Equipo SAMU (ISL SAMU Arcos)

Equipo SAMU: inclusión a través del deporte

Desde el centro ISL SAMU Arcos apostamos por una inserción social y laboral real, y, por ello, realizamos un gran trabajo para que nuestros menores participen en la mayor parte de actividades deportivas y culturales de la localidad. El objetivo principal de la participación en estas actividades es la inclusión de nuestros menores en la vida social a través del deporte.

Nuestro centro acoge a menores inmigrantes, en edades adolescentes y en riesgo de exclusión social. A pesar de las dificultades y obstáculos, nuestros jóvenes disfrutan mucho del deporte y encuentran en él una magnifica herramienta para superar sus miedos, expresar sus sentimientos y emociones. Es una actividad que les reconforta mucho.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero, sobre todo, puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos, que son tan importantes trabajar con este colectivo. Creemos que la mejor manera de conseguir la integración de nuestros menores es trabajando de forma activa en las actividades de ocio que ofrecen los diferentes organismos, y de forma especial en las actividades deportivas que tanto les gusta. Gracias a su trabajo, esfuerzo y trabajo en equipo, se sienten partícipes e importantes por su labor colaborativa.

Nuestros jóvenes ya han participado en varias actividades deportivas que han tenido lugar en el municipio acompañados por los educadores, siendo voluntarios en las organizaciones de éstas.

Estas colaboraciones les han colmado de sentimientos de utilidad y orgullo, ya que han formado parte de actividades muy reconocidas a nivel deportivo y social. Al mismo tiempo han servido para abrir puertas, consiguiendo otras oportunidades en otras actividades culturales realizadas en el pueblo.

Entre las actividades realizadas destacamos la participación de nuestros menores en eventos deportivos de gran importancia como el “XII Triatlón Cros Sprint Arcos, Tierra que inspira”, que tuvo lugar en el Centro de Actividades Acuáticas del lago de Arcos de la Frontera (Cádiz). Fue una prueba con una alta participación de corredores, donde destacaron el buen nivel competitivo y una sobresaliente organización. Nuestros menores fueron partícipes de ello, haciendo un gran trabajo en uno de los puntos de avituallamiento de la travesía.

Los chicos también participaron en el “III Trail Urbano Ciudad de Arcos”, organizado por el Club De Atletismo Ciudad de Arcos, una prueba de 17 kilómetros de recorrido de ensueño por todos los rincones de nuestra localidad, dónde los menores estuvieron colaborando en diferentes puntos del casco histórico señalando y ayudando a los participantes.

Gracias a su buen trabajo y dedicación, el “Equipo SAMU”, es así como se les conoce al grupo de menores de nuestro recurso, han logrado el reconocimiento de toda la sociedad en estos eventos deportivos y son considerados para su participación en próximas actividades que se realizaran en el pueblo por las distintas organizaciones, clubes y asociaciones municipales y deportivas.

En definitiva, estas acciones serán recompensadas en un futuro a nivel personal y profesional.

“Si vas paso a paso y con confianza, puedes llegar lejos”, Diego Armando Maradona.

Por ISL SAMU Arcos

ISL SAMU Huelva

ISL SAMU Huelva: Psicología diversa para la integración social

Desde pequeña siempre defendí la igualdad y la inclusión de todas las personas. Eso me llevó a comenzar la carrera de Psicología, para poder poner mi granito de arena y reducir las desigualdades de la sociedad. Cuando comencé mi andadura en la psicología, muchos profesores me decían: “eres más social que psicóloga”. Y es cierto. En definitiva, me considero una luchadora por y para inculcar la igualdad de todas las personas. Lo que nunca imaginé es que la vida me iba a dar la oportunidad de trabajar en ISL SAMU Huelva para poder luchar por ese objetivo.

La psicología me ha enseñado a analizar y comprender todo tipo de personalidades, analizando siempre el contexto e implicando todos mis conocimientos para ayudar a la integración global e integral de las personas. Cuando comencé esta aventura, tengo que reconocer que la emoción e ilusión llenaban todo mi ser.Posteriormente, he ido afianzando todos los conocimientos que mi formación académica me había dado. Poder llevar a la práctica todos mis sueños e ilusiones que tuve durante mi formación es uno de los sentimientos más emocionantes que he vivido en esta experiencia. Poco a poco he ido definiendo objetivos y expectativas con los menores.

Tengo que reconocer que todos los días llego al centro con ganas de aprender y aprender y de seguir formándome como psicóloga social. Para mí, cada día es una gran aventura. Y es que no hay dos días iguales y todos vuelvo a casa con una lección aprendida.

Mi mayor objetivo como auxiliar técnica educativa es acompañar a todos los menores en su recorrido migratorio. Siempre tiendo a recurrir a mis conocimientos en psicológica y eso me hace intervenir con esa perspectiva; aun así, busco que sientan ese apoyo, compresión y que siempre encuentren a alguien con quien poder hablar y confiar sus inquietudes. Pongo todas mis ganas para poder ayudar a todos los menores a conseguir sus objetivos.

Sin embargo, a pesar de todo, hay veces en las que la frustración también se apodera de mí. Me he dado cuenta de que a pesar de todo lo estudiado, la metodología a seguir se podría describir como de “ensayo y error”. He aprendido que no existe una única Psicología, sino que es necesario que aplique una psicología diversa y que se adapte a las necesidades de cada menor.

Sin lugar a dudas, lo más valioso que me llevo día tras día de este camino es el crecimiento personal que estoy obteniendo y además de eso, toda la perspectiva intercultural que estoy construyendo en mi personalidad. Lo que no saben los chicos es que son ellos los que me acompañan y me dan lecciones de vida. En definitiva, los menores a los que guío y acompaño en esta travesía me han enseñado más en cuatro meses de la psicología que todo lo que he podido estudiar. Son ellos, y todos los compañeros que forman parte de este equipo, los que están haciendo de mí una nueva persona.

Por Esperanza Quintero Cruzado. Auxiliar Técnica Educativo ISL SAMU Huelva

Monkam Emaley Mozard (ISL EL Castillejo)

Grandes talentos, grandes personas en ISL El Castillejo

Lo recuerdo como si fuera ayer mismo. Monkam Emaley Mozard, fue uno de aquellos chicos que en mayo de 2021 llegaron al centro ISL El Castillejo, localidad del Bosque (Cádiz), con una maleta cargada de anhelos, deseos e ilusiones de tener una vida y un futuro mejor, no sin antes haber pasado por un largo y duro camino saliendo de Camerún y cruzando Nigeria, Niger, Benin, Burkina Fasso, Mali, Argelia, Marruecos y finalmente Algeciras y llegada a ISL El Castillejo.

Frente a él, mirada fija, semblante serio, de pocas palabras, reservado y tímido. Fuerte, corpulento y con cara de pocos amigos. Esa fue mi primera impresión. Sin duda estaba equivocado en mi primera impronta. Poco a poco, con una mejor adaptación, mejor aprendizaje de nuestro idioma y una mejor inclusión en los ritmos y estilos de vida de nuestra cultura española y europea hemos descubierto que nada tiene que ver aquella imagen con la que ahora muestra.

Día a día hemos podido comprobar cómo ha mejorado respecto a sus capacidades cognitivas y habilidades sociales; Hasta tal punto que hace unos días, Monkam, nos ha mostrado su lado más sensible y creativo, con cualidades hasta el momento desconocidas en el manejo de la pintura sobre lienzo de figuras, formas y paisajes.

Ahora sus horas de ocio son más entretenidas y enriquecedoras. Aprovecha ese tiempo para dibujar y expresar en el lienzo todos sus anhelos, sus dudas, sus miedos, temores, alegrías, todo ello vivido como un intenso y continuado aprendizaje que sin duda seguro le ayuda diariamente ante la situación de encontrarse lejos de su casa, su país y de sus seres más queridos, a formarse y desarrollarse como persona y como no a redecorar y darle luz al recurso colocando su arte en espacios comunes y habitaciones de los menores.

Hoy ponemos como ejemplo a Monkan Emaley Mozard pero dentro de nuestra familia SAMU seguro que hay muchos como él, solo tenemos que ayudarles a indagar un poco dentro de sí y que crean en sus capacidades, en sus metas, en sus objetivos y concienciarles que no solo por tener talento se triunfa en la vida, más bien con esfuerzo, sacrificio y mucha voluntad se consigue todo.

Por Mariano Garrido Fernández. Equipo educativo ISL Castillejo 

Gran Recogida de Alimentos-SAMU

Gran Recogida de Alimentos: Ya es tradición

Ante la emergencia alimentaria, Fundación SAMU vuelve a colaborar por tercer año consecutivo con el Banco de Alimentos de Sevilla con el fin de ayudar a las familias más necesitadas y en situación de vulnerabilidad, muchas de las cuales han visto empeorar su situación como consecuencia de la pandemia generada por el Covid -19.

Los Bancos de Alimentos son entidades sin ánimo de lucro, apolíticas y aconfesionales que trabajan para combatir el hambre, la pobreza y el desperdicio de alimentos a través de su aprovechamiento y reparto entre las personas que así lo necesitan. Para este fin, el Banco de Alimentos de Sevilla hizo una labor de sensibilización a los menores de nuestra Fundación, impartiendo una charla sobre esta temática que resultó muy interesante. Varios responsables de la organización visitaron diferentes centros de menores gestionados por Fundación SAMU, entre ellos, el centro de Polanco, ISL Alcalá de Guadaíra y el ARB Miguel de Mañara.

Tal como explican desde el centro de menores de Polanco, ubicado en Sevilla capital, el responsable del Banco de Alimento realizó una descripción general de la fundación, de sus objetivos y de sus diferentes acciones encaminadas a mejorar la salud nutritiva de las personas más necesitadas.

Los chicos mostraron mucho interés durante la exposición y participaron en un interesante debate en el que surgieron diversas opiniones sobre las causas y las posibles soluciones para minimizar el estado de necesidad económica que, por desgracia, sufren muchas personas.

Antes de concluir, el responsable del Banco de Alimentos de Sevilla invitó a los menores a participar en la Gran Recogida de Alimentos que se celebró el 20 de noviembre.

La Gran Recogida de Alimentos supone la actividad más importante de todas las acciones de captación de los Bancos de Alimentos a lo largo de todo el año. Y este 2021, al igual que el año pasado, todos los centros de Fundación SAMU han colaborado en esta iniciativa, adaptándose a las medidas preventivas de la pandemia actual.

Así, en todos los centros y recursos de SAMU se han colocado estos días una hucha para promover la recaudación económica. La participación del personal y los usuarios de SAMU ha sido significativa, reflejando el compromiso que la Fundación sostiene con la sociedad y, en especial, con los colectivos vulnerables. Destaca la creatividad de algunos centros para poder recaudar lo máximo posible. Los usuarios de la Residencia San Sebastián, en Cantillana, por ejemplo, han elaborado pulseras de colores donde han inscrito valores como amistad, inclusión, amor… Este esfuerzo será recompensado por el Área de Sostenibilidad.

Seguimos avanzado por un mundo mejor, aportando nuestro pequeño granito de arena.

Por Rocío Álvarez. Directora del área de Sostenibilidad de SAMU

Las voces de Piniers (Fundación SAMU)

Actuación de SAMU en Ceuta: Las voces de Piniers

Los menores han sido la carne de cañón de la mayor crisis migratoria que ha sufrido Ceuta en las últimas décadas, los mayores damnificados del enésimo choque diplomático entre España y Marruecos. De las más de 12.000 personas que irrumpieron en la ciudad entre el 17 y el 18 de mayo, al menos 1.500 (aunque pudieron ser muchos más) eran niños y niñas. Todos se lanzaron a la frontera como en una marcha festiva cuando el rumor de que en Ceuta daban papeles para cruzar a la Península ardió como la pólvora en las calles de Marruecos y en esas otras calles concurridas que son redes sociales. Pero cayeron en una trampa y quedaron bloqueados en tierra de nadie, acogidos en una ciudad desconcertada y en situación de caos. ¿Qué ha sido de esos niños?

El equipo de SAMU, con más de 250 compañeros en Ceuta, tiene respuestas a esa pregunta. La entidad estuvo en primera línea de esta crisis “casi desde el primer minuto”, recuerda Francisco Javier Olier, uno de los pioneros de este dispositivo. El exdirector del centro de Inserción Sociolaboral (ISL) El Castillejo, en el pueblo gaditano de El Bosque, llegó a Ceuta junto a cinco compañeros en misión humanitaria a las ocho y media de la tarde del 19 de mayo con el objetivo de ayudar a los equipos de Cruz Roja. “Al bajar del barco, nos hicimos cargo del centro de Piniers I, con 250 niños. Dos días más tarde, sumamos Santa Amalia, con otros 250 menores. A los tres días, abrimos un tercer centro en el Tarajal para 280 menores. Además, en plena crisis de Covid, con muchos de ellos positivos o en aislamiento. Una locura”, relata Olier.

En el pico de la crisis migratoria, SAMU llegó a atender a 940 niños en tres recursos: Piniers, El Tarajal y Santa Amelia. “Que cómo se gestiona eso… Pues con muchos dolores de cabeza. Fuimos creando equipos con personal de aquí que ya tenía experiencia y con un apoyo impresionante de la central de Sevilla y del gabinete de crisis, analizando constantemente cómo mejorar. Para mí fue fundamental. El apoyo logístico de Sevilla marcó la diferencia”, reconoce.

Han transcurrido seis meses de aquellos días en los que Europa tomaba el café con la imagen de la valla de Ceuta en los informativos y la situación no es la misma, pero sigue siendo insostenible. SAMU sigue al frente de la gestión del centro de menores de La Esperanza y, sobre todo, del complejo de Piniers, con alrededor de 350 menores bajo su responsabilidad, aunque la cifra varía cada día. Los que faltan han vuelto a su país, han cruzado el Estrecho o están durmiendo al raso en las calles de Ceuta.

Piniers, el lugar elegido para alojar a estos niños y adolescentes, se extiende en una árida explanada junto a la prisión de Mendizábal y el recinto de una empresa de maquinaria industrial, cerca de la barriada del Príncipe Alfonso, la mítica El Príncipe, y con vistas al mar en el horizonte. Allí se suceden Piniers I, II, III y IV, cada uno con sus instalaciones: carpas que hacen las veces de comedores; casetas prefabricadas que cumplen el papel de dormitorios; iglús o habitaciones de obra, en Piniers III, “la joya de la corona”, señala Bilal Amar, de 32 años, Auxiliar Técnico Educativo de SAMU, que hace las veces de guía por los distintos recintos.

En Piniers no hay lujos. Sí hay condiciones dignas para que estos chicos puedan vivir en la situación de provisionalidad por la que atraviesan. Cama. Comida. Higiene. Educación. Protección. Cuidado. Ellos muestran orgullosos sus habitaciones, que decoran con alguna bandera, algún póster, alguna manualidad o pequeño mueble fabricado in situ, “algo que han conseguido o que han comprado en sus salidas”, explica Bilal Amar, al que todos saludan durante su recorrido, pues es parte de esta particular familia.

Los chicos se levantan a las 8:30. Recogen su habitación. Se asean. Desayunan. Limpian el centro y las zonas comunes. A las 11:00, empiezan sus actividades: deportes, manualidades o cursos. Y así transcurre la mañana, hasta las 13:30, cuando se preparan para almorzar a las 14:00.

La tarde es tiempo de formación. La educadora social Marta Ojeda, de 30 años, que es la coordinadora de todos los centros de SAMU en Ceuta, explica que la escolarización ha dado “un impulso” a los chicos. 143 de ellos, los menores de 16 años, se han incorporado a centros educativos de Ceuta que han habilitado turnos extra por las tardes para que estos menores puedan recibir su enseñanza obligatoria. “Cuando escuchan que pueden ir a la escuela están encantados. Les gusta muchísimo. Ellos quieren formarse. Saben que es un paso adelante hacia su futuro”, apunta la canaria.

Para los mayores de 16, fuera del proceso de educación obligatoria, es más complicado. Se habilitan formaciones en recursos diversos de instituciones como Cruz Roja. “Es difícil para ellos, a veces piensan que están perdiendo el tiempo”, explica Ojeda.

En una explanada de Piniers I avanza la construcción de varias aulas, a cargo del Ministerio de Educación, que se destinarán a la realización de un proyecto de atención socioeducativa e inmersión lingüística para estos menores. Incluso se valora la posibilidad de ofrecerles formación profesional de nivel 1. Marta Ojeda cree que este recurso “puede cambiar las cosas”. “Mientras, tiramos de ingenio y de creatividad. Los recursos en Ceuta son limitados y la cantidad de niños que ha entrado es enorme. Estamos constantemente ideando actividades que se ajusten a sus perfiles y a sus gustos”, subraya la educadora social. Javier Olier añade que se les busca actividades deportivas fuera del centro, con equipos de fútbol de la ciudad. Salen a ver al Ceuta FC. A la playa. Ahora se está trabajando para que puedan salir del centro de forma autónoma. “Intentamos que el día a día no se les caiga encima”, concede.

El día en Piniers finaliza a las 23:00. Después de la cena, llega el silencio. ¿Con qué sueñan estos niños? ¿Cuáles son sus planes? Todos te darán la misma respuesta: Ir a España y trabajar. “Porque para ellos esto no es España”, asevera Marta Ojeda. “Quieren cruzar, sea como sea. Y están constantemente viendo cómo hacerlo. La gran salida de los centros es para irse al puerto a ver si tienen suerte. Nosotros hablamos con ellos constantemente, en las asambleas y en el cara a cara. Esto es una montaña rusa. Les llega una información de que hay pase para la Península y eso motiva su salida del centro. Intentamos hablar con ellos desde la honestidad, y no mentirles. Las cosas aquí se llevan a cabo sobre la marcha. Cada día es una aventura total. Es un trabajo duro, pero muy bonito”, relata.

Cada vez que se realizan recuentos, y se realizan recuentos “a todas horas”, es normal que falten niños. Se marchan a la ciudad. A la calle. Es posible verles en la puerta de los supermercados al caer la tarde, o en las gasolineras, buscándose la vida. Algunos se quedan viviendo en asentamientos, como el que es casi permanente en el muelle de la Puntilla, una zona de carga y descarga portuaria.

SAMU, en coordinación con el Ayuntamiento de Ceuta, ha puesto en marcha un equipo de calle que se dedica exactamente a eso: salir a la calle a buscar a los chicos y ofrecerles asistencia fuera del recinto del centro de menores. Mina Mohamed y el educador Fuad Mohamed forman este equipo. Ella lleva el peso de contacto con los chicos. Muchos la ven como una madre. “Les hablo del peligro que tiene montarse en un camión, de cómo se juegan la vida. Les facilitamos alimento o ropa, si lo necesitan. Hacemos un trabajo sobre todo de concienciación y les explicamos que en los centros estarán cuidados. Nos ganamos su confianza, les transmitimos tranquilidad, seguridad, porque tienen un miedo terrible de que les devuelvan a Marruecos”.

En el primer mes y medio de trabajo de actividad, este equipo contactó con 280 niños y consiguió que más de un centenar volvieran al centro. Pero muchos se vuelven a marchar tan rápido como han regresado. En muchas ocasiones, la expectativa de cruzar a España es más seductora que comer caliente y dormir tapado.
El auxiliar de enfermería Manuel Martín es uno de los cinco sanitarios que atienden a los menores en los centros. Llega a Piniers a mediodía procedente de La Esperanza, donde ha realizado el control de niños diabéticos y ha atendido lesiones comunes como cortes y heridas, o patologías previas que los chicos traen de Marruecos, operaciones pendientes o tratamientos que no han recibido. “Ahí es donde tenemos la principal baza de trabajo. Intentamos llevar las cosas lo mejor posible con nuestros recursos, pero hay casos más especiales que hay que tratar en hospitales, de la mano de las autoridades sanitarias”, explica el sevillano, que llegó a Ceuta el 4 de junio, directo del máster de Escuela SAMU, y que está realizando otro máster aún más intensivo, con su mochila al hombro y mucho trabajo por hacer cada día.

La vida en Piniers no es un cuento. Sean 900 menores o 350, todos arrastran historias muy particulares. Muchas, problemáticas. Hay niños adictos al hachís o al pegamento. Los hay agresivos. Los hay enfermos. La psicología, la mediación y el diálogo son herramientas decisivas para evitar el conflicto en un lugar que vive en un permanente y delicado equilibrio. Desde julio, la figura del Auxiliar de Control Educativo juega un papel clave para mantener el control en los centros de SAMU.

Nuhayla Dibdi Abselam, de 20 años y natural de Ceuta, está al frente de un equipo de 65 personas que cumplen una labor pedagógica, frente a la disuasión propia del perfil de vigilante de seguridad. El ACE es una “figura pedagógica”, insiste Nuhayla. “Evitamos que los menores abandones los centros, que se suban a los muros y se lesionen, que se lancen cosas al exterior o del exterior al interior. Intentamos controlar los conflictos con diálogo, con contención verbal, intentando empatizar y generando un espacio de confianza y tranquilidad para los menores”, relata. “Todos hablamos dariya, por lo que no hay barrera idiomática, y estamos consiguiendo muchos avances en el ambiente de los centros”, defiende.

Pero la vida en Piniers no es un cuento y hay conflictos y dificultades que atender cada día, tal y como reconoce Javier Olier: “Fuegos que hay que apagar”. Él recalca que la situación de los menores en Ceuta no tiene nada que ver con la que viven los menores de centros como el que él ha dirigido en El Bosque, en plena Sierra de Cádiz, junto al Parque Natural de Grazalema, con 60 plazas y un entorno social y laboral mucho más amable y esperanzador para estos niños. La situación en Ceuta, durante muchos meses, ha sido de emergencia. Aún hoy el Gobierno de la ciudad sigue reclamando apoyo a voz en grito para que la ciudad alcance un estatus de normalidad con respecto a la inmigración.

Mabel Deu del Olmo, vicepresidenta del Gobierno de Ceuta

Mabel Deu del Olmo, vicepresidenta del Gobierno de Ceuta: “No queremos que Ceuta sea una prisión para los que vienen y para los propios ceutíes”

María Isabel Deu (Barcelona, 1966), vicepresidenta, consejera de Presidencia del Gobierno de Ceuta y responsable del área de Menores, ha vivido en primera línea, como política y como ciudadana, un año convulso para la ciudad tras la crisis migratoria de mayo, cuando más de 12.000 personas cruzaron la frontera en 48 horas

—¿Cómo vivió la crisis de mayo? ¿Qué recuerda de las jornadas del 17 y 18 de mayo, y los días sucesivos?
—Lo vivimos intensamente y con muchísima preocupación. Sobre todo porque no sabíamos qué estaba ocurriendo. En la tarde del 17 de mayo empezaron a entrar personas de forma intensa… A nado… Corriendo. Las calles se fueron llenando de masas de personas mojadas, sin que nadie supiera a qué venían, si estaban de paso o si no… Al día siguiente recuerdo que fue curioso porque los vecinos no salieron a la calle. Los niños no fueron al colegio. Los comercios cerraron. Había miedo, desconocimiento, angustia. Estaba el Ejército… Caminabas por la calle e ibas viendo un devenir de masas de personas. Algunos se agrupaban en un establecimiento de tarjetas de teléfono o de cambio de dinero. También había mucha gente de Ceuta llevando comida y abrigo a quienes habían cruzado, porque había que atender a todas aquellas personas. Según nuestros cálculos fueron más de 12.000 personas.

—Y entre ellos, ¿cuántos menores, según sus cálculos? Las cifras publicadas entonces fueron tan gruesas como entre 1.000 y 3.000.
—1.500, seguro, aunque es imposible tener un registro 100% fiable. Según la Policía, fueron 1.109 los menores filiados, pero había muchos más que no lo fueron, que estaban en la calle, en asentamientos irregulares. Muchos se encuentran allí todavía hoy. Por eso calculamos que fueron más de 1.500.

—¿Cómo reaccionaron las administraciones?
—Como parte del Gobierno de la ciudad, íbamos de camino a Sevilla cuando recibimos la información de lo que estaba pasando. Cuando llegamos a Algeciras en el barco, nos dimos la vuelta. Se creó un comité de crisis del que formaban parte las distintas administraciones. La Guardia Civil dio un dato clave: estaban entrando 90 personas por minuto en la ciudad. Este gabinete empezó a trabajar en distintas soluciones. Los ceutíes entendimos, y entendemos, que lo que se produce es una transgresión del territorio nacional y, evidentemente, el Gobierno central es el que tiene que actuar. El gabinete se tuvo que interrumpir en varias ocasiones porque había que buscar un lugar en el que albergar a todas aquellas personas, organizar su manutención… La capacidad de la ciudad se vio desbordada. Al final, ante la dificultad de que se pusieran al alcance de la ciudad otros espacios o infraestructuras por parte de la Administración del Estado, nos vimos obligados a utilizar el Polígono del Tarajal como lugar de acogida.

—¿Partiendo de cero?
—Habíamos tenido una experiencia previa de uso de ese espacio durante el confinamiento en plena pandemia de Covid-19. Alojamos allí a muchas personas transfronterizas que se habían quedado con la puerta cerrada, a este lado de la frontera, y no podían regresar a su casa. También a menores, más de un centenar, que no querían estar en un recurso y esperaban para cruzar el Estrecho.

—Entonces, emplearon recursos propios para afrontar una crisis que desbordaba por completo a la propia ciudad.
—Sí. También habilitamos espacios deportivos y, después del confinamiento, empezamos a trabajar en las naves del Tarajal para aquellas personas que llegaban por mar pero tenían que ser sometidos a una cuarentena. Esos espacios de cuarentena y de procedimiento de prevención contra el Covid volvieron a entrar en funcionamiento en mayo. Desarrollamos un espacio singular en un albergue en Piniers durante la pandemia, también para poder cumplir los protocolos de Covid, y con la invasión volvimos a ponerlo operativo para albergar a una parte de los menores.

—En aquellos primeros días la labor del Ejército también fue muy valorada.
—Sí, fue fundamental. Nos ayudaron a limpiar, a hacer traslados de camas, mesas para que las personas pudieran comer, cubas de agua para que pudieran lavarse… Fue decisiva aquella labor coordinada. Nos ayudaron a poner en marcha aquellos dispositivos de emergencia.

—¿Cómo ha sido la evolución de esta crisis desde mayo? ¿Qué ha sido de aquellas 12.000 personas que entraron en Ceuta?
—Muchas personas regresaron a su país. Otros obtuvieron el asilo o encontraron, de una forma o de otra, la posibilidad de llegar a la Península o a otros países. En cuanto a los menores, hemos trabajado en muy diversas vías. Una de ellas es la petición a la Administración General del Estado del impulso del Acuerdo Marco entre los gobiernos de España y Marruecos firmado en 2007, y publicado en 2012, donde se hablaba específicamente de que las partes podrán concretar la forma del retorno asistido de los menores, bien para que sean reagrupados familiarmente, bien para que sean protegidos a través de una entidad de protección del país de donde procedan.

—¿Cómo ha sido la aplicación de ese protocolo?
—Para su ejecución se mantuvieron reuniones con diferentes ministerios, principalmente, Exteriores e Interior; y diferentes reuniones y acuerdos con las autoridades marroquíes. Se abordó cómo realizar esos retornos de la mejor manera posible. Y así se acordó una devolución de 15 menores al día para que las familias, en su caso, o las entidades de protección se hicieran cargo de ellos. Así empezamos el retorno asistido un 13 de agosto. A los cuatro o cinco días, a través de una solicitud de habeas corpus que presentaron cinco chicos, ya se produjo una paralización cautelar de los retornos.

—Varias asociaciones denunciaron entonces que se estaban produciendo repatriaciones forzosas.
—Se estaba aplicando un acuerdo marco redactado en 2007 y publicado en 2012 en el que se llega a un acuerdo para el regreso a casa de esos menores. Desde la paralización, ese acuerdo ya no se ha aplicado. Ahora la forma de volver a casa es la repatriación. Pero es un procedimiento muy costoso en el tiempo. Nosotros apostábamos por la máxima protección del menor. No es lo mismo estar en una residencia o una casa donde puedas hacer una vida normal a estar en un pabellón donde no da la luz del sol y donde hay 200 niños que están todos juntos. Hemos hecho más de lo que hemos podido, pero estos espacios son de estancia provisional, no lugares en los que vivir de forma permanente. Entendemos que proteger al menor es que tenga una vida lo mejor posible. Siempre descartando aquellos casos de menores vulnerables, menores, niños o niñas cuya situación se detecta rápidamente al llegar a Ceuta. Esos menores no los contabilizo entre aquellos que creemos que es mejor que vuelvan a casa. No digo que para estar en las mejores condiciones posibles, pero sí para estar mejor que en las calles de Ceuta, en escolleras o en albergues provisionales en el mejor de los casos. El retorno asistido podría ser mejor que el proceso de repatriación.

—¿Cuántos menores extranjeros no acompañados quedan en Ceuta ahora?
—440 niños en los albergues, y 100 ó 120 en la calle.

—¿Cómo intervienen con los que están en la calle? ¿Qué se puede hacer por ellos?
—Los vamos localizando a través de las autoridades locales o los equipos de calle de SAMU. Pero hay muchos que van y vienen de los recursos. Prefieren buscar la manera de llegar a la Península antes que estar en un centro. No todos se atreven a jugarse la vida, eso sí.

—Están tratando de escolarizar a esos menores. ¿Cómo lo hacen?
—Sí, a los que siguen aquí. La escolarización es competencia del Ministerio de Educación. Algunos chicos se han integrado en el sistema educativo ordinario, los que están en edad de estar en el colegio. Algunos de ellos incluso tienen a sus familias enteras en el Tarajal, pues vinieron todos sus miembros durante la crisis migratoria. Otro grupo, jóvenes de 12 a 16, unos 140, se han incorporado a un turno de tarde extra que se ha creado en algunos centros educativos para atenderles.

—¿Diría que la situación derivada de la crisis migratoria ya está bajo control?
—Bajo control creo que ha estado desde el inicio. Lo que sí tenemos es una situación insostenible. Hay menos personas, eso sí. Pero hablamos de 19 kilómetros cuadrados de territorio, gran parte bajo titularidad de Defensa, y 86.000 habitantes. Es insostenible. Nosotros pedimos que Ceuta vuelva a la normalidad, que seamos igual que el resto de territorios de España. Con nuestra diversidad, con nuestros servicios… No queremos que Ceuta sea una prisión para las personas que vienen ni para los propios ceutíes. No queremos que Ceuta se convierta en un espacio de 19 kilómetros cuadrados, con la diversidad que tenemos, para la contención de la inmigración ilegal. No lo queremos los ceutíes, ni lo quieren los melillenses, ni los canarios ni el resto de los españoles.

—¿Qué demandan directamente a la Administración española y la Administración europea?
—Lo que pedimos es una frontera segura. Que no esté en el puerto, sino en el Tarajal. Que haya una entrada en condiciones. Que las personas que pueden entrar, entren, y las que no, que no lo hagan. Y que los que entren puedan salir. Ceuta y Melilla son las dos fronteras de Europa en África. Hay que cuidarlas. Hay que protegerlas. Y hay que crear buenas relaciones con el Reino de Marruecos y una prosperidad compartida, que será buena para todos.

—¿Cree que ha habido avances en este sentido desde la crisis de mayo?
—El 10 de junio el Parlamento Europeo hizo una resolución reconociendo lo que había pasado en Ceuta y cómo se había actuado, también a través de la dotación de fondos europeos. Yo siempre le digo a nuestros interlocutores que solo faltaría que los ceutíes tuvieran que hacer frente con su patrimonio a todos los costes económicos que tiene el proteger y alimentar y cuidar a tantas personas desde el 17 de mayo. Eso siempre ha sido una petición del presidente Vivas a todos los gobiernos: una mejora de la infraestructura de frontera, seguridad, refuerzos de los cuerpos de seguridad del Estado. Y si hay efectivos procedentes de la Unión Europea, muchísimo mejor.

—Aunque no sea una relación diplomática entre iguales, país a país, ¿cómo es la relación entre Ceuta y el Gobierno de Marruecos?
—Como ciudad no mantenemos relaciones institucionales. Pero en agosto tuvimos por primera vez una reunión en la frontera, en suelo español, entre autoridades marroquíes y autoridades ceutíes. Ha sido la primera vez que han reconocido nuestro estatus. No es ninguna tontería.

—Ceuta es una de las ciudades más multiculturales de Europa. ¿Cómo ha vivido la ciudadanía esta situación de crisis excepcional?
—Ceuta es multicultural, con mucha diversidad, pero sobre todo es muy española. La mayoría de las personas que viven en Ceuta, da igual su origen o a quién recen, se sienten españolas. Ceuta ha demostrado que es una ciudad solidaria. Muchos ceutíes acogieron a personas en sus casas. Pudimos reconocerlo el 2 de septiembre, Día de la Ciudad Autónoma, con la entrega de la Medalla de la Ciudad al pueblo de Ceuta, por su compromiso, entrega, madurez y solidaridad a la hora de vivir una experiencia como ésa, sin incidentes, sin problemas. Nosotros queremos que nuestros niños, cuando crezcan, se formen y trabajen para el futuro, no piensen “me voy a Sevilla, me voy a Bilbao”, como pasa con los marroquíes que vienen. Ceuta no puede ser espacio de contención para alguien que viene pero que, además, no quiere estar aquí sino llegar a España o a otros países.

—¿Cree que hay un discurso cada vez más extendido de criminalización de estos menores?
—Aquí tenemos menores desde 1999. Sin embargo, el perfil de los menores que han entrado este año en Ceuta es diferente. Hemos estado con niños y niñas hasta las cuatro de la mañana buscando a sus familias, intentando localizarlas con los teléfonos. Ellos querían volver a casa, lloraban porque querían ir al colegio. Algunos estaban preparando sus exámenes. Otros querían ver a sus familiares enfermos y no se les dejaba volver. Algunos tenían ortodoncias, teléfonos de alta gama… No son el perfil de menor al que estamos acostumbrados. También los había vulnerables, niños que habían sufrido abusos, maltratos, infinidad de situaciones, pero estos son separados inmediatamente.

—¿Viven con miedo al ‘efecto llamada’ o a que puedan repetirse situaciones como la vivida este año cada vez que haya un movimiento legislativo, como por ejemplo la reciente reforma del reglamento de Extranjería?
—Miedo no, porque esto es la cuna de la legión. Fuera de broma, miedo no. Lo que tenemos es el mismo derecho que el resto de los españoles a estar protegidos por quien puede y quien debe, que es el Gobierno de la Nación, y también de la Unión Europea. La colaboración y lealtad de Ceuta es clarísima, gobierne quien gobierne.

—¿Esta crisis es el principal reto político y de gestión al que se ha enfrentado?
—Dentro de la historia reciente, es uno de los hechos más importantes que hemos vivido. Ha sido muy difícil de encauzar, de asimilar y dar respuesta… Por suerte no hemos estado solos, ha estado todo el país a nuestro lado. Muchas personas e instituciones, como SAMU, que de forma inmediata ha venido en auxilio al pueblo de Ceuta, desde el primer día, prestando colaboración y apoyo al pueblo. La situación es crítica y todavía sigue pasando factura. Tenemos que trabajar para que no vuelva a ocurrir.

Proyecto ‘Yo miro, tú me ves’ del PACS SAMU Jaén

Fotografías que hacen visible la realidad de los menores

Haithan, Fátima, Antonio… Son los nombres de algunos de los jóvenes usuarios del PACS (Programa de Adquisición de Competencias Sociolaborales) de SAMU de Jaén, y cuya obra fotográfica ha podido verse en el Museo de Jaén en noviembre. Todo un logro para estos chicos, que han compaginado esta vocación con la formación que les encamine hacia su futuro laboral. “Un poco nervioso sí estoy… Por la repercusión y lo que le vaya a parecer a la gente”, admite Antonio, poco antes de entrar a clase a las siete de la tarde.

“Vimos la necesidad de visibilizar la realidad de estos chicos a través del arte”

Las fotografías, tomadas durante las últimas semanas, reflejan su realidad cotidiana a través del arte: ¿Cómo viven? ¿Qué hacen? ¿Qué desean? ¿Cómo han llegado hasta aquí estos jóvenes que empiezan a dar sus primeros pasos en la vida adulta? Su talento artístico sirve para dar respuesta a algunas preguntas que con frecuencia se ocultan tras las etiquetas que les coloca la sociedad.

La exposición culmina un proyecto denominado Yo miro, tú me ves, premiado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla en la II Edición de los Premios Arte y Compromiso, y que ha coordinado Ana Rodríguez, a su vez responsable del PACS de Jaén e integrante de un colectivo artístico local, La Muta. “Dado lo conflictiva que a veces es la convivencia entre extutelados y ciudadanía, por los prejuicios, vimos la necesidad de visibilizar la realidad de estos chicos a través del arte”, explica Rodríguez.

Durante cuatro sesiones, ocho integrantes de los dos pisos que Fundación SAMU pone a disposición de menores extutelados en Jaén participaron en un taller de fotografía terapéutica. “En una de las fotografías debíamos expresar un sentimiento, y, cuando estuviéramos preparados, nos hacían la foto. Cada uno elegía qué sentimiento mostrar y cómo hacerlo: gesticulando o dándole forma con el cuerpo”, recuerda Antonio.

Haithan hace un alto en la biblioteca para explicarnos por teléfono otra de las actividades del taller. “Hemos salido a la calle a buscar cosas que fotografiar. Por ejemplo, letras: cada uno tenía una palabra asignada, y tenía que buscar cada letra en la calle”. También aportaron fotos de su infancia que reflejan su itinerario vital, y en otra de las sesiones, grabaron un vídeo para la exposición.

El objetivo era explorar su talento para la fotografía y que ellos mismos pudieran reflejar sus gustos, sus aficiones, los procesos migratorios por los que han pasado y sus sueños para lo que está por llegar.

Más allá de una sesión de fotos como modelo de una óptica local, para Haithan es la primera experiencia con la fotografía. Llegó a España en 2018 procedente de Tetuán (Marruecos) y, tras un periplo que le hizo pasar por varios centros de protección de menores, llegó al piso para jóvenes extutelados que SAMU gestiona en Jaén al cumplir los 18 años, en mayo de 2020. “Aquí estoy genial”, dice Haithan, que este año ha sacrificado su pasión por el fútbol para terminar cuanto antes el Grado Medio de Instalaciones Frigoríficas. “Si lo saco quizá siga estudiando, porque quiero hacer el grado superior”, cuenta.

Por ahora, Haithan solo tiene permiso de residencia, pero espera que la modificación legal que acaba de anunciarse le facilite un permiso para poder buscar trabajo. Vive con cuatro compañeros en un piso de Fundación SAMU, con los que comparte la aspiración de labrarse un futuro y cosas más prosaicas, como el reparto de las tareas del hogar.

Por su parte, Antonio (recién cumplidos los 19) vive en el otro de los pisos de SAMU en la capital jiennense, con otros tres chicos extutelados. Admite que al principio llegó un poco “cohibido”, pero ahora todo va rodado. Estudia para ser técnico electromecánico y prevé terminar el grado el próximo junio. Si puede, trabajará. Ya hizo prácticas este verano, para lo que contó con la ayuda de los orientadores de SAMU. “Te orientan, te dan las herramientas, pero tú tomas la decisión”, comenta el chico. “Se trata de darnos un poco de autonomía”. Este es, precisamente, el gran objetivo de SAMU cuando trabaja con ellos.

“Empezar el camino con ellos”

Entre los beneficiarios, siempre jóvenes extutelados, hay extranjeros y españoles. Todos con una historia de vida que, por sus circunstancias familiares, los ha colocado ante su paso a la edad adulta casi sin apoyos. Y éste, para ellos, es un camino lleno de escollos: documentales, sociales, culturales. “Hay que empezar el camino con ellos”, resume Ana Rodríguez.

Con SAMU estarán normalmente de 10 a 12 meses, aunque puede haber prórrogas. El objetivo es que al terminar el programa puedan volar solos. “Con un chico que empiece con buen pie, siga la normativa y esté comprometido, la garantía de éxito es casi del 100%”, resalta Rodríguez.

SAMU contactará con empresas que se ajusten a su perfil, les ayudará con los trámites burocráticos ante las autoridades de Extranjería y velará por su inserción. “Las relaciones sociales son importantes: no funcionan si no se sientes acogidos, motivados o se cree en ellos”, apunta Rodríguez: “No es sólo el suministro de lo que necesitas para trabajar, sino que te sientas capaz de conseguirlo, y en un entorno seguro, saludable y que potencie la persona”.

De ahí la importancia de acciones como el taller de fotografía experimental. “Este proyecto hace hincapié en lo personal, en los resortes que cada uno tiene para integrarse en la sociedad. Se ven fortalecidos porque están dando lo mejor de ellos a la sociedad”, resume la técnico de SAMU. “Es muy importante hacer ver que nos podemos posicionar también con un punto de vista creativo y positivo”.

Haithan, Antonio, Fátima y los demás han visto sus fotos en el principal centro expositivo de Jaén. Y eso, bien lo sabe cualquier artista, no se consigue todos los días.

ISL/JEM SAMU Huelva

ISL/JEM SAMU Huelva: Acabar con el ‘otros’ para construir un ‘nosotros’

Me llamo Marta Mora y soy antropóloga. Como tal, siempre he pensado que lo que nos define como personas es nuestra postura ante las diversas situaciones cotidianas. Al fin y al cabo, son estas situaciones las que nos atraviesan y nos marcan. Todas. Desde las más simples e inocentes hasta las más complicadas y contundentes. Es por eso por lo que siempre he sostenido la teoría de que, incluso en los escenarios más cotidianos e insignificantes, pueden caber una infinidad de diversidades. Lo que yo no sabía era que, gracias al trabajo con los chicos de los recursos ISL y JEM SAMU Huelva, iba a poder experimentar de manera activa, profesional y emocional mi propia teoría antropológica.

La antropología me ha enseñado innumerables lecciones y de ella he aprendido a analizar las diferentes realidades sociales, pero las personas con las que comparto mi trabajo diario son las que me han enseñado a vivir y a participar de esas realidades tan diversas.

Desde que comenzó esta aventura, lo más emocionante y sorprendente para mí ha sido poder fusionar en una sola metodología la antropología, la mediación cultural y la educación social: los tres pilares bases de mi formación académica. Es por ello por lo que he intentado reinterpretar mi propia postura y otorgar así un sentido a mis objetivos con los menores.

Mi propósito no es la mera educación o la enseñanza como tal. No pretendo enseñar nada (en el sentido literal del concepto). Pienso que lo verdaderamente enriquecedor es poder guiar, acompañar, cuidar e implicarme en todo el proceso cultural y pedagógico de los jóvenes con los que trabajo a diario. Comprometerme con ellos e impulsarlos a conseguir lo que se proponen con su recorrido migratorio. Y si hay enseñanza, que vaya siempre ligada al propio aprendizaje: aprender a escuchar, aprender a mirar, aprender a nutrirnos de otras realidades sociales y aprender a dejarnos transformar por ellas.

Por todo lo anterior, debo admitir que esta experiencia ha hecho que cambie mi visión. Desde la antropología, mis pretensiones eran construir puentes, pero desde mi perfil de mediadora y educadora he descubierto que es más importante derribar muros. Acabar con el “otros” y poder construir el “nosotros” (nuestro hogar, nuestra familia, nuestro proyecto vital). Es esta ambición la que hace que me sienta respaldada y que mi labor, junto a la del resto de mis compañeros desde sus disciplinas profesionales y académicas, mejore y aporte un poquito de luz a nuestro día a día en el centro y a la propia vida de los menores.

Los chicos a los que acompaño (y me gusta mucho usar ese verbo, cuya traducción literal del latín sería algo así como “caminar con”) me han enseñado una lección antropológica muy valiosa. Algo vital y trascendente que jamás hubiera podido aprender ni leyendo una infinidad de libros de texto. Y es que la comprensión colectiva del mundo es muchísimo más amplia y rica que la compresión individual del mismo. Que las diferencias culturales pueden servir para unir dos concepciones completamente dispares en una misma realidad y convertirse en magia, confianza, cariño y calor humano.

Son ellos quienes me han ayudado a desarrollar mi capacidad creativa, colectiva, de justicia, de debate y de pensamiento crítico, y es por ello por lo que tanto yo como la mismísima antropología le debemos tanto a esta experiencia.

Sin más, deseo poder seguir aprendiendo de todo lo que me rodea para construir junto a mi equipo y nuestros chicos una realidad educativa-cultural cuya base sea íntegra, integral e integradora. Inshallah.

Autora: MARTA MORA MORO. Auxiliar técnico educativo del ISL/JEM SAMU Huelva

Residencial El Bosque

Residencial El Bosque: Disfrutar como niños

Cuando comienza el frío no podemos evitar recordar el calor del verano, las tardes en la playa y todas las aventuras que hemos vivido en el residencial de El Bosque, en la provincia de Cádiz, con nuestros chicos. Por nuestra situación geográfica, contamos con gran facilidad para disfrutar del campo, la playa y todas las opciones que nos ofrecen estos entornos.

Han sido muchas las entidades y empresas las que nos han apoyado durante el pasado verano para que se haya convertido en inolvidable para nuestros chicos. Por esta razón, no queremos dejar pasar la oportunidad para agradecerles el esfuerzo realizado y los recursos que han aportado para que este verano sea más productivo.

Comenzamos el verano participando en el programa Algeciras: ocio y tiempo libre inteligente, donde participaron diferentes entidades de nuestra localidad, como Barrio Vivo y el propio Ayuntamiento de Algeciras, fomentando entre los jóvenes de nuestra comunidad actividades sanas de ocio y tiempo libre.

Este programa permitió a los chicos del Centro El Bosque de Fundación SAMU disfrutar de varias clases de patinaje en línea, una partida de paintball, una clase de defensa personal y un paseo en kayak por la bahía de Algeciras.

También asistimos a la Copa de Oro 50 Aniversario que se celebró en el Santa María Polo Club y al VII Campeonato de España de Remo de Mar, que se celebró en La Línea de la Concepción en agosto. Los chicos pudieron disfrutar de las diferentes regatas que se celebraron a lo largo de la jornada.

Se realizó, además, una pequeña travesía náutica y la visita al estuario del río Guadiaro gracias al Puerto de Sotogrande. De esta manera, los menores conocieron otras actividades acuáticas que también se ofrecen en nuestro entorno de una manera más educativa.

Incluso tuvimos la suerte de disfrutar de una experiencia 4×4, bordeando la costa con la empresa Ulises 4×4 y la colaboración del gabinete socioeducativo brújula.
Como colofón a nuestro verano y recargar fuerzas para la vuelta al cole, disfrutamos en el Multicines Odeón Bahía Plaza de una tarde de película, nunca mejor dicho.
Todo esto ha favorecido que podamos cumplir un objetivo fundamental en lo que respecta a la inclusión social de nuestros chicos en nuestra comunidad. En primer lugar, que puedan conocer un ocio y tiempo libre saludable; y, en segundo lugar, que la comunidad conozca las peculiaridades y perfiles de nuestros chicos, haciéndoles ver que son adolescentes con inquietudes simulares a los de otros jóvenes de su entorno.

Agradecemos de todo corazón por el buen trato recibido y su colaboración con el Centro El Bosque a Barrio Vivo, Club Algeciras Patina, Ulises 4×4, Puerto de Sotogrande, Multicines Odeón Bahía Plaza, Club de Padel Algeciras, Antonio Sánchez Morodo – Gimnasio Municipal de Guadiaro y Santa María Polo Club.

Por ALICIA GARCÍA GRECIANO. Residencial El Bosque

ISL SAMU Dúrcal

ISL Dúrcal: el camino de la perseverancia

Tras un intenso verano repleto de salidas y experiencias, tanto lúdicas como formativas, los chicos del ISL SAMU Dúrcal volvieron en septiembre a la rutina con el inicio del curso 2021-2022. Para ellos, asistir al instituto es una oportunidad de acercarse tanto a la cultura española como a sus iguales. También lo es optar al título de la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) o al de Formación Profesional Básica (FPB) con el objetivo de aspirar a un futuro mejor en nuestro país, ya sea por la rama laboral o la académica. Éste es el caso de uno de nuestros menores que acaba de empezar una Formación Profesional de Grado Medio de Peluquería y Estética Capilar, el cual le abrirá las puertas para alcanzar su sueño de ser peluquero. Todos complementan esta formación académica con clases extraescolares de apoyo lingüístico.

Paralelamente a esta formación reglada, también tenemos un grupo de menores recién llegados que asisten a clases de español en la escuela de adultos del Valle de Lecrín en Dúrcal. Su objetivo es alcanzar un nivel idiomático adecuado que les permita desenvolverse y expresarse con fluidez, tanto dentro como fuera del centro.
Esta actividad continúa por las tardes a través de talleres formativos que se imparten en nuestras instalaciones por parte del personal educativo. Además, debemos destacar la variedad de talleres transversales que realizamos, que comprenden desde temáticas culturales, como el taller impartido con motivo del Día de la Hispanidad, hasta talleres de conocimiento personal y adquisición de habilidades sociales que favorezcan la integración de todos los menores en nuestra sociedad. La formación es un elemento fundamental dentro de la inserción laboral de estos menores, sin olvidar la importancia que supone también para nuestros jóvenes conocer las costumbres y tradiciones propias de nuestro país a fin de una correcta y completa integración social.

A esto debemos añadir un factor fundamental, la motivación. Todos los menores poseen ímpetu por aprender, formarse y evolucionar que rebasa todas las barreras que se interponen en su camino. Por más que los compañeros del ISL SAMU Dúrcal seamos un apoyo para todos los menores, la gratificación que supone contemplar el progreso que con esfuerzo y dedicación logran día a día, impulsa este proyecto desde el máximo optimismo e ilusión. Y cada nuevo aprendizaje es bidireccional, pues ellos nos enseñan cómo el valor de la perseverancia y el incansable esfuerzo logran la consecución de todas las metas propuestas, ya sean a corto, medio o largo plazo. Nos animan a no perder la esperanza ante ninguna circunstancia y, ante todo, nos brindan el placer de recorrer un camino juntos.