Pedro Javier Espinosa y su guitarra: maneras de vivir
«Quiero dar ánimo a las personas con discapacidad que tengan una pasión como la tengo yo. Quiero que sepan que se puede seguir disfrutando y aprendiendo de lo que les gusta, en mi caso, de la guitarra eléctrica, y que te puede ayudar a superar muchas cosas”.
Conocer a Pedro Javier Espinosa significa ser consciente de las diferentes rutas que se pueden tomar a lo largo de la vida y que, en ocasiones, elegimos un camino lleno de malas decisiones y actitudes que traen consecuencias no gratas. Esto le sucedió a nuestro entrevistado. Él mismo nos lo cuenta, al igual que su pasión por la guitarra eléctrica.
Pedro Javier Espinosa es una persona con una gran capacidad para la superación de las dificultades y para la música. Un periodo oscuro de su vida lleno de excesos y de consumo de tóxicos llevó a Pedro a un mal estado de salud con grandes consecuencias como la amputación de su pierna izquierda y a una gran descompensación a nivel psicopatológico.
En estas pésimas condiciones tanto físicas como psíquicas llegó a la Residencia Santa Ana, en Sevilla. En esos momentos, cuando su mundo se desmoronaba, Pedro encontró en la guitarra un refugio. “Es donde paso horas y horas, concentrado en los acordes, y no pienso en nada más”.
Pedro siempre ha tenido pasión por la música y la guitarra eléctrica. “Desde los 13 años escucho grupos heavy y de la movida madrileña. Tocaba en casa con un amigo hasta que ingresé en un hospital durante dos años y medio. En esos años perdí el interés por todo, incluido por la música y mi guitarra”.
Sin embargo, sin saberlo, esta gran afición se convirtió en su mejor recuperación tanto a nivel físico como emocional. Pedro comenta: “Aparte de recuperar la movilidad de los dedos, la mente es muy importante, y la guitarra me ha ayudado a mejorar la atención, tener la mente ocupada en algo que me gusta y con una actitud positiva, estar relajado no pensar en cosas que me estresen sino sólo pensar en hacer bien las escalas y que mi música suene cada vez mejor”.
Ahora, Pedro es una persona que respeta las normas del centro, participa en los diferentes talleres con interés, se relaciona de forma asertiva con sus compañeros y trabajadores y dedica su tiempo de ocio a seguir disfrutando de la música que le apasiona y practicando con la guitarra eléctrica. “Aprendo por mí mismo, soy autodidacta, uso los vídeos de internet (tutoriales) que me enseñan los acordes y escucho cómo suenan las notas. Después repito una y otra vez todo el tiempo que puedo dedicarle. Al principio tenía los dedos deformados y me costaba mucho trabajo poner correctamente las escalas, pero con la práctica y muchas horas diarias he logrado mejorar la movilidad de mis dedos. Ahora me salen mucho mejor las escalas y el sonido, y eso me hace sentirme muy bien, feliz”.
Pedro nos cuenta cómo este año de pandemia ha sido muy duro. No sólo para él, sino para todos sus compañeros. También expresa las ganas que tiene de que vuelva la cultura a revivir y que vuelvan a organizarse conciertos con normalidad. “Me encantaría poder volver a ver en concierto a U.D.O. o Accept. Son grupos que escuchaba cuando era joven y aún los sigo. Son los más molones que he oído y su música no me cansa nunca. Toco algunas partes de sus canciones y me encanta”.
La Residencia Santa Ana y sus profesionales le proporcionan a Pedro esa estabilidad y bienestar que necesita para seguir disfrutando, no solo de su pasión, sino también de la vida.
Por Susana Carrera Palacios / Residencia Santa Ana (Sevilla)