitéis nunca ese llamativo chalequillo, siempre os pillan. Segundo, las manos nunca en los bolsillos. Y tercero, si vais a desayunar a la cafetería, la tostada y el café siempre para llevar o llegaréis tarde».
Este curso, además, como novedad, se han producido cinco nuevas incorporaciones a la plantilla de instructores de Escuela SAMU, profesionales con perfiles muy variados: desde un educador social hasta una profesional de las emergencias y protección civil, pasando por sanitarios y una docente que va a trabajar con los alumnos de Técnico en Integración Social la gestión de las emociones y el control de éstas.

«Para la profesionalización del técnico en Integración Social consideramos un pilar fundamental la inclusión de la inteligencia emocional como herramienta imprescindible para el trabajo con personas, y aún más importante cuando trabajamos con colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión social, como es nuestro caso. Para ello, incluimos como eje transversal aprendizajes tales como el autoconocimiento, la gestión emocional y las habilidades sociales, utilizando recursos como el mindfulness», explica Beatriz Estrada, jefa de estudios de Escuela SAMU.

«Vuestra labor es esencial. Estáis llamados a ser los héroes de nuestro tiempo», destacó David Mir, delegado del Ayundamiento de Gelves. «Hagamos de este año un año extraordinario».

 

XXX Máster de Enfermería: un desafío físico, técnico y mental

Con la llegada de septiembre vuelve la actividad en Escuela SAMU, que un año más ha celebrado las pruebas de selección del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria de SAMU y la Fundación CEU San Pablo Andalucía, una de las grandes señas de identidad de este centro formativo ubicado en Gelves (Sevilla). Numerosos enfermeros graduados se presentaron los días 10 y 11 de septiembre a las pruebas de acceso de este posgrado, que este año cumple su trigésima edición.

Estos ejercicios están diseñados para valorar la respuesta actitudinal del aspirante y los conocimientos básicos imprescindibles para cursar un postgrado. Las pruebas se dividen en tres fases: pruebas físicas, un test psicotécnico y una entrevista personal.

Las pruebas físicas se realizaron en las instalaciones de Escuela SAMU y, de forma individualizada, al igual que en años anteriores. Cada alumno fue citado a una hora distinta (por sorteo) desde las once de la mañana hasta las dos de la tarde. Estos ejercicios consistieron en un circuito de ejercicios continuados en el cual el aspirante debía demostrar resistencia física de moderado impacto, además de control del estrés y liderazgo durante todo el recorrido. Para la realización de los diversos ejercicios se utilizaron los diferentes recursos de la escuela, como el edificio de rescate, el tren, la pista de 4×4, el foso y la piscina.

«El perfil de los aspirantes ha sido muy variado. Había enfermeros recién titulados y otros con varios años de experiencia que han decidido dejarlo todo y continuar formándose. También hay muchos aspirantes que nos han reconocido que su intención es renunciar a sus contratos de trabajo actuales para realizar el máster; y otros, que llevan muchos años ahorrando para poder pagarse ellos mismos este posgrado. Todo esto dice mucho de ellos», destaca Andrés Rodríguez, coordinador de este Máster.

Los aspirantes fueron evaluados en una prueba de velocidad (50 metros en 9 segundos en el caso de los hombres y 11, las mujeres), flexiones (hombres, 10; mujeres, 6 ó 10 sobre rodillas); carga de peso muerto (10 kilos en 25 metros); arrastre de peso muerto en pendiente (30 kilos en 5 metros con una pendiente del 55%); natación contracorriente (un minuto) y buceo libre (apnea, 30 segundos).

“En todo el proceso de selección lo que más valoramos fue la motivación y el interés por terminarlas en las mejores condiciones posibles. El objetivo no es llevar al aspirante al límite como ocurre en los grandes simulacros que organizamos, sino someterlos en determinados escenarios para valorar su respuesta actitudinal, física y emocional”, continúa Andrés Rodríguez.

Los participantes salieron de uno en uno cargados con una mochila que simulaba un maletín polivalente y debían pasar a través de unos troncos en posición de viga para demostrar equilibrio. Una vez superado, se dirigían al edificio de rescate. En la planta baja, el participante se dirigía hacia la cuarta planta donde debía coger una bala de oxígeno y cargarla hacia la segunda planta, en el debía realizar las flexiones.

Luego, el aspirante bajaba por la trampilla hacia la primera planta, donde realizaba cinco minutos de RCP. De ahí, se dirigían hacia el rocódromo, donde intentaban cruzar de lado a lado sin pisar el suelo, la mayor distancia posible.

Después, se dirigían hacia la puerta norte del tren. Cargados con la mochila, los aspirantes debían atravesar el vagón, donde había una persona simulando ser un paciente agitado por consumo de drogas al que debían atender. Al finalizar, salían del tren y dejaban la mochila para realizar la prueba de velocidad de 50 metros.

Ya en la pista de 4×4, se llevó a cabo la prueba de liderazgo, donde los aspirantes se enfrentaban a un accidente de tráfico en el que estaba implicado un coche con un adulto y un lactante atrapados, con un fuego activo en la proximidad. El futuro alumno debía dar instrucciones a dos TES y tenía que tomar decisiones bajo presión. A continuación, se llevaba a cabo la prueba de arrastre. El aspirante se encontraba ante una carga de 30 kilos dentro del foso y debían extraerlo tirando de éste con una cuerda, hasta lograr desplazarla cinco metros.

Luego, en una de las aulas se realizaba la prueba de control de estrés. Y, por último, en la piscina, se le pedía al enfermero que extrajera a un maniquí de la jaula que estaba en el fondo de la piscina y, posteriormente, que nadara a contracorriente durante un minuto.

Una vez finalizadas las pruebas físicas, al aspirante se le entregó un cuestionario diseñado para proporcionar una evaluación global de la personalidad y tendencias psicopatológicas en adultos, con preguntas de control y escalas clínicas. Las pruebas terminaron por la tarde con una entrevista para conocer los intereses y la personalidad de los aspirantes.

«Creemos que el sanitario de emergencias debe tener condiciones físicas adecuadas para desempeñar su labor de forma eficiente en las más diversas circunstancias, de ahí las pruebas físicas a las que sometemos a nuestros futuros alumnos antes de ingresar en este máster», apuntan desde Escuela SAMU.

La XXX edición del Máster de Enfermería en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria de SAMU, que cuenta con 24 plazas y comenzará el 14 de octubre.

Oxígeno para 53 niños en Santa Cruz (Bolivia)

El proyecto impulsado por Fundación SAMU y la Fundación Alirio Henao, con apoyo del Ayuntamiento de La Rinconada (Sevilla), Apoyando el derecho a vida digna y desarrollo integral de niños y niñas con discapacidad múltiple del Hogar San José en Bolivia, finalizó en junio con éxito. Este proyecto, dedicado a mejorar el servicio de terapia respiratoria del Hogar San José, en Warnes (Santa Cruz, Bolivia), ha beneficiado directamente a 53 niños, niñas, adolescentes y jóvenes con discapacidad, y ha propiciado un impacto positivo y duradero en sus vidas y en la de sus familias.

El proyecto tuvo dos ejes principales: el equipamiento de la sala de terapia respiratoria y la capacitación del personal del centro en maniobras respiratorias para atender contingencias. Gracias a la subvención de La Rinconada se logró dotar al centro de los equipos necesarios, que incluyen nebulizadores, concentradores de oxígeno, ultrasonido, autoclave, sillas de rueda, camillas y otros equipos esenciales para la terapia respiratoria. Este equipamiento permitió llevar la capacidad de atención del centro al 70% de la demanda, quedando el 30% dependiendo del personal dedicado a este servicio, que requiere ser incrementado.

Además del equipamiento, uno de los logros más significativos fue la capacitación integral del personal del centro. Diez profesionales, entre enfermeras, cuidadoras, terapeutas y voluntarias, participaron en un programa de formación, que fue extendido a otras doce madres de los niños con discapacidad que asisten al Centro de Día. Este programa, diseñado por expertos en terapia respiratoria de Fundación SAMU, se centró en las técnicas más avanzadas para el manejo de emergencias respiratorias y la optimización del uso del nuevo equipamiento.

«Ahora, contamos con recursos y más conocimientos para ofrecer una atención de mayor calidad, lo que nos ha permitido mejorar significativamente la calidad de vida de nuestros chicos y chicas. Estamos profundamente agradecidos al Ayuntamiento de la Rinconada y a Fundación SAMU, que hicieron posible este anhelo. Su apoyo nos ha permitido continuar con nuestra misión de mejorar las vidas de nuestros chicos y sus familias”, ha señalado Yanine Montero, directora del Hogar San José.

Los beneficios del proyecto, que contó con una subvención de 5.283 euros del Ayuntamiento de La Rinconada, ya se están notando. La capacidad de respuesta ante emergencias respiratorias ha mejorado notablemente, reduciendo el riesgo de complicaciones graves para la población atendida. Las familias también han expresado su gratitud y destacan la tranquilidad que sienten al saber que sus hijos están en manos de un personal capacitado y con acceso a tecnología avanzada. «Este proyecto ha transformado la forma en que podemos atender a nuestros hijos. Además, ahora estoy tranquila de que cuando viene al Centro de Día recibirá una mejor terapia», ha comentado una de las madres de un chico beneficiario.

La culminación de este proyecto no marca el fin del compromiso de Fundación SAMU con el Hogar San José. Al contrario, sienta las bases para futuras iniciativas que continúen mejorando los servicios que allí reciben los 33 jóvenes con discapacidad que viven en el hogar y los 20 que asisten a través del Centro de Día.

Para Roxana Pintado, coordinadora del área de Cooperación Internacional de Fundación SAMU, este proyecto abre un camino sólido para la alianza de ambas organizaciones: “Nuestra organización está comprometida a seguir trabajando mano a mano con la Fundación Alirio Henao para garantizar que todos los niños, independientemente de sus capacidades, tengan acceso a la mejor atención posible. Este proyecto es la muestra de que, con pocos recursos, usados de manera eficiente, se pueden conseguir grandes cambios. Nuestro agradecimiento al pueblo de La Rinconada por su solidaridad”.