MOHAMED HATIM

Mohamed nació en Alcazarquivir una localidad situada a una hora de Tánger en Marruecos. Su abuela era la matrona de su pueblo y vivía feliz rodeado de su familia. Lamentablemente, un día su padre – que trabajaba como albañil- falleció sin que el joven todavía conozca las causas, un acontecimiento que ha marcado su vida irremediablemente. Por esta razón su madre tuvo que marcharse a buscar trabajo fuera y quedó al cuidado de sus abuelos. Sin embargo, Mohamed no estaba identificado legalmente tras el fallecimiento de su padre y empezó a sentirse desplazado cuando sus amigos empezaron a ir al colegio y él no podía. Se pasaba los días ayudando a su abuelo en el campo y a su abuela en las tareas domésticas, y en algunas ocasiones, recibía la visita de su madre. Ya contando con diez años, su familia decidió que debía aprender a leer y escribir y por esa razón le enviaron a ayudar al Imán en la Mezquita y en la Mádrasa. Esta situación le trajo que fuera admirado y muy bien valorado en la comunidad, pero el muchacho sentía, después de tres años allí, que aquella no era su vocación. De esta época recuerda con mucho cariño las fiestas del cordero y los momentos en los que se perdía en el bosque con sus amigos y pasaban el día comiendo y charlando en torno al fuego. Pero su abuelo estaba preocupado por su futuro y lo envió a trabajar con unos amigos ferreteros, sin embargo, en la mente de Mohamed ya se había instalado la idea de migrar para poder conseguir una vida mejor y poder ayudar a su familia además de traer de vuelta a su madre.

Tuvo que invertir mucha energía en convencer a su familia para poder iniciar su proyecto migratorio pues tenían miedo a lo que podía pasar en el viaje, pero al final, su madre comenzó a mover contactos y sin que él supiera como se había organizado todo, un día le llamaron y le dijeron: “Mañana por la mañana salimos”. Embarcó en una patera con unas setenta personas donde permaneció durante tres días en el mar mientras esquivaban controles policiales durante la noche y el día. Recuerda Mohamed que para controlar el miedo se decía a sí mismo: “Mantener la mente fría y permanecer sentado el mayor tiempo posible. Lo que hay fuera de esas tablas es la muerte”. Y así, para aliviarse, rezaban todos juntos.

Llegó a España en septiembre de 2018 y ha pasado por distintas instituciones desde entonces, con la FSAMU ha estado en la unidad técnica de emergencia de Guillena, y en los DISL de Valencina y El castillo de las guardas, a su mayoría de edad pasó a uno de nuestros recursos JEM en el barrio de la Macarena en Sevilla. Actualmente, trabaja en la hostelería y está independizado.

Lo que más valora Mohamed es la ayuda que le han prestado todas estas personas e instituciones que se ha encontrado en el camino. También el hecho de que ha podido conseguir el título de la Enseñanza Secundaria Obligatoria y también formaciones en hostelería que le han permitido encontrar un trabajo. Igualmente, ha sido muy importante para él el hecho de haber podido dar rienda suelta a su faceta artística participando en los talleres de teatro de TNT Atalaya, llegando incluso a estar de gira con la obra de teatro Sueños en Travesía.

En la actualidad es un chico bastante feliz con una situación documental regularizada en este país y con un trabajo estable y con contrato que le permite sustentarse a sí mismo y ayudar a su familia.

Ahora sueña con poder construirle una pequeña casita a su madre en Marruecos junto a sus abuelos y traerla a Sevilla para hacer turismo junto a él.