Simulacro de incidente NBQ en Gelves: Nuclear, biológico y químico
La madrugada del 30 de mayo, sobre las cuatro de la mañana, un gran temblor azota la localidad de Gelves (Sevilla). Un vagón de un tren de carga que trasladaba azufre, gasoil, y fertilizantes descarrila en la estación del pueblo provocando un incendio y una explosión que deja múltiples víctimas con heridas diversas, como quemaduras químicas e intoxicaciones. Tras el accidente, se da aviso al Centro Coordinador de Urgencia (CCU) y, debido a la índole del incidente, se decide poner en marcha el protocolo de NBQ.
No se asusten. Éste no es un accidente real. Se trata de un simulacro puesto en marcha en las instalaciones de la Escuela SAMU, el primero del año de incidente NBQ y bautizado con el nombre de Operación Moussel.
La importancia de este ejercicio es su complejidad y la poco familiarización de los profesionales con los incidentes de este tipo, ya que pocos servicios de emergencias son capaces de aportar el material y las capacidades necesarias para ello, según explican desde la Escuela.
Hasta el lugar del accidente acude un primer equipo de sanitarios. No saben a qué se enfrentan, sólo que dentro del vagón hay material radiactivo. Deben acordonar la zona y apagar un pequeño incendio que se ha producido en las inmediaciones del tren antes de acceder a él y atender a las víctimas.
Escuela SAMU lleva varios años formando a sus alumnos en incidentes NBQ (Nuclear, Biológico y Químico). En este ejercicio participan unos 60 alumnos de los ciclos de FP de Técnico en Emergencias Sanitarias (TES) y Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería (TCAE), además de los alumnos del XXIV Máster de Enfermería de Atención Prehospitalaria, Catástrofes y Acción Humanitaria de la Universidad de Sevilla y SAMU. En el ejercicio también participan familiares de los alumnos, que se han ofrecido como voluntarios para interpretar el papel de víctima.
“Se ha caído un objeto contaminado fuera del tren, ¿qué hacemos? ¡Eso es material radiactivo!”, indica Miguel Ruiz del Pozo, uno de los profesores del centro, a uno de los alumnos que participan en el ejercicio y que intenta comunicarse por radio con sus compañeros sin éxito.
Dentro del tren, el caos es el gran protagonista. Hay muchos heridos, humo y estallidos. De fondo se escuchan las sirenas de las ambulancias. Los vagones son muy estrechos y el calor y la falta de práctica con los Equipos de Protección Individual (EPI) dificultan la tarea a los sanitarios.
“Es muy importante que los alumnos aprendan a trabajar con los EPI puestos. Pueden llegar a ser un poco agobiantes, puedes sentir que te falta el aire y tus movimientos también se pueden ver limitados. No es fácil trabajar con los guantes de estos equipos de protección puestos. Por ejemplo, deben acostumbrarse a ellos antes de que realmente necesiten usarlos”, explica Saray Toro, instructora de la Escuela. “También es muy importante que aprendan a descontaminarse y a quitarse el equipo sin sufrir daños”.
Los alumnos están divididos en varios equipos, cada uno con un EPI diferente, según la intensidad de la contaminación. El solar también está divido en varias zonas en las que trabajan los alumnos: zona de accidente, recepción de victimas, zona de descontaminación y área de atención a víctimas.
“Cristina, se te amontonan los heridos”, le grita Saray Toro a la alumna encargada de coordinar la zona de recepción de víctimas.
El viento dificulta la actividad. La carpa en la que se encuentran las víctimas no resulta muy estable. “Si hace viento, llueve o hay temperaturas muy altas durante el simulacro, no es malo, todo lo contrario, les ayuda a prepararse ante cualquier imprevisto. En una situación real no podemos controlar el tiempo”, señala uno de los profesores del centro.
En esta actividad también participa Aero2mil Escuela de Pilotos, que aporta un dron al ejercicio. En Escuela SAMU están convencidos del uso potencial de los drones ante situaciones de emergencias. Estos drones o vehículos aéreos no tripulados pueden llegar a proporcionar información a través de cámaras y otros sensores para detectar gases, temperatura y agentes radiactivos, biológicos y químicos (NBQ) de forma remota, incluso antes de la actuación de los intervinientes en un incidente.
Para Juan González de Escalada, director de la Escuela, “estos drones son sin duda una gran herramienta para prevenir la contaminación de equipos de rescate ante un agente desconocido”.
Las alrededor de cuatro horas de duración de este simulacro en condiciones de extremo realismo se convertirán en una lección inolvidable para el casi centenar de participantes del ejercicio. El adiestramiento en NBQ responde a la filosofía y compromiso de Escuela SAMU con sus alumnos: “Aprende haciéndolo”.