Escuela SAMU: La importancia de la logística para salvar vidas
Los alumnos del primer año del ciclo de Formación Profesional del Grado Medio en Técnico de Emergencias Sanitarias (TES) de Escuela SAMU participaron el 26 y 27 de marzo en una acampada logística con múltiples ejercicios prácticos, poniendo así punto y final al segundo trimestre del curso 2020-2021.
La Operación Rosito 2021, nombre con el que los propios alumnos bautizaron a la acampada, consistió en la realización del montaje y organización de un hospital de campaña ante un incidente de múltiple víctimas (IMV) provocado por un terremoto. La acampada se desarrolló en la Hacienda de La Rihuela, un enclave más conocido con el nombre de La casa de la Loca, en la población de Palomares, en la provincia de Sevilla.
“Esta es la primera vez que celebramos una acampada logística para técnicos en emergencias sanitarias (TES) en Escuela SAMU. La idea es ir más allá de las clases prácticas y de las diapositivas y espacios teóricos en el aula y que ellos aprendan de primera mano cómo es montar un hospital de campaña, con su almacén, su puesto de mando, camas, zonas de triaje, UCI, material sanitario…”, explica Andrés Rodríguez, enfermero e instructor de Escuela SAMU.
El foco de aprendizaje de esta acampada estaba más en el apartado logístico que en la propia asistencia sanitaria, algo menos habitual en Escuela SAMU. Así, se prestó especial atención a la gestión de los residuos, el suministro y gestión del agua, la energía y el material. En definitiva, todo aquello que resulta indispensable para poder ofrecer asistencia sanitaria. “Antes de ofrecer asistencia, es fundamental reconocer cuáles son las necesidades logísticas y organizativas para que funcione un punto asistencial. Este era el principal objetivo de esta acampada”, continúa Rodríguez.
Durante dos días, los 40 alumnos que participaron en el ejercicio junto a sus instructores, avalados con años de experiencia en situaciones de emergencia, llevaron a cabo diferentes talleres, entre los que destacan un taller de geolocalización, extinción de fuego, taller de nudos, de inmovilización de circunstancias y otro taller de rescate con cabrestante (Wincher).
“El fin de esta actividad es exprimir al máximo todos los conocimientos de nuestros instructores para así poder aprender y aumentar los nuestros. ‘Aprende haciéndolo’ es el lema de Escuela SAMU. Por ello realizamos talleres prácticos y simulacros que reproduzcan situaciones similares a las que los alumnos se puedan encontrar en su profesión el día de mañana”, detallan los propios alumnos.
La acampada de final de marzo arrancó antes incluso de llegar a la hacienda de la Rihuela con un ejercicio sorpresa. Los estudiantes tuvieron que ir andando desde las instalaciones de la Escuela hasta la Casa de la Loca camilleando. Es decir, en grupos de cinco personas, debían cargar con todas sus pertenencias y con un compañero en una camilla (uno en la camilla y cuatro lo portaban) durante una distancia de alrededor de un kilómetro y medio, un recorrido muy largo para este tipo de ejercicio y que tardaron dos horas y media en hacer.
“Para mí el camilleo ha sido lo peor de estos dos días pero al mismo tiempo lo que más me ha gustado”, confiesa la alumna Blanca Fernández de Peñaranda la mañana del segundo día de la acampada. “Creía que me iba a morir, sufrí muchísimo, pero lo repetiría sin dudarlo”.
Para Javier Armario, otro de los estudiantes participantes, la parte más interesante y divertida del ejercicio fue el taller de Wincher. “Debíamos rescatar y subir a un compañero inmovilizado por una zona totalmente en pendiente, aquello era una pared. Hemos tenido que aprender a actuar en situaciones de riesgo y velar no solo por la seguridad del paciente, sino también por la tuya propia y la de todo el equipo interviniente”.
Dos horas de sueño
A estos talleres se sumó, además, un simulacro nocturno que arrancó a las dos de la mañana y se prolongó durante toda la noche. Los alumnos apenas pudieron dormir dos horas antes de comenzar un segundo simulacro a primera hora de la mañana. En este ejercicio nocturno (cuyas imágenes acompañan a este reportaje), los TES debían de hacer frente a un terremoto que había ocasionado múltiples víctimas, que se encontraban atrapadas o bajo los escombros. Los estudiantes, además, tenían que hacer frente a traumas provocados por derrumbes.
“Han sido dos días muy duros, pero hemos aprendido mucho. Sobre todo, hemos aprendido a conocernos a nosotros mismos y descubrir que podemos hacer más de lo que pensábamos. Estamos muy cansados, pero merece la pena”, señala Blanca Fernández de Peñaranda, mando de planificación de la acampada.
“También hemos aprendido lo importante que es el compañerismo y trabajar en equipo para intervenir con éxito en cualquier operación de emergencias sanitarias”, continúa Javier Armario. “Confiar en la persona que tienes al lado y conocer sus límites”. Javier Armario, mando organizativo del segundo día, destaca también el papel de los instructores. “Han venidos muchos profesores a la acampada, eso es de agradecer ya que, a pesar de participar en misiones y dispositivos, nunca se muestran cansados y siempre están a nuestro lado para transmitirnos todo lo que saben”.