Los proveedores de SAMU: calidad, dedicación, esfuerzo y cercanía
A lo largo de cuarenta años de historia, SAMU ha colaborado estrechamente con multitud de proveedores y prestadores de servicios: desde los distribuidores de material sanitario a copisterías, pasando por fontaneros, electricistas o abogados. Todos son necesarios para que funcione una gran maquinaria, e integran una cadena de valor que tiene su eslabón final en el paciente, el niño o la persona con discapacidad atendida por SAMU.
En este reportaje te presentamos a tres personas que durante muchos años han trabajado codo con codo con la empresa. Estas son sus historias con SAMU.
Luis Ramírez: material sanitario de calidad en cualquier circunstancia
Aunque no recuerda la fecha exacta, Ramírez calcula que llevará unos veinte años suministrando material sanitario a SAMU. Este es un trabajo que obliga a estar al día, sobre todo con clientes exigentes. “Todos los días salen productos nuevos y SAMU está a la vanguardia de la tecnología sanitaria”, explica Ramírez, al frente de Clinsur. “Siempre ha exigido buen servicio y el mejor producto, y no han escatimado. Hay otros que te piden low cost, pero esa no es su línea”.
El reto de un proveedor es doble: proporcionar siempre un material de calidad y conseguir acceso a todo lo que pueda pedir el cliente. La venta es solo la última parada. Para ello, Clinsur trabaja con unas 15.000 referencias y 400 proveedores. “Raro es el producto que se dobla, que no tenemos en el catálogo o los importadores no tienen o desconocen”.
Y si algo falta, Ramírez no para hasta encontrarlo: “Si se comercializa no paro y lo tengo que encontrar. Diferente es que no lo pueda suministrar, porque no lleguen. Soy un poco cabezota para eso. Y la verdad es que es una satisfacción poder decirle al cliente: ‘Lo he encontrado, tenemos la documentación, y tú lo compras o no’”. Sobre todo, con clientes como SAMU, de quien dice que es la “niña bonita” entre su clientela: “El trato hacia nosotros ha sido exquisito. Han depositado mucha confianza en nosotros, y yo nunca he querido defraudarles”.
En los últimos tiempos, la pandemia ha puesto a prueba la capacidad de los proveedores de aportar todo el material necesario en un periodo de escasez por el consumo masivo. Semanas antes de declararse el estado de alarma, allá por febrero de 2020, Clinsur activó un protocolo de seguridad de compra, que incluía la adquisición de grandes volúmenes. “Yo estaba asustado, pero no quería dejar a nadie sin guantes, viales, gorros o soluciones. Llegaron partidas gigantescas”, detalla. Tuvo que evitar a quienes le pedían quedarse con todo el lote: “Había muchos centros que hicieron acopio, no SAMU”.
Meses después, Ramírez se declara satisfecho, aunque admite un par de semanas donde faltaban, como en toda Europa, mascarillas y soluciones hidroalcohólicas. No tomó atajos. Tiró de todos los contactos posibles, pero siempre exigió los certificados y homologaciones necesarios. “Podías encontrar productos, pero a lo mejor la normativa no la pasaban. Si un producto no está homologado, aquí no entra”, zanja. “Sabíamos lo que podía faltar. Cuando SAMU llamaba teníamos los productos. La misión suya ha sido salvar vidas y la mía ha sido apoyarles”.
Antonio Molinillo y Enrique García: los papeles de SAMU
Es imposible calcular cuántos papeles de SAMU habrán salido de los locales de Copyur. Durante casi veinte años, esta copistería sevillana ha dado servicio a la empresa y ha sido testigo privilegiado de su expansión. De hecho, ahora es vecina en la sede central de La Cartuja, pero la relación viene de antiguo. “Yo conocí SAMU cuando trabajaban siete u ocho personas: Paco Jarillo, Emi, Carmen Ventura… Y ahora, ¡fíjate cuántos son!”, exclama Antonio Molinillo, que se precia de haber alcanzado durante estos años una relación muy cercana con el fundador de SAMU, Carlos Álvarez Leiva.
Además de proporcionarle talonarios, tarjetas de visitas, encuadernaciones de proyectos especiales o cientos de miles de copias en todos estos años, Copyur satisface a SAMU todas sus necesidades de material de oficina, en ocasiones muy especial. El doctor Álvarez Leiva es un gran aficionado a las “piezas de escritura” como las plumas, cuenta Molinillo: “Aparte de lo que ha usado, siempre ha regalado mucho”.
Dos décadas después, la relación profesional se mantiene. Aunque hoy dispone de su propia maquinaria de impresión, SAMU sigue necesitando cantidades ingentes de material de oficina para sus delegaciones de toda España, y ahí está Copyur para hacerlo llegar cada día. “Cualquier cosa que nos pidan de última hora, nos vamos a quedar trabajando lo que haga falta”, asegura Enrique García, que gestiona la sede de La Cartuja. García aporta un dato sobre la cercanía de SAMU y Copyur: “Muchas veces, cuando nos pide que hagamos algo a última hora, Don Carlos te dice que te paga la comida”. Es el agradecimiento al esfuerzo de quienes manejan los papeles de SAMU.
Juan Antonio Hernández: velar por los trabajadores de SAMU
Juan Antonio Hernández gestionó el alta de SAMU ante la Seguridad Social. Aún conserva la copia. Eran los tiempos en que la empresa tenía su sede en un piso del barrio sevillano de Los Remedios y contaba con una ambulancia. “Yo llegué a ellos como se llegan a estas cosas: alguien que les gestionaba los asuntos fiscales me preguntó si quería gestionar los temas laborales”. Más de 30 años después, Hernández calcula que el pasado verano trabajaron con SAMU unas 2.000 personas, con todo lo que ello implica.
Es difícil imaginar la de contratos que habrán pasado por sus manos. Es un trabajo ingente y, aunque su gestoría ha trabajado con grandes empresas, Hernández cree que ninguna le ha dado tanto trabajo como SAMU, hasta el punto de que también ha tenido que ampliar plantilla para atender sus asuntos: “A todos nos ha obligado a dar lo máximo de nosotros mismos. Es el cliente más importante del despacho”.
En este tiempo, Juan Antonio Hernández ha sido testigo directo del crecimiento de la empresa y su plantilla. Ha pasado de gestionar un puñado de contratos a manejar miles de relaciones laborales, que además son de los perfiles más diversos.
El rasgo que define su trabajo es la inmediatez: “Si hay un evento o hay que desplazar trabajadores al extranjero… Se plantean situaciones que hay que atenderlas enseguida”. Por eso, la desconexión con este empleo es casi imposible: “La gente tiene la costumbre de cobrar a fin de mes, y siempre hay plazos”. Ahora su hijo está al frente del negocio. Su mujer, María Ángeles Grau, es también pieza clave.
Hernández tiene una escultura de bronce en el despacho: representa a un individuo, equipado con casco y maletín, listo para socorrer una emergencia. Se lo entregó SAMU a su mujer, en agradecimiento a la dedicación de la gestoría durante tantos años. Nada hay más importante en una organización que las personas que la forman: es el reconocimiento a toda una vida velando por SAMU y sus trabajadores.