8M en SAMU

Las trabajadoras de SAMU destrozan el techo de cristal

Desde hace varios años, SAMU y su fundación se suman a la igualdad y al empoderamiento de la mujer, además de apostar porque sus directivas estén reconocidas profesionalmente y no sufran el denominado “techo de cristal”. Estas son palabras de Concepción Pérez, directora del área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer de SAMU, el departamento más numeroso de la entidad, con más de mil empleados. Actualmente, el 74% de los trabajadores de SAMU y su fundación son mujeres y casi el 55% de los cargos directivos están ocupados también por féminas.

Coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada año el 8 de marzo, el área que dirige Concepción Pérez junto a un grupo de trabajadoras de la entidad realizan un retrato de la figura de la mujer dentro de SAMU y el compromiso de la entidad por lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas, tal como se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la ONU.

Desde octubre de 2017, a raíz de la elaboración por parte de la empresa de un Plan de Igualdad, SAMU creó un Comité de Igualdad que desde entonces preside Maribel Álvarez Leiva. “SAMU está muy comprometido con la igualdad de oportunidades y era necesario establecer un instrumento que incorporara este compromiso en el funcionamiento y gestión diaria de la entidad”, comentaba en una entrevista publicada en Revista SAMU su presidenta, directora, además, del Área Hospitalaria.

“Lo primero que hice como presidenta de este comité fue realizar una encuesta entre los trabajadores que nos permitió saber qué opinaban sobre la igualdad en la institución y ver en qué debemos mejorar. Los resultados de esta encuesta mostraron una alta demanda en formación en igualdad por parte de los trabajadores”, señalaba Álvarez Leiva en dicha entrevista.

Recientemente, en enero, SAMU integró el departamento de la Mujer a sus áreas de intervención, creando así el área de Intervención Socioeducativa y de la Mujer, con el fin de dar un paso más en aquellos servicios vinculados a la violencia de género, el empoderamiento de la mujer y la igualdad de género.

“Este proyecto nace con el firme propósito de abordar un campo en el que creemos necesario ese aporte SAMU para contribuir a esa transformación social tan necesaria”, señala Concepción Pérez. En este sentido, “Fundación SAMU despliega un amplio catálogo de prestaciones que buscan mejorar su satisfacción y reforzar su sentido de orgullo de pertenencia. El área de la Mujer en SAMU está incluida en nuestro día a día desde sus inicios, si bien ha sido a partir del incremento de las medidas de conciliación, protección e igualdad de oportunidades, cuando este área ha alcanzado un notable incremento en cuanto a actuaciones dirigidas a la verdadera igualdad entre hombres y mujeres. En la actualidad estamos elaborando un dossier y una memoria de abordaje sobre nuestra filosofía de trabajo, ejes de actuación y metodología específica en este ámbito”.

Según detalla Concepción Pérez, SAMU y su fundación trabajan el género en todos sus centros y servicios desde diferentes perspectivas: prevención de la exposición a situaciones sensibles para usuarias con historia de violencia de género (ejemplo: agrupaciones de usuarios mixtas o por género en las actividades para proteger la confidencialidad y sensibilidad de las usuarias); la detección y evaluación continua de necesidades de educación de género y necesidad de recursos complementarios o derivaciones de las personas usuarias a atenciones especializadas; formación continua de todos los profesionales en el Plan de Igualdad y Guía de Buenas Prácticas contra el Acoso Laboral y la Violencia de Género adaptados a cada colectivo que atiende la entidad; conocimiento y trabajo con el tejido asociativo y organizacional del entorno por la igualdad de género; atenciones médicas y sanitarias específicas para las usuarias, independientemente de si son minoría en el servicio; planes de atención individualizados con perspectiva de género y método de la interseccionalidad de distintos niveles de exclusión en la situación o riesgo de violencia de género (etnia, edad, ocupación, identidad sexual y de género); el uso de un lenguaje inclusivo en la comunicación visual, escrita y hablada de los centros; y penalizaciones por conductas discriminatorias estipuladas en los regímenes internos de cada servicio.

25 años al frente de la contabilidad de SAMU

Son varias las trabajadoras de SAMU que reconocen abiertamente haberse sentido apoyadas por la entidad en diferentes etapas de su vida profesional y personal, y destacan el espíritu familiar de la compañía. Rosario González Gutiérrez, Eva Fuentes o Carolina Rubio Jiménez son algunas de ellas.

Rosario González, más conocida como Chari, comenzó a trabajar en SAMU en 1995 con 25 años, de ahí que muchos compañeros utilizaran el apelativo de Charito para referirse a ella. “Me contrataron para tres meses como auxiliar administrativo. SAMU se estaba mudando a las instalaciones de Fuente del Rey (Base 7) y necesitaba una persona para organizar y archivar toda la documentación administrativa. También realicé guardias de coordinación sanitaria y trabajos de administración. Desde el primer día me involucré en todo”.

Después de estos primeros tres meses, la empresa seguía necesitando apoyo administrativo, y tras la renovación durante un año de su primer contrato, SAMU le ofrece un contrato fijo. “Al mismo tiempo, también me ofrecieron un contrato en la Diputación de Sevilla, pero decidí quedarme en SAMU y nunca me he arrepentido”, asegura Chari González. “Entré a formar parte no sólo de una empresa, sino de una familia. Así lo sentía y lo sigo sintiendo. Mi familia SAMU”.

González, hoy directora del departamento de Contabilidad de SAMU, tiene palabras de especial cariño a su “maestro, jefe y amigo” durante sus primeros años en SAMU, Ignacio Álvarez Leiva. “Nacho siempre estará en mi corazón. Él fue mi jefe en el departamento de Contabilidad durante unos tres o cuatro años, hasta que se marchó para montar su propio negocio fuera de SAMU. Fue entonces cuando quedé al frente del departamento de Contabilidad, siempre con el apoyo de la dirección financiera. Pese a mi juventud, no me dio miedo este reto, bueno un poco sí, pero siempre me he sentido apoyada por mis compañeros”.

Metódica, puntual y eficaz, estos son los adjetivos que caracterizan a Chari González. “Marca de la casa, como dice mi jefe”, señala esta mujer. “Desde que entré en SAMU he procurado involucrarme en todo: coordinación sanitaria, docencia, la revista SAMU, dispositivos sanitarios (como las guardias en Isla Mágica), ayudar en misiones humanitarias, mudanzas, muchas mudanzas…”

La directora del departamento de Contabilidad explica que durante estos 25 años se ha casado, ha sido madre y ha vivido importantes tragedias familiares, como la pérdida de un hermano. “En todos estos momentos, la familia SAMU, encabezada por el doctor Carlos Álvarez Leiva, mi jefe, ha estado conmigo, nunca me he sentido sola. En lo bueno y en la malo, como dije antes, es mi familia. Y yo he procurado también, aparte de en lo laboral, personalmente estar con ellos”.

“Como mujer luchadora, hay momentos en la vida que te hacen ser más fuerte. Recientemente, he pasado por un duro tratamiento de seis meses para combatir un cáncer de ovario y he intentado ser lo más fuerte posible, pero hay momentos de debilidad, quizás ahora más que en todo el proceso. Pese a mi enfermedad, he estado pendiente de mi trabajo en todo momento, ya que me servía de válvula de escape. Todo ha sido posible gracias a la ayuda de mi gran equipo, la gran mayoría mujeres. Estoy muy orgullosa de todos ellos”. El pasado octubre, Chari González volvió a su rutina laboral una vez finalizado el tratamiento: “Lo importante son las ganas porque mis ganas, ganan”.

Eva Fuentes y Carolina Rubio no son tan veteranas como Chari González, más bien lo contrario. La primera de ellas empezó a trabajar en SAMU en 2019, y la segunda, hace casi cuatro años, pero ambas destacan el apoyo recibido por parte de la empresa.

“Siempre digo que entrar a trabajar en SAMU fue una gran suerte, me tocó la lotería. Yo tenía 48 años y con esa edad es muy difícil que una empresa te contrate. Con esa edad, nadie apuesta por ti, excepto SAMU”, exclama Eva Fuentes, que trabaja en el ámbito de la justificación de proyectos y subvenciones dentro del departamento de Desarrollo de SAMU. Durante varios años, Fuentes trabajó en una consultoría que quebró en 2012. “Tras cerrar la empresa en la que trabajaba, tuve que buscarme la vida y emprender para seguir adelante. Fueron años muy duros y, en 2019, SAMU me ofreció un contrato a media jornada”. El incremento de actividad y proyectos por parte de SAMU hizo que al año Eva Fuentes recibiera una oferta de un contrato a jornada completa.

“He tenido mucha suerte. Me he sentido acogida y apoyada desde el primer día. SAMU no solo valora el lado profesional de sus trabajadores, también lo humano”, anota Eva Fuentes. “Mi idea es quedarme aquí hasta que me echen”.

“Siento que puedo progresar en la empresa”

Carolina Rubio, por otro lado, trabaja en SAMU desde hace cuatro años, concretamente, dentro del departamento de Contabilidad. “Menos el director financiero, Diego Gallardo, el resto de las personas que formamos el equipo de contabilidad y finanzas somos mujeres”, comenta Rubio. “Desde el primer día me sentí muy cómoda en esta empresa, que apuesta mucho por la mujer, especialmente en labores de gestión. Profesionalmente, me siento bastante realizada. En estos cuatro años, he experimentado un progreso profesional muy significativo y siento que puedo progresar dentro de la empresa”.

Carolina Rubio, madre de dos hijos, destaca la importancia que SAMU da a la formación de sus trabajadores. “En estos cuatro años he adquirido mucha experiencia y he recibido también mucha formación. Para mí, esto último es muy importante para no estancarme, y SAMU se preocupa por las necesidades formativas de sus empleados”.

Tatiana Laborde, coordinadora de los proyectos de SAMU en EEUU

Tatiana Laborde, coordinadora de los proyectos de SAMU en EEUU: “Como inmigrante, sé lo difícil que es integrarse en EEUU”

Tatiana Laborde (Bogotá, Colombia, 1984) comenzó a trabajar con SAMU en 2018 gestionando las redes sociales para SAMU First Response. Hoy, lidera las operaciones que SAMU lleva a cabo en Estados Unidos, como el recién estrenado centro de acogida de menores Island Condos, en Washington DC

—En 2018, SAMU Foundation abrió su primera oficina en Washington D.C. (EE.UU.) con el fin de captar fondos para sus misiones humanitarias. Tres años después, la entidad ha logrado hacerse un hueco en EEUU a través de SAMU First Response y está gestionando su primer centro de acogida de menores. ¿Cuándo entró usted a trabajar en este proyecto internacional de SAMU?
—Comencé a trabajar con SAMU en febrero de 2018 gestionando las redes sociales para SAMU First Response, la filial que la entidad tiene en Estados Unidos. Mi papel inicial fue muy básico, pero gestionando las redes aprendí mucho sobre los proyectos que SAMU tiene en España. Desde un principio, me interesó muchísimo el trabajo que la entidad realiza con los menores no acompañados, sobre todo, porque existían muchas similitudes con las necesidades de apoyo que este colectivo tiene en Estados Unidos. Ahora, lidero los esfuerzos para abrir operaciones en Estados Unidos, diseñando la estrategia de servicios y recaudación de fondos.

—¿Cómo conoció SAMU y su labor?
—Conocí SAMU a través de Juan González de Escalada, director del área de Emergencias de SAMU, que es muy amigo de mi esposo. Recuerdo que en nuestro primer viaje a España en el 2009 visitamos Sevilla y conocimos las oficinas de la entidad en la Isla de la Cartuja. En ese viaje también me enamoré de Sevilla y su linda gente.

—Desde la pasada primavera, SAMU First Response trabaja en la posibilidad de abrir un recurso en EEUU para acoger a menores inmigrantes, un reto que ha logrado alcanzar a través de Island Condos. ¿Cómo surge este proyecto?
— Island Condos es el primer recurso de SAMU First Response y se encuentra en Washington DC. Es un edificio habilitado para atender las necesidades de menores no acompañados mientras trabajamos en el proceso para su reunificación familiar. Este proyecto ha sido impulsado por la dirección de SAMU, que vio la gran necesidad que existía en Estados Unidos de apoyo a los menores no acompañados en este país. A partir de ahí, se creó un equipo de trabajo para identificar oportunidades y cómo podíamos llevar a cabo operaciones en Estados Unidos. En ese momento, mis funciones eran gestionar y perfilar la web y las redes sociales de SAMU First Response para esta nueva misión, pero como éste es un tema de alto interés para mí, pedí ampliar mi papel dentro del proyecto y así llegamos a donde estamos hoy.

—¿Ya han llegado los primeros menores al centro?
—El proceso en Estados Unidos es bastante diferente al de España. Hay una serie de permisos que tienen que ser emitidos antes de recibir menores. Igualmente, tenemos que hacer un proceso de licitación con el Gobierno, el cual es muy minucioso y específico en cuanto al desarrollo y el funcionamiento del centro. En este momento estamos en la etapa final de la licencia en Washington y acabamos de pasar la solicitud de licitación con el Gobierno. Esperamos darles la bienvenida a los jóvenes en el segundo semestre del año.

—¿Cuál es el perfil de los menores a los que va dirigido este recurso?
—Esperamos recibir jóvenes entre 13 y 17 años. La gran mayoría llegan de lo que se conoce como northern triangle, que son Honduras, Guatemala y El Salvador.

—¿Cuál es la finalidad de este centro?
—Nuestro primer objetivo es lograr la reunificación familiar de estos jóvenes en el menor tiempo posible. Queremos que este tiempo no sea mayor a 30 días. Mientras los menores estén en el centro, van a recibir atención psicológica y médica, se comenzarán los procesos legales para su caso migratorio y recibirán escolarización dentro del centro. En el edificio hemos habilitado dos aulas para impartir clase y espacios para los trabajadores sociales y clínicos.

—SAMU First Response lleva meses trabajando para hacerse un hueco en EEUU. ¿Cómo se siente ahora que habéis conseguido el objetivo? 
—Este es solo otro hito en el camino. El recurso ya está listo, pero nos quedan un par de pasos más antes de poder comenzar a prestar servicios. Seguimos trabajando con mucha ilusión para llegar a ese punto.

—¿Cuáles han sido las principales dificultades con las que os habéis encontrado?
—Ha sido un proceso lleno de momentos de aprendizaje y adaptación. Hemos conocido entidades muy importantes especializadas en la atención a los colectivos más vulnerables. Estas entidades y organizaciones nos han dado la mano y han compartido con nosotros conocimiento. En este proceso también ha sido muy importante la gran labor de SAMU en sus centros de menores de España y su gran capacidad de innovación.

—¿Cuál es el futuro de SAMU First Response?
—A corto plazo, queremos recibir al primer grupo de menores y dedicar un año a operaciones en nuestra primera iniciativa SAMU Island Condos. En el segundo año, esperamos abrir un segundo centro e ir creciendo de manera progresiva y sostenible. Al mismo tiempo, seguiremos explorando oportunidades para prestar servicios a comunidades vulnerables.

—¿Cuántas personas forman el equipo de SAMU en EEUU?
—El equipo de SAMU First Response en Estados Unidos lo formamos tres personas, aunque contamos con un gran equipo de apoyo de SAMU en España, que son nuestra roca en cuanto a conocimiento e implementación de proyectos en el país.

—¿Qué supone este proyecto para usted?
—Este proyecto es extremadamente importante para mí. Como inmigrante que soy, conozco las dificultades que estas personas encuentran durante su integración en la sociedad norteamericana, aunque es cierto que mi proceso fue muy privilegiado. Siempre me ha interesado mucho el trabajo con la comunidad inmigrante, en cuanto a educación, identidad y al conocimiento y defensa de nuestros derechos. La situación de los menores en los centros de detención en el país me ha afectado mucho y mi familia lleva tiempo buscando la manera de ayudar a esta población tan vulnerable.

—Tras la llegada masiva de inmigrantes este verano a EEUU, ¿cuál es la situación actual?
—La llegada masiva de inmigrantes a Estados Unidos es algo muy cíclico. Todas las primaveras hay un incremento importante en la llegada de inmigrantes al país. Esto responde mucho a la situación económica y política de los países de origen. Como ejemplo, en enero de este año llegaron a Estados Unidos mil menores más con respecto al mes anterior, por eso lo importante es estar listos para poder ofrecer el mejor servicio a esta población tan necesitada.

Despedida del contingente que viaja a Ucrania

Nueva misión humanitaria: SAMU viaja a la frontera de Rumanía con Ucrania para atender a los refugiados afectados por la invasión de Rusia

Un contingente de voluntarios de SAMU ha partido este miércoles desde Escuela SAMU, en Gelves (Sevilla),  con destino a la frontera de Rumanía con Ucrania, con el objetivo de poner en marcha un dispositivo de atención a los refugiados afectados por la crisis migratoria debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

Concretamente, el contingente, liderado por Borja González de Escalada, vicepresidente de Fundación SAMU, y formado por ocho personas, entre los que se encuentran enfermeros, médicos, técnicos de emergencias sanitarias y educadores sociales, ha partido para Tulcea, Rumanía, un municipio en la frontera con Ucrania.

Los objetivos de la misión serán proporcionar asistencia sanitaria a las personas desplazadas de Ucrania, respondiendo a las necesidades asistenciales generadas por la crisis humanitaria. Se pretende realizar una labor de análisis sobre el terreno y desarrollar capacidad de atención a un mínimo de 100 personas diarias, en una primera fase de reconocimiento y aposentamiento. El contingente permanecerá en la zona hasta finales del mes de marzo, sin que se descarte el envío de un contingente de refuerzo en los próximos días.

La ONU cifra en más de 500.00 el número de personas que han huido de Ucrania. La mayoría de estas personas son mujeres y niños, ya que los hombres entre 18 y 60 años están llamados a combatir en defensa de su país.

A Rumanía han llegado más de 67.000 personas, la mayoría de ellas personas mayores, mujeres y niños. Se trata de una crisis humanitaria que se ve agravada por la Covid-19, en la que buena parte de la población desplazada no tiene acceso a cobertura sanitaria, educación, electricidad o refugio. Además, se prevé un incremento en la oleada de refugiados en los próximos días.

Esta misión se produce después de que el pasado jueves 24 de febrero, SAMU constituyera un gabinete de crisis que ha trabajado de forma intensiva durante los últimos días, hasta que el dispositivo quedara totalmente configurado en la mañana del día de ayer.

Se trata de la segunda misión desarrollada por SAMU en pocos meses en la zona, ya que en noviembre de 2021 la entidad llevó a cabo una misión en la frontera de Polonia con Bielorrusia, para atender las necesidades de la población de Medio Oriente y África que se agolparon en la frontera tratando de entrar a territorio polaco.

La expedición que viaja a la frontera de Rumanía con Ucrania ha partido este miércoles a las 13:00 horas desde la Escuela SAMU de Gelves (Sevilla), donde han sido despedidos por sus familias y diversas autoridades.

En este dispositivo, SAMU volcará toda su experiencia en la gestión de misiones humanitarias. Sólo en el último año, SAMU ha coordinado cuatro misiones humanitarias internacionales en los países de Dominica, El Salvador, Costa Rica y Polonia. De igual modo, durante el periodo más crítico de erupción del volcán de Cumbres Viejas, SAMU desplegó en La Palma un dispositivo de atención a los afectados, y está participando activamente, desde el inicio de la crisis migratoria, en la atención a los menores que llegaron desde Marruecos en mayo de 2021, gestionando actualmente varios de estos centros de atención a los menores.

Asimismo, SAMU viene llevando a cabo desde hace más de treinta años proyectos de carácter humanitario en numerosos lugares del mundo, y desde 2018 cuenta con presencia en Washington DC (EE.UU.) a través de Samu First Response, cuyo objetivo es gestionar centros de menores en el país norteamericano y potenciar misiones internacionales de SAMU.

Despedida contingente de SAMU que viaja a la frontera de Ucrania

Despedida contingente de SAMU que viaja a la frontera de Ucrania

Jornada de convivencia de jóvenes extutelados migrantes del programa JEM SEVILLA

Una oportunidad para jóvenes extutelados migrantes

Moussa, El Aib, Jawhari, Aziz, Sidiki y Bamba son los nombres de seis jóvenes migrantes que han conseguido alcanzar el objetivo por el que iniciaron su viaje migratorio, un sueño que se ha hecho realidad gracias a su gran trabajo y al imprescindible apoyo del Programa de Jóvenes Extutelados Migrantes (JEM).

El Programa JEM surge del concierto de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación con entidades sociales, está cofinanciado por el Fondo Social Europeo y tiene como objetivo proporcionar las herramientas necesarias para la inserción laboral y social de los jóvenes migrantes, con edades comprendidas entre los 18 y los 25 años, que hayan recibido anteriormente medidas del sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía a través de los Itinerarios Personalizados de Inserción.

Gracias al Programa JEM, jóvenes migrantes de las provincias de Córdoba y Sevilla pueden recibir atención integral que cubre las necesidades básicas de alojamiento, manutención, acompañamiento socioeducativo, regularización administrativa e inserción social y laboral, garantizando su transición a la vida independiente en condiciones de seguridad e igualdad.

Moussa, El Aib, Jawhari, Aziz, Sidiki y Bamba han completado su proceso de regularización documental con contratos de diferentes sectores laborales, contribuyendo así a la consecución de los objetivos marcados en su itinerario sociolaboral. Ellos son un claro ejemplo de los extraordinarios resultados que alcanzan los menores acogidos al Programa JEM, un proyecto imprescindible que les ha permitido vivir de manera independiente gracias al esfuerzo y el trabajo invertido, tanto por los jóvenes como por el equipo de profesionales que les ha acompañado desde su llegada a España y, por supuesto, gracias a la financiación de los Fondos Sociales Europeos que apoyan económicamente los programas de autonomía, garantizando una salida segura y digna a todas las personas que emigran en busca de un futuro mejor.

Un joven del programa JEM Sevilla

Un joven del programa JEM Sevilla

Desde Fundación SAMU animamos a los chicos que están a punto de alcanzar su emancipación para que sigan el ejemplo de sus compañeros. Para ello, organizamos encuentros y convivencias en las que los jóvenes emancipados tengan la oportunidad de transmitir sus experiencias de primera mano a todos aquellos que están iniciando el mismo proceso que ellos tuvieron que afrontar. Gracias a la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación y a la financiación de los Fondos Europeos por hacer de los sueños de estos jóvenes una realidad ilusionante.

 

Nieves Perales. Educadora de la UED San Lucas (Sevilla) de Fundación SAMU

El duelo en personas con discapacidad intelectual

En este artículo no pretendemos hacer una exposición exhaustiva del proyecto de intervención sobre el duelo en personas con discapacidad intelectual no verbal: sería demasiado extenso. Más bien nuestro propósito es reflexionar y compartir la experiencia de trabajo que supuso la elaboración e implementación de este proyecto de investigación, con la esperanza de que otros profesionales encuentren un referente para su práctica diaria.

Bien sabido es que no existen modelos generalizables ni situaciones en las que podamos aplicar programas que no partan de la propia realidad en la que se pretende instaurar. Por ello, el proyecto partió de la necesidad y sufrimiento que detectamos en una de nuestras usuarias (en adelante N.P.) en la Unidad de Estancia Diurna San Lucas, en Sevilla.

A lo largo de la historia, el tema de la discapacidad ha sido poco tratado por la sociedad en general y, en el peor de los casos, existía un modo de ver a estas personas que, por suerte, ya hemos superado. Actualmente, gracias a la labor que desempeñamos profesionales de distintos campos, se ha conseguido hablar con normalidad de este tema y se van tratando de cubrir las necesidades que este colectivo presenta.

Hay que mencionar, además, que el tema de la muerte en nuestra cultura queda ‘escondido’. Aun cuando sabemos que la muerte es el acto cierto de la vida, no se aborda en el área educativa. En las personas con discapacidad intelectual (DI), el panorama es más desolador ya que normalmente se mantiene durante la etapa adulta. Tácitamente se les niega la posibilidad de sufrir el duelo en base a falsas creencias (no se enteran, son personas eternamente felices, libres de preocupaciones….). Lo cierto es que sufren, se estresan y tienen ansiedad al igual que el resto de las personas.

Existen estudios que han llegado a valorar que un alto porcentaje de personas con DI que experimentaban repentinos cambios emocionales o conductuales, habían vivido de cerca una muerte o pérdida. En estas personas suele verse demorado el proceso de duelo y la pena que conlleva. Les cuesta identificar sus sentimientos, suelen retardar la respuesta de duelo, requieren un ritmo diferente para su elaboración y tienen una capacidad distinta de percibir el tiempo.

En ocasiones, pueden ver desencadenado su dolor no con la vivencia de la pérdida de su ser querido, sino con otra situación de estrés posterior (la despedida de un profesional, el cambiarse de casa o residencia, una separación….). Este destiempo de despliegue emocional hace que a veces no se identifiquen las reacciones y cambios comportamentales actuales con la pérdida de su familiar que pudo haberse producido muchos meses antes, incluso años, como fue en el caso de N.P.

La finalidad del proyecto fue favorecer y mejorar el acompañamiento emocional a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus habilidades comunicativas en la asimilación del duelo y facilitarles los medios y recursos para manejarse ante la pena, tratando asimismo de aumentar su comprensión de la muerte y las pérdidas. Estas personas, dadas sus características, presentan una mayor vulnerabilidad y van a requerir en este proceso de duelo de unos apoyos específicos para vivirlo de la manera más normalizada posible.

Nuestro plan de intervención, como ya hemos mencionado, se planteó como respuesta a las necesidades concretas que estaba presentando una de nuestras usuarias, pero consideramos que algunas fases de dicha intervención podrían ser muy beneficiosas para todo el grupo de usuarios que compartían sus mismas características cognitivas y comunicativas.

El objetivo principal de la intervención fue ayudar a N.P. en su proceso de elaboración del duelo con el fin de mejorar su calidad de vida. Para su consecución, nos planteamos los siguientes objetivos específicos: ofrecerle el apoyo emocional y social necesario para aliviar los efectos adversos del estrés, ansiedad y sufrimiento que estaba experimentando; facilitarle estrategias para expresar y comprender sus sentimientos y emociones; y enseñarle cuál es el proceso natural del ciclo vital, mediante técnicas específicas para ella.

Estos objetivos nos hicieron trazar dos tipos de actuaciones. Por una lado, los episodios espontáneos de emociones y sentimientos (N.P. los expresaba con brotes de llanto desconsolado, gritos, deambulación errática…) los abordamos únicamente con la voluntad de estar con ella durante el tiempo de su dolor y pena. El contacto físico, un abrazo… formas de comunicación no verbal por excelencia que expresan atención, apoyo y compañía cuando las palabras no son suficientes o carecen de significado.

Por otra parte, nos planteamos enseñarle de forma más estructurada el proceso natural del ciclo vital, utilizando estrategias y técnicas específicas para ella (método de Comunicación Total -Habla Signada- de Benson Schaeffer) y apoyos visuales, que nos permitieran ubicarla en el tiempo, entender lo que le estaba sucediendo y a adaptarse a los cambios.

La limitación de no tener adquirido el pensamiento abstracto hacía que no entendiera los conceptos de pasado, presente y futuro, ya que son nociones abstractas que no podía elaborar bien. Esto provocó que no pudiéramos emplear estos términos para poder situarla en el concepto de muerte y de pérdida. En cambio, recurriendo a las capacidades que tenía de sensibilidad, percepción, lenguaje comprensivo, buena memoria y aprendizaje visual, pensamos que podría ser muy valioso utilizar el precioso cuento ¡Vuela, mariposa! ¡Vuela! para conseguir este objetivo.

Atendiendo a las características de nuestros usuarios y a la dinámica de funcionamiento del centro, trabajamos el cuento de manera transversal en los distintos talleres a los que asistía N.P. (comunicación, manualidades, dinámicas de ocio, musicoterapia y desarrollo cognitivo) ya que su rutina diaria (trabajo, compañeros de grupo, hábitos, costumbres, horarios…) le aportaba estabilidad y seguridad y, en consecuencia, la intervención sería más fructífera.

Repeticiones y rutinas

La metodología utilizada se basó en la repetición constante; aunque pensemos que lo habían entendido, era necesario asegurarnos de que era así y lo iban interiorizando. Se emplearon las mismas herramientas una y otra vez. La constancia, las repeticiones y las rutinas sirvieron para ayudarles a aprender y entender.

Dado que la manera de comprender los efectos del duelo en estos individuos se refleja principalmente a través de la conducta, nuestra metodología se apoyó en gran medida en la observación del cambio conductual. Nuestras intervenciones estuvieron guiadas por las tesis de la Intervención Comunicativa y el Apoyo Conductual Positivo.

Este modelo no trata de eliminar la conducta desajustada (se sabe que la mayoría de estas conductas tienen un punto de partida en una función adecuada: comunicar mensajes, manejar emociones, evitar sucesos desagradables, etcétera), sino de enseñar formas alternativas de conseguir esos fines, positivos y comunicativos, pero que sean funcionalmente equivalentes y que estén adaptadas al entorno y a las capacidades de cada usuario.

No se estableció una delimitación temporal al plan de actuación propuesto, ya que la intervención no se planteaba como una terapia propiamente dicha (sería inviable dadas las características de N.P.), sino como un acompañamiento emocional.

Cada persona reacciona de manera distinta ante situaciones de pérdida. Razón por la cual no tenía sentido establecer día y hora para este acompañamiento. Había que dar tiempo y respetar el ritmo y las peculiaridades de su proceso de duelo, por lo que fue la usuaria núcleo de la intervención la que iba marcando el ritmo del mismo. De igual modo, resaltar que la actitud de los profesionales ante este proceso fue de total disponibilidad para atenderla cuando ella lo necesitaba.

Acompañar emocionalmente a personas con DI moderada o severa y serias limitaciones en sus capacidades comunicativas es un gran desafío. La propia naturaleza de las limitaciones que afectan a estas personas hace que sea imprescindible la formación continua y la actividad investigadora de los profesionales que trabajamos con ellos. Esta formación, además de ir unida a la calidad y funcionalidad de nuestras intervenciones, es fuente continua de motivación. Una formación adecuada así como un enfoque positivo de nuestro trabajo redunda en la calidad de vida de estas personas y de sus familias, más aun cuando éstas viven un proceso de duelo.

Ángel Riviére nos decía en el prólogo del libro Sistemas alternativos de comunicación (Sotillo, 1993): “Hay duros silencios cargados que ocultan un rico mundo interior…Hay también silencios estruendosos para los demás. Lo que no hay es silencios impuestos que sean aceptables para los profesionales y los familiares que viven con personas con necesidades educativas especiales”.

Nos rebelamos ante esos “ silencios impuestos” y, aunque somos realistas y sabemos que trabajamos con individuos que presentan una sintomatología muy severa, al enseñarles estrategias alternativas de comunicación les estamos ofreciendo la posibilidad de expresar sus sentimientos y emociones y comprender lo que les está sucediendo. Si no, conscientes del hándicap que supone para sus logros y avances las evidentes limitaciones de estas personas para acceder a conocimientos más complejos, nuestra intervención fue un acto de humanidad al acompañar emocionalmente a N.P. en su proceso de duelo.

Por Nieves Perales. Educadora de la Unidad de Estancia Diurna San Lucas (Sevilla)

Mabel Deu del Olmo, vicepresidenta del Gobierno de Ceuta

Mabel Deu del Olmo, vicepresidenta del Gobierno de Ceuta: “No queremos que Ceuta sea una prisión para los que vienen y para los propios ceutíes”

María Isabel Deu (Barcelona, 1966), vicepresidenta, consejera de Presidencia del Gobierno de Ceuta y responsable del área de Menores, ha vivido en primera línea, como política y como ciudadana, un año convulso para la ciudad tras la crisis migratoria de mayo, cuando más de 12.000 personas cruzaron la frontera en 48 horas

—¿Cómo vivió la crisis de mayo? ¿Qué recuerda de las jornadas del 17 y 18 de mayo, y los días sucesivos?
—Lo vivimos intensamente y con muchísima preocupación. Sobre todo porque no sabíamos qué estaba ocurriendo. En la tarde del 17 de mayo empezaron a entrar personas de forma intensa… A nado… Corriendo. Las calles se fueron llenando de masas de personas mojadas, sin que nadie supiera a qué venían, si estaban de paso o si no… Al día siguiente recuerdo que fue curioso porque los vecinos no salieron a la calle. Los niños no fueron al colegio. Los comercios cerraron. Había miedo, desconocimiento, angustia. Estaba el Ejército… Caminabas por la calle e ibas viendo un devenir de masas de personas. Algunos se agrupaban en un establecimiento de tarjetas de teléfono o de cambio de dinero. También había mucha gente de Ceuta llevando comida y abrigo a quienes habían cruzado, porque había que atender a todas aquellas personas. Según nuestros cálculos fueron más de 12.000 personas.

—Y entre ellos, ¿cuántos menores, según sus cálculos? Las cifras publicadas entonces fueron tan gruesas como entre 1.000 y 3.000.
—1.500, seguro, aunque es imposible tener un registro 100% fiable. Según la Policía, fueron 1.109 los menores filiados, pero había muchos más que no lo fueron, que estaban en la calle, en asentamientos irregulares. Muchos se encuentran allí todavía hoy. Por eso calculamos que fueron más de 1.500.

—¿Cómo reaccionaron las administraciones?
—Como parte del Gobierno de la ciudad, íbamos de camino a Sevilla cuando recibimos la información de lo que estaba pasando. Cuando llegamos a Algeciras en el barco, nos dimos la vuelta. Se creó un comité de crisis del que formaban parte las distintas administraciones. La Guardia Civil dio un dato clave: estaban entrando 90 personas por minuto en la ciudad. Este gabinete empezó a trabajar en distintas soluciones. Los ceutíes entendimos, y entendemos, que lo que se produce es una transgresión del territorio nacional y, evidentemente, el Gobierno central es el que tiene que actuar. El gabinete se tuvo que interrumpir en varias ocasiones porque había que buscar un lugar en el que albergar a todas aquellas personas, organizar su manutención… La capacidad de la ciudad se vio desbordada. Al final, ante la dificultad de que se pusieran al alcance de la ciudad otros espacios o infraestructuras por parte de la Administración del Estado, nos vimos obligados a utilizar el Polígono del Tarajal como lugar de acogida.

—¿Partiendo de cero?
—Habíamos tenido una experiencia previa de uso de ese espacio durante el confinamiento en plena pandemia de Covid-19. Alojamos allí a muchas personas transfronterizas que se habían quedado con la puerta cerrada, a este lado de la frontera, y no podían regresar a su casa. También a menores, más de un centenar, que no querían estar en un recurso y esperaban para cruzar el Estrecho.

—Entonces, emplearon recursos propios para afrontar una crisis que desbordaba por completo a la propia ciudad.
—Sí. También habilitamos espacios deportivos y, después del confinamiento, empezamos a trabajar en las naves del Tarajal para aquellas personas que llegaban por mar pero tenían que ser sometidos a una cuarentena. Esos espacios de cuarentena y de procedimiento de prevención contra el Covid volvieron a entrar en funcionamiento en mayo. Desarrollamos un espacio singular en un albergue en Piniers durante la pandemia, también para poder cumplir los protocolos de Covid, y con la invasión volvimos a ponerlo operativo para albergar a una parte de los menores.

—En aquellos primeros días la labor del Ejército también fue muy valorada.
—Sí, fue fundamental. Nos ayudaron a limpiar, a hacer traslados de camas, mesas para que las personas pudieran comer, cubas de agua para que pudieran lavarse… Fue decisiva aquella labor coordinada. Nos ayudaron a poner en marcha aquellos dispositivos de emergencia.

—¿Cómo ha sido la evolución de esta crisis desde mayo? ¿Qué ha sido de aquellas 12.000 personas que entraron en Ceuta?
—Muchas personas regresaron a su país. Otros obtuvieron el asilo o encontraron, de una forma o de otra, la posibilidad de llegar a la Península o a otros países. En cuanto a los menores, hemos trabajado en muy diversas vías. Una de ellas es la petición a la Administración General del Estado del impulso del Acuerdo Marco entre los gobiernos de España y Marruecos firmado en 2007, y publicado en 2012, donde se hablaba específicamente de que las partes podrán concretar la forma del retorno asistido de los menores, bien para que sean reagrupados familiarmente, bien para que sean protegidos a través de una entidad de protección del país de donde procedan.

—¿Cómo ha sido la aplicación de ese protocolo?
—Para su ejecución se mantuvieron reuniones con diferentes ministerios, principalmente, Exteriores e Interior; y diferentes reuniones y acuerdos con las autoridades marroquíes. Se abordó cómo realizar esos retornos de la mejor manera posible. Y así se acordó una devolución de 15 menores al día para que las familias, en su caso, o las entidades de protección se hicieran cargo de ellos. Así empezamos el retorno asistido un 13 de agosto. A los cuatro o cinco días, a través de una solicitud de habeas corpus que presentaron cinco chicos, ya se produjo una paralización cautelar de los retornos.

—Varias asociaciones denunciaron entonces que se estaban produciendo repatriaciones forzosas.
—Se estaba aplicando un acuerdo marco redactado en 2007 y publicado en 2012 en el que se llega a un acuerdo para el regreso a casa de esos menores. Desde la paralización, ese acuerdo ya no se ha aplicado. Ahora la forma de volver a casa es la repatriación. Pero es un procedimiento muy costoso en el tiempo. Nosotros apostábamos por la máxima protección del menor. No es lo mismo estar en una residencia o una casa donde puedas hacer una vida normal a estar en un pabellón donde no da la luz del sol y donde hay 200 niños que están todos juntos. Hemos hecho más de lo que hemos podido, pero estos espacios son de estancia provisional, no lugares en los que vivir de forma permanente. Entendemos que proteger al menor es que tenga una vida lo mejor posible. Siempre descartando aquellos casos de menores vulnerables, menores, niños o niñas cuya situación se detecta rápidamente al llegar a Ceuta. Esos menores no los contabilizo entre aquellos que creemos que es mejor que vuelvan a casa. No digo que para estar en las mejores condiciones posibles, pero sí para estar mejor que en las calles de Ceuta, en escolleras o en albergues provisionales en el mejor de los casos. El retorno asistido podría ser mejor que el proceso de repatriación.

—¿Cuántos menores extranjeros no acompañados quedan en Ceuta ahora?
—440 niños en los albergues, y 100 ó 120 en la calle.

—¿Cómo intervienen con los que están en la calle? ¿Qué se puede hacer por ellos?
—Los vamos localizando a través de las autoridades locales o los equipos de calle de SAMU. Pero hay muchos que van y vienen de los recursos. Prefieren buscar la manera de llegar a la Península antes que estar en un centro. No todos se atreven a jugarse la vida, eso sí.

—Están tratando de escolarizar a esos menores. ¿Cómo lo hacen?
—Sí, a los que siguen aquí. La escolarización es competencia del Ministerio de Educación. Algunos chicos se han integrado en el sistema educativo ordinario, los que están en edad de estar en el colegio. Algunos de ellos incluso tienen a sus familias enteras en el Tarajal, pues vinieron todos sus miembros durante la crisis migratoria. Otro grupo, jóvenes de 12 a 16, unos 140, se han incorporado a un turno de tarde extra que se ha creado en algunos centros educativos para atenderles.

—¿Diría que la situación derivada de la crisis migratoria ya está bajo control?
—Bajo control creo que ha estado desde el inicio. Lo que sí tenemos es una situación insostenible. Hay menos personas, eso sí. Pero hablamos de 19 kilómetros cuadrados de territorio, gran parte bajo titularidad de Defensa, y 86.000 habitantes. Es insostenible. Nosotros pedimos que Ceuta vuelva a la normalidad, que seamos igual que el resto de territorios de España. Con nuestra diversidad, con nuestros servicios… No queremos que Ceuta sea una prisión para las personas que vienen ni para los propios ceutíes. No queremos que Ceuta se convierta en un espacio de 19 kilómetros cuadrados, con la diversidad que tenemos, para la contención de la inmigración ilegal. No lo queremos los ceutíes, ni lo quieren los melillenses, ni los canarios ni el resto de los españoles.

—¿Qué demandan directamente a la Administración española y la Administración europea?
—Lo que pedimos es una frontera segura. Que no esté en el puerto, sino en el Tarajal. Que haya una entrada en condiciones. Que las personas que pueden entrar, entren, y las que no, que no lo hagan. Y que los que entren puedan salir. Ceuta y Melilla son las dos fronteras de Europa en África. Hay que cuidarlas. Hay que protegerlas. Y hay que crear buenas relaciones con el Reino de Marruecos y una prosperidad compartida, que será buena para todos.

—¿Cree que ha habido avances en este sentido desde la crisis de mayo?
—El 10 de junio el Parlamento Europeo hizo una resolución reconociendo lo que había pasado en Ceuta y cómo se había actuado, también a través de la dotación de fondos europeos. Yo siempre le digo a nuestros interlocutores que solo faltaría que los ceutíes tuvieran que hacer frente con su patrimonio a todos los costes económicos que tiene el proteger y alimentar y cuidar a tantas personas desde el 17 de mayo. Eso siempre ha sido una petición del presidente Vivas a todos los gobiernos: una mejora de la infraestructura de frontera, seguridad, refuerzos de los cuerpos de seguridad del Estado. Y si hay efectivos procedentes de la Unión Europea, muchísimo mejor.

—Aunque no sea una relación diplomática entre iguales, país a país, ¿cómo es la relación entre Ceuta y el Gobierno de Marruecos?
—Como ciudad no mantenemos relaciones institucionales. Pero en agosto tuvimos por primera vez una reunión en la frontera, en suelo español, entre autoridades marroquíes y autoridades ceutíes. Ha sido la primera vez que han reconocido nuestro estatus. No es ninguna tontería.

—Ceuta es una de las ciudades más multiculturales de Europa. ¿Cómo ha vivido la ciudadanía esta situación de crisis excepcional?
—Ceuta es multicultural, con mucha diversidad, pero sobre todo es muy española. La mayoría de las personas que viven en Ceuta, da igual su origen o a quién recen, se sienten españolas. Ceuta ha demostrado que es una ciudad solidaria. Muchos ceutíes acogieron a personas en sus casas. Pudimos reconocerlo el 2 de septiembre, Día de la Ciudad Autónoma, con la entrega de la Medalla de la Ciudad al pueblo de Ceuta, por su compromiso, entrega, madurez y solidaridad a la hora de vivir una experiencia como ésa, sin incidentes, sin problemas. Nosotros queremos que nuestros niños, cuando crezcan, se formen y trabajen para el futuro, no piensen “me voy a Sevilla, me voy a Bilbao”, como pasa con los marroquíes que vienen. Ceuta no puede ser espacio de contención para alguien que viene pero que, además, no quiere estar aquí sino llegar a España o a otros países.

—¿Cree que hay un discurso cada vez más extendido de criminalización de estos menores?
—Aquí tenemos menores desde 1999. Sin embargo, el perfil de los menores que han entrado este año en Ceuta es diferente. Hemos estado con niños y niñas hasta las cuatro de la mañana buscando a sus familias, intentando localizarlas con los teléfonos. Ellos querían volver a casa, lloraban porque querían ir al colegio. Algunos estaban preparando sus exámenes. Otros querían ver a sus familiares enfermos y no se les dejaba volver. Algunos tenían ortodoncias, teléfonos de alta gama… No son el perfil de menor al que estamos acostumbrados. También los había vulnerables, niños que habían sufrido abusos, maltratos, infinidad de situaciones, pero estos son separados inmediatamente.

—¿Viven con miedo al ‘efecto llamada’ o a que puedan repetirse situaciones como la vivida este año cada vez que haya un movimiento legislativo, como por ejemplo la reciente reforma del reglamento de Extranjería?
—Miedo no, porque esto es la cuna de la legión. Fuera de broma, miedo no. Lo que tenemos es el mismo derecho que el resto de los españoles a estar protegidos por quien puede y quien debe, que es el Gobierno de la Nación, y también de la Unión Europea. La colaboración y lealtad de Ceuta es clarísima, gobierne quien gobierne.

—¿Esta crisis es el principal reto político y de gestión al que se ha enfrentado?
—Dentro de la historia reciente, es uno de los hechos más importantes que hemos vivido. Ha sido muy difícil de encauzar, de asimilar y dar respuesta… Por suerte no hemos estado solos, ha estado todo el país a nuestro lado. Muchas personas e instituciones, como SAMU, que de forma inmediata ha venido en auxilio al pueblo de Ceuta, desde el primer día, prestando colaboración y apoyo al pueblo. La situación es crítica y todavía sigue pasando factura. Tenemos que trabajar para que no vuelva a ocurrir.

Equipo de voluntarios de SAMU que viaja a La Palma

SAMU envía un equipo de voluntarios a La Palma para prestar apoyo a los desplazados por el volcán

Un contingente de voluntarios de SAMU ha partido este lunes desde el Aeropuerto de Sevilla para La Palma con el objetivo de prestar apoyo a la población desplazada por la erupción del volcán Cumbre Vieja, más de 5.000 personas en total, según los últimos datos oficiales.

Los voluntarios participantes en esta misión, denominada Cumbre Vieja 2021, se pondrán a disposición del Gobierno de Canarias, realizando las labores requeridas en materia de asistencia sanitaria y apoyo a los sistemas de emergencias, así como refuerzo de las necesidades logísticas.

El equipo está compuesto por siete voluntarios, entre los que se encuentran enfermeros y auxiliares de enfermería, técnicos en emergencias sanitarias y técnicos en integración social. En principio, el grupo pretende prestar asistencia durante una semana, periodo que podrá modificarse en función de la evolución de las circunstancias.

El dispositivo se ha diseñado y puesto en marcha en menos de 24 horas. A las 15:12 horas de este domingo, hora insular, comenzó a rugir el volcán de La Palma tras entrar en erupción. Desde hace días, Involcán y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) venían advirtiendo de que el proceso sísmico se estaba acelerando, de que los terremotos tenían focos cada vez más someros por lo que no descartaban que pudiera terminar en una erupción, aunque aseguraban que nadie podía predecir ni el cuándo ni el dónde. Ante estos avisos, el domingo por la mañana, SAMU activó un gabinete de crisis y solo 24 horas después, este lunes al mediodía, un equipo de voluntarios ya viajaba dirección La Palma con el fin de prestar asistencia desde la tarde de este mismo lunes sobre el terreno.

Estos recursos voluntarios se sumarán a los más de 180 efectivos desplegados por la UME y del resto de fuerzas de seguridad en La Palma, así como de otras organizaciones sanitarias y asistenciales.

En esta misión, SAMU volcará todo su know-how en la gestión de grandes catástrofes y asistencia humanitaria, con experiencias recientes en Honduras o Costa Rica, actividad que se canaliza a través de la entidad Samu First Response, especializada en labores asistenciales internacionales de carácter humanitario.

Carlos González de Escalada, director general de SAMU

Menas de bien

Si no me gusta llamar “centro educativo” a un colegio, mucho menos me gustar llamar “mena” a un niño. El término proviene de la parla administrativa, donde se utiliza el acrónimo MENA para referirse al menor extranjero no acompañado. Los profesionales del sector no lo usamos entre nosotros. La Fundación SAMU acoge a más de 2.000 niños y jóvenes que llegaron a España sin compañía de un familiar adulto. De ellos, la mitad se encuentran en Ceuta, en condiciones seguras, aunque inicialmente precarias. Casi todos ellos son varones, aunque también albergamos a unas 80 niñas de especial vulnerabilidad. Estas cifras, nos convierten en la mayor entidad española especializada en la acogida de menores migrantes. Esa experiencia nos permite aportar luz sobre el fenómeno de la inmigración infantil.

Según nuestras propias investigaciones, nueve de cada diez niños sufrió algún tipo de abuso, peligro o privación antes de cruzar nuestras fronteras. A los que somos padres, nos horrorizaría ver a nuestros hijos en situaciones remotamente parecidas a las que han sufrido ellos. Sin embargo, algunas capas de la sociedad tienen serias prevenciones contra ellos; consideran que su destino natural es la marginalidad o la delincuencia, sin el menor conocimiento de causa.

Criminalizar a estos niños reviste la irracionalidad de tomar el todo por la parte. En algunas televisiones he visto imágenes de adolescentes de tez oscura que cometen actos vandálicos o abiertamente delictivos. Actos reprobables, sin duda, que a pesar de ser muy minoritarios entran en una gran caja de resonancia generando alarma. Pareciera que cuando se trata de menores extranjeros, la culpabilidad sea doble. Se transmite una imagen totalmente descompensada, porque los incívicos son una ínfima proporción en comparación con los miles de niños responsables e industriosos que las entidades educamos con tesón.

En algunas ocasiones, hemos tenido que renunciar a abrir hogares en municipios en los que los vecinos o los gobiernos locales se nos han echado encima escandalizados por la apertura. En la peor de ellas, la Policía Local nos hizo un cordón que nos impedía acceder a nuestro centro recién alquilado ¡Porque no teníamos licencia de obra para cambiar el contador! Racismo puro, que resulta injustificado cuando alguien se toma la molestia de conocer de verdad a los chicos.

Puedo entender que los flujos migratorios incontrolados son un factor de desestabilización para nuestra democracia. También asumo que parte de los españoles están en contra; pero yo sí defiendo que lo decente es dar protección y amparo inmediato a niños (y niñas) en franco desamparo. En las naciones más avanzadas, los menores son sujetos de una especial protección jurídica y social, al margen de cuál sea su procedencia.

Otro argumento poderoso en contra de los menas es el coste que supone para las arcas públicas todo el sostenimiento del sistema de menores. En esto doy la razón al que diga que resulta muy costoso, porque además los gobiernos autonómicos tienen que pechar con un fenómeno europeo con presupuestos regionales. Lo que resulta falaz es que los menas “reciban” más de 4.000 euros al mes, como se nos quiere dar a entender.

Dependiendo de la Comunidad Autónoma y de la tipología del centro (no es lo mismo un centro de primera acogida que un centro psicoterapéutico), el coste de cada plaza varía entre 1.500 euros al mes y los 4.650 euros, aunque el precio más común está alrededor de los 2.500 euros. Lo que nadie ha explicado es la intensidad de servicios que recibe cada niño: alojamiento, pensión completa, educación, transporte, servicios de escolarización, actividades, ropa, enseres, actividades deportivas, celebraciones, etc. Realmente, reciben lo que cualquiera de nuestros hijos, pero con la diferencia de que, además, por cada dos niños acogidos es preciso contar con un profesional cualificado para cuidarles: psicología, pedagogía, trabajo social, auxiliares, cocina, limpieza, mantenimiento, seguridad, monitorización deportiva, enfermería. Son decenas de profesionales por centro para educar a los chicos en la consecución del bien común. Pensemos si hay muchos negocios de hostelería que por, digamos, 70 euros al día den, no ya alojamiento y pensión completa, sino ropa, consulta de psicología, transporte, actividades, peluquería, ropa y todos los servicios auxiliares. En el caso de nuestra organización, además, en situaciones de emergencia organizamos el envío de contenedores, infraestructura e incluso construcción. Un “todo incluido” pero “muy todo”.

Sí considero que las entidades especializadas en menores tenemos el deber de responder de esa inversión al resto de la sociedad. En algunos casos, cuando están mal gestionados, los centros de menores son pensiones donde los niños hacen lo que les viene en gana. Todo lo contrario, los centros de pro tienen la obligación de ser núcleos de fomento de nuevos ciudadanos responsables, productivos y con valores sociales y democráticos.

En SAMU consideramos una obligación el educar a jóvenes que sean luego útiles a la sociedad desde el puesto que les toque desempeñar; máxime por la inversión que ha supuesto cada uno de ellos. Si tras dicha profusión de recursos, el joven cumple 18 y termina tirado en la calle, no sólo supone un drama humano de primer orden, sino que el esfuerzo económico se malogra.

Los niños del sistema de protección tienen todo nuestro cariño y comprensión y además los formamos con determinación para ser útiles, amables y solidarios dentro de la sociedad de la que forman parte. Tenemos la alegría de que tantos y tantos empresarios nos hayan dicho de los chicos en prácticas: “Oye, el niño que me mandaste muy bueno, creo que lo vamos a contratar”. Personalmente, estoy muy orgulloso de mis niños y sé que casi todos triunfarán porque son valientes y trabajadores. Son ambiciosos y les mueve el ideal de una vida mejor. Si les llamáis menas, yo los llamaré menas de bien.

Por Carlos González de Escalada, director general de SAMU

Visita de Violeta Assiego al ISL Polanco

Reprensentantes de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 visitan el centro ISL Polanco de SAMU

Los menores del recurso de Inserción Socio-Laboral (ISL) Polanco de SAMU, en Sevilla capital, recibieron el 14 de julio la visita de la directora general de Infancia y Adolescencia del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Violeta Assiego. La abogada y activista de derechos humanos pudo conocer de primera mano la labor que Fundación SAMU realiza en la atención a menores extranjeros no acompañados a su cargo. La visita a Polanco formaba parte de un itinerario a través del cual Assiego pretendía conocer cómo funciona el Sistema de Protección de Menores en Andalucía, así como cuáles son los recursos disponibles en la comunidad autónoma ante una posible llegada masiva de inmigrantes de manera irregular.

Durante la visita, Violeta Assiego estuvo acompañada por Antonia Rubio González, directora general de Infancia, perteneciente a la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación de la Junta de Andalucía; y Alicia Núñez Castillo, jefa del Servicio de Centros de Protección de Menores de la Junta. Por otro lado, en representación de SAMU estaban Juan Manuel Aveledo, subdirector del área de Infancia y Familia; Alejandro Cala, director de la Zona Andalucía Centro; y José Manuel Román, director del ISL Polanco.

Assiego saludó a los menores del centro, conversó con ellos y se interesó por sus proyectos migratorios. “Se mostró bastante cercana y empática con los jóvenes”, reconoce el director del ISL Polanco, recurso que cuenta con 16 plazas para menores de 18 años, aunque actualmente sólo hay ocupadas 10, todas ellas por menores procedentes de los centros de SAMU de El Castillo de las Guardas y Alcalá de Guadaíra.

La prioridad del ISL Polanco, al igual que el resto de los centros de Inserción Socio-Laboral de SAMU, radica en la incorporación al mercado laboral de los menores a su cargo, fomentando su autonomía mediante procesos de formación y de acompañamiento personalizado y de estructuras adaptadas a sus necesidades individuales.

Polanco abrió sus puertas hace dos años. Tras un primer brote xenófobo de oposición a la apertura del centro, contrarrestado por una concentración solidaria de respaldo a los menas a la que acudieron unas 300 personas, la situación se ha normalizado por completo. Los jóvenes están perfectamente integrados en el barrio. No ha vuelto a haber protestas en contra. Los responsables del centro aseguran que no se ha registrado ninguna incidencia. Ninguna queja vecinal.

Los menores inmigrantes que viven en este centro del barrio sevillano de la Macarena, como en otros recursos, no están en situación irregular, puesto que el sistema de protección de menores de la Junta de Andalucía no discrimina entre personas españolas y extranjeras: todos ellos son menores. Estos jóvenes están bajo tutela y amparo del Gobierno andaluz hasta los 18 años, aunque su situación al cumplir esa edad se complica. Muchos de ellos aún no tienen documentación de sus países debido a que las dificultades burocráticas con los países de origen cada vez son mayores.

Ousmane Kaba

La odisea de Kaba, el hombre tranquilo de SAMU en Telde

Mi nombre es Ousmane Kaba, nací en Guinea Conakry. Cuando tenía 14 años me propuse salir de mi país para llegar al país de los blancos. Tuve que cruzar países de África. No puedes imaginar de lo que te hablo: tuve que cruzar el desierto de Mali a Argelia. Éramos 36 personas. Caminamos 25 días. Cuando llegamos al borde del mar éramos 18. Me pregunto dónde están los demás. Solo Dios lo sabe”.

Ousmane Kaba habla desde Canarias. Después de cruzar el desierto en camión y el mar en patera, el primer avión que tomó en su vida, hace solo unos meses, no le impresionó demasiado. Le devolvió al sur, a la isla de Gran Canaria, donde desde primeros de enero trabaja como educador en el Centro de Acogida de Emergencia que SAMU gestiona en Telde. Su papel es aconsejar a niños que fueron lo que él fue: recién llegados después de un viaje en el que la muerte acecha de forma constante, agazapada, tras la arena del desierto o las olas del mar.

2.500 euros por cruzar el mar

En castellano lento y seguro, templando cada palabra con el valor que tiene, Kaba cuenta una historia terrible. Empieza en su país, Guinea Conakry, donde dejó a su madre y tres hermanos, y termina en un rescate en alta mar. Entre medias, hay un viaje por el desierto y un contacto forzoso con la mafia: pagó 2.500 euros por cruzar el Mediterráneo. “Nos llevaron a una casa sin luz, sin nada. Tres días encerrados. Luego nos llevaron al bosque. Una semana allí, sentados esperando para poder cruzar. No podíamos ni bajar a por comida”.

Aquellos días interminables marcaron a Kaba: “Se viola o se mata a la gente por culpa del dinero. Las mafias tienen una cárcel. Te dicen que llames a tu familia si no tienes dinero. Cogen una madera para golpearte y que tu familia sepa que lo estás pasando muy mal. Han matado a personas. Es una locura”.

En los bosques y montes entre Nador y Melilla hay cientos de hombres y mujeres esperando su oportunidad para arriesgar su vida por llegar a Europa. Kaba lo intentó dos veces. La primera vez la patera se rompió y fueron rescatados por la Marina marroquí. La policía los devolvió al desierto. También a la segunda falló la embarcación, pero un buque los divisó y dio aviso a Salvamento Marítimo, que rescató a todos los pasajeros. Kaba y otras 57 personas salvaron la vida.

“La patera es cuestión de suerte”, dice.

Campeón de rugby en Sevilla

Kaba puso pie en Málaga el 21 de septiembre de 2018. De allí fue trasladado a La Línea, y después a Bornos. Cinco días después de llegar, el centro ardió y a él lo llevaron a Guillena. Desde entonces, su camino no se ha separado de SAMU. A los tres meses llegó al centro de Fuentequintillo, donde se hizo mayor: cumplió 18, aprendió el idioma y varios oficios. “SAMU me llevó al instituto. Me ha buscado formación, me ha dado papeles, me ha enseñado jardinería y fontanería”, dice.

Además, aprendió a jugar al rugby. Miguel Ángel Ruiz, entrenador del Club de Rugby San Jerónimo, buscaba jugadores para el equipo sub 18, y a Enrique Yrazusta, abogado de SAMU, se le ocurrió que podía encontrarlos en el centro de Fuentequintillo.

“Kaba es un chaval muy humilde. Desde primera hora se volcó. Lo tenía entre ceja y ceja y se convirtió en líder del equipo”, cuenta Ruiz. “Es un portento físico. Podría dedicarse al deporte que quiera. Pero también están las ganas: no faltaba a ningún entrenamiento, y siempre tenía ganas de aprender”.

Aquel grupo de chavales inexpertos incomunicados entre sí, que necesitaba un traductor para entrenar, acabó siendo una piña de marroquíes y guineanos y ganando el campeonato. “Sólo teníamos dos jugadores con experiencia. Que 25 chavales que no sabían ni lo que era el rugby queden campeones es un mérito increíble”.

“La pelea no me da nada”

En Sevilla, Kaba también destacó por su capacidad para solucionar los conflictos. Le ayudó su dominio del francés, su rápido aprendizaje del castellano y hablar bambara, un idioma utilizado en Mali, Guinea, Burkina Faso y Senegal. Pero sobre todo le ayudó su templanza y una vocación de superar los problemas con el diálogo. “Yo estoy aquí porque en mi país no hay un futuro. Estoy aquí para buscar mi vida y un futuro mejor. No voy a ponerme a pelear con nadie, porque la pelea no me da nada”.

“Es super noble, muy respetuoso y educado. Es muy bondadoso, siempre intentando ayudar a los demás”, cuenta de él Nuria Ruiz, responsable por entonces del centro de Fuentequintillo. Para él, la clave está en la educación: “Doy gracias a mi madre porque me ha educado muy bien. Lo que digo a todo el que llega a Europa a buscarse la vida es que lo que no haces en tu país no lo puedes hacer en otro”.
Tan solo echa de menos a su madre y a su hermano. Los quiere con él, pero no pagando el precio que él pagó. “Solo cuando lo pasas conoces la realidad. Yo no quiero que mis hermanos recorran el mismo camino”.

Kaba ayuda ahora a quienes están como él estuvo. Dicen que es tímido, que le cuesta salir a bailar, pero se ha convertido en un referente. “Yo les cuento a los chicos mi vida, lo que he pasado, para que entiendan que no es fácil y que la vida es paciencia. Ahora me llaman los padres, me preguntan y me dicen: ‘Cuida a mi hijo, que no se vaya a Francia’”.

Un día Ousmane Kaba fue a la playa con Pilar Velasco, la directora del centro de Telde, y otros trabajadores y compañeros de SAMU. Delante del mar les contó: “No sé nadar”. “¿Cómo viniste en patera sin saber nadar?”, le preguntaron. Kaba se encogió de hombros: “Me arriesgué”. Lo puso todo en juego, y tiene claro que ha llegado para quedarse.