Javier Martín, de la lavandería a la Policía
Después de 12 años, Francisco Javier Martín Gutiérrez (Sevilla, 1985), trabajador de la lavandería de SAMU, ha logrado su sueño de ser Policía Local. A pesar de las dificultades, nunca cejó en el intento y se marcha de SAMU orgulloso de haber formado parte de esta familia y con el cariño de sus compañeros.
—Dice el refrán: ‘El que la sigue, la consigue’. Usted ha tardado doce años, pero ya luce el uniforme de Policía Local. ¿Ha merecido la pena?
—Por supuesto. El primer día no me lo creía. Ahí estaba yo con el uniforme y el walkie. Me veía muy raro. Los niños en la calle me saludaban. Me emocioné mucho. Me ha costado mucho esfuerzo. Sin el apoyo de mis compañeros y de mi familia, en especial de mi mujer, Marta, no lo hubiera logrado.
—Vayamos al principio de esta historia. ¿Cómo acaba un opositor a Policía Local en SAMU?
—Siempre he querido ser Policía pero mientras me preparaba las oposiciones necesitaba un trabajo con un horario que me permitiera estudiar. Buscando empleo, conocí SAMU. El director general, Carlos González de Escalada, me entrevistó y me ofreció trabajar en la lavandería, recogiendo y repartiendo ropa de cama y toallas en los diferentes centros de Fundación SAMU. Tenía un horario de 6:00 a 13:00. Perfecto para mí.
—¿Cómo ha sido su paso por SAMU?
—Muy bueno. Entré en febrero de 2008 y me fui en agosto de 2020. En todos estos años he conocido a muy buenos compañeros y he visto crecer Fundación SAMU. Al principio, sólo estaba la Residencia Santa Ana, en Sevilla capital, y, en los últimos tiempos, hacía una ruta bastante amplia por toda la provincia de Sevilla, por los centros de menores y de personas con discapacidad. Incluso, a veces, iba a la provincia de Cádiz. Todo el mundo me conocía como ‘Javi, el de la lavandería’.
—¿Cómo compaginaba el trabajo en SAMU con las oposiciones?
—Trabajaba por la mañana y estudiaba por la tarde. Y cuando tenía algún examen, ahí iba yo, con mi mochila, como Labordeta. En estos doce años, me he presentado a más de cincuenta oposiciones en las provincias de Cádiz, Huelva, Sevilla y Córdoba. En muchas de ellas aprobaba, pero sin plaza. Fueron años muy duros, especialmente los años de la crisis económica, porque apenas salían plazas. Tenía tan claro que quería ser Policía que en 2013 me presenté a una convocatoria en Fernán-Núñez, un pueblo remoto de Córdoba, algo que hoy no haría. Nos presentamos 300 personas para una sola plaza.
—¿Nunca decayeron sus ánimos?
—Mentiría si dijera que no, pero tenía tan claro que iba a lograr mi objetivo que nunca abandoné mi sueño. Mi mujer también me apoyó mucho, sin ella no lo hubiera logrado. En los años de la crisis, la desesperación era mayor porque si suspendía una convocatoria tenía que esperar muchos meses a que saliera otra.
—Finalmente, logró una plaza en la última convocatoria del Ayuntamiento de Cádiz.
—Nos presentamos mil personas para 20 plazas. Yo quedé el 19. Ahora estoy formándome. Patrullo con un compañero veterano (prácticas) y luego tendré un periodo de formación on line debido al Covid-19. De momento, realizo tareas administrativas e intervengo en conflictos vecinales. Hace unos días intervine en un accidente de tráfico en el que el conductor dio positivo en alcohol. No hubo heridos pero me impactó mucho, era el primero que veía.
—¿Cómo fue la despedida de sus compañeros de SAMU?
—Fue muy emotiva e íntima debido al Covid-19. La empresa me entregó una placa conmemorativa. Cuando anuncié que había aprobado con plaza las oposiciones a Policía Local de Cádiz, todos se alegraron muchísimo. Carlos González de Escalada, Carlos Álvarez Leiva, Valme López, todos me llamaron para darme la enhorabuena, compañeros y jefes.
—¿Guarda un recuerdo especial de algún compañero?
—Han sido muchos años y siempre he tenido muy buena relación con todos, pero en estos días de despedida me he acordado especialmente de Paulino, celador de la Residencia Santa Ana, y de José, enfermero y profesor de Escuela SAMU, que fallecieron hace unos años. Y, sobre todo, de Manolo, el conductor del autobús de SAMU, que nos dejó a finales de agosto. Cuando estaba de bajón, él siempre me decía, “Javi, tú lo vas a conseguir”. En una ocasión fuimos juntos al circuito de Jerez para una formación y él se mareó tras unas maniobras al volante agresivas. Nos reímos muchos aquel día. Yo me metía con él y le decía: “Menudo conductor estás hecho”.